Esa chispa de un Turco entrañable

Esa chispa de un Turco entrañable

Lo nuestro no fue a primera vista, pero fue un pacto para siempre.

CREATIVIDAD. Dardo Nofal, figura del periodismo y la cultura de Tucumán. la gaceta / archivo CREATIVIDAD. Dardo Nofal, figura del periodismo y la cultura de Tucumán. la gaceta / archivo
Y sí, el momento llega. Lo nuestro no fue a primera vista, pero fue un pacto para siempre. Después, mucho después, te nos uniste vos, que eras un amarillo fresco. Si habremos caminado las estrellas. Y cuando hablaba del polvoriento Quebracho Coto, sacudía su chispa santiagueña y entre lagrimones evocaba las caricias de la viejita y la sensación de libertad del monte. Tenía ocho años cuando Santa Rosa de Leales se convirtió en su nueva patria y a los 11 saltó a la capital para tucumanizarse. “Yo era el número 13 entre todos mis hermanos, por eso nunca tuve suerte en la quiniela”, decía. Se sentía bastante agradecido de haber nacido. El poeta Raúl Galán, que había fundado el grupo La Carpa, lo tuvo de discípulo en el Colegio Nacional. Se inscribió en abogacía, pero al llegar a cuarto año decidió dejar hasta tanto los ascensores en Tribunales funcionaran muy bien por el asunto ese de las escaleras y de los infartos.

Me contaba que a los 24 había entrado en el periodismo por la puerta grande, es decir cuando estaban descargando el papel para las rotativas, y nadie, desde entonces, lo había podido sacar. ¿Te acordás la cara que tenía cuando pisó por primera vez el vespertino Noticias con una recomendación de Manuel Gonzalo Casas bajo el brazo? Bueno, vos aún no existías. Ese repiqueteo de teclas era la música que avivaba mis brasas. El diario necesitaba de todo, así que rotó por todas las secciones, fue la mejor escuela de periodismo donde se pudo formar.

Bueno, recuerdo que a los 28, lo entrevistó a Arturo Frondizi y ello motivó a LA GACETA a convocarlo para integrar su plantel de redactores. Ya las madrugadas y los desvelos habían cruzado nuestras miradas. Vos me mirabas con una mueca pendenciera. Fútbol, boxeo, política, críticas de cine, teatro, revivían en las crónicas de su Lexikon 80. Su prosa buscaba sacudir la emoción del lector. Por esa época, se le dio por escribir un par de obras teatrales, con la idea de que si tenía éxito, iba a demostrar que los escritores eran críticos fracasados.

¡Qué chispa que tenía! ¿Te acordás de ese periodista que era muy buen datero, pero poco dotado para la escritura? ¡Ay, Dios!, renegaba todos los días cuando corregía sus notas. Una tarde, este salió a cubrir un accidente. Su Olivetti que había quedado parada de ancas sobre el escritorio, cayó pesadamente, sobresaltándolos a todos; dijo: “¡A este se le suicidó la máquina de escribir!” Esas ocurrencias dieron vida luego a La Frase del Día, bajo el ropaje de Bosip: “Dentro de poco van a aparecer barras bravas en el golf”; “Todo el año pensé en Cervantes. Aquí los políticos no son ingeniosos, no son hidalgos, no son quijotes, pero tienen la mancha…” “Nada de playas, aquí están las mejores colas del mundo, a veces dan vuelta la manzana”. Sin él, la redacción fue otra. Desnudó el corazón de su alma en novelas y cuentos. Estaba feliz con los comentarios y las críticas.

Siguió envuelto en mis volutas, derritiendo con humor tus hielos, despertando recuerdos, ironías, afecto, agudezas, en el abrazo fraterno del bar Lisandro. Un troesma entrañable el Turco. Ojalá que adonde la muerte lo lleve a Dardo Nofal, un cigarro y un whisky lo reciban con un abrazo.

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