Los riesgos en la altura que encierran las calles

Los riesgos en la altura que encierran las calles

Hace pocos días, (edición del 8 de febrero) en los mensajes en whatsapp que publica nuestro diario, un vecino de Las Heras sexta cuadra informaba que, desde una obra vecina, muchas veces caían materiales sobre el techo de su casa y también sobre la vereda, y que tal situación se venía prolongando desde hace un año. La denuncia es ocasión propicia para referirse a un tema que alguna otra vez ha ocupado la atención de esta columna. Nos referimos a la amenaza que, sobre las personas y las propiedades, esta muchas veces pendiente de las alturas. No nos referimos solamente a los árboles que de pronto se caen -lo cual constituye todo un tema específico- sino también a otros casos, no menos preocupantes. En primer lugar, por cierto, está el que refería el lector: esas obras en construcción donde que no se ha instalado el suficiente resguardo para evitar que materiales, herramientas o escombros se precipiten sobre viviendas vecinas y sobre la vía pública, dados el peligro y el daño que eso significa. Un riesgo similar puede percibirse también en no pocas construcciones en altura que, por una razón u otra, están detenidas desde hace varios años. Existen allí elementos como chapas, por ejemplo, que un vendaval puede perfectamente lanzar a la calle, convertidas en armas mortales para los que transitan.

Hay más sobre el asunto. Nuestra ciudad está llena de balcones en sus edificios vetustos. Sabemos, por informaciones de otros lugares del país, que a veces, por lo envejecido y deteriorado de sus ménsulas y de sus mamposterías, tales balcones de pronto se derrumbaron sobre la calle, con la catástrofe que eso significa. No se trata solamente de balcones. Edificios viejos de nuestra ciudad, suelen tener cornisas y adornos en sus fachadas, muchas veces ya centenarios. Esa antigüedad ha determinado que varias veces se desprendan, para caer sobre la calle. Obvio es decir que objetos de ese peso, casi con seguridad pueden matar a una persona. También forman parte nutrida de nuestro ajuar urbano, las marquesinas de metal, en las casas de comercio. Recordamos que, hace algunos años, se vino abajo la que estaba instalada en calle Muñecas casi esquina San Juan. Nos parece que sería adecuado verificar si están debidamente fijadas todas las que se despliegan al frente de los negocios, en la zona céntrica. Algunas muestran signos de vetustez.

Al mismo orden de riesgo pertenecen los múltiples carteles, muchos de gran tamaño, suspendidos sobre la vía pública. Parecía lógico preguntarse si los soportes que los amarran cumplen las adecuadas condiciones. Muchas veces, a simple vista, se ve que cuelgan de ataduras o de clavos muy herrumbrados, que perfectamente podrían ceder en algún momento. En particular, cuando soplan vientos fuertes o se desencadenan tormentas. En suma, la calle contiene amenazas que no siempre están a la vista de quienes la transitan, a pie o en automotores. Creemos que sería conveniente que las autoridades municipales se preocuparan por encarar una inspección detenida de tales riesgos ocultos. Es decir, que tanto en obras en construcción –en marcha o abandonadas- como en viejos balcones, cornisas, marquesinas y carteles, se cumpla una tarea de verificación, que compruebe que no encierran realmente un peligro. Y en caso de que el mismo exista, obligar a sus propietarios a que tomen las medidas para neutralizarlo, sin pérdida de tiempo. Muchas veces, repetimos, tanto en nuestra ciudad como en otras del país, se debieron lamentar víctimas personales a causa de elementos que de pronto se precipitaron desde el alto. Más vale prevenir.

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