Se levanta el telón

Se levanta el telón

Los comicios de este año están haciendo subir al escenario a los principales actores. Alperovich y Manzur están en un natural duelo sordo aún cuando ellos lo oculten. Cano afronta una encrucijada sobre su futuro. Lo que viene.

Se levanta el telón
La obra está en marcha. Hay seis actores principales que vienen ensayando hace tiempo para la puesta que se estrenará a mitad de año.

La acción transcurre en ese Tucson desgastado y en la metrópoli donde todo se decide.

Germán Alfaro es uno de los protagonistas. Le tocó un personaje molesto. Todos esperaban que por su prosapia incómoda iba a sentarse en el sillón del lord mayor e iba usar la lapicera nombrando gente hasta que se quede sin tinta. No lo hizo, porque no quiso o porque no pudo. En los parlamentos que tiene su personaje hay una palabra que se repite en cada intervención: institucionalidad. Como en muchas obras el director (¿?) prevé parlamentos, desplazamientos, tonos y determinadas actuaciones. Todo está medido al detalle, escena por escena. Sin embargo, hay espacios libres, hay momentos en los que la improvisación es la dueña de la acción. Tanto en uno como en otro caso, Alfaro ha elegido apuntar a José Alperovich, uno de los actores principales que en los últimos actos ha tenido apariciones muy cortas. El intendente, al declamar el cuidado respeto por las instituciones, ha conseguido más intervenciones en la puesta y, además, con los dardos que apuntan sólo a una cabeza ha conseguido borrar pecados de juventud como ha sido estar y compartir momentos con el alperovichismo.

El elenco también tiene algunas mujeres. La esposa de Alfaro hizo su primer bolo cuando el ahora intendente, entonces legislador, crecía políticamente y no le alcanzaba con moverse solo. En esta obra de 2017 que subirá a escena a mediados de año, Beatriz Avila no tiene ningún papel. Sin embargo, todos los días ensaya parlamentos, por las dudas la llamen a actuar de candidata a diputada o tal vez el lord mayor exija así el pago por los servicios prestados. Sin embargo, a nadie del público se le escapa que las ambiciones de este personaje están puestas más en 2019 que en la obra de este año. Por lo tanto, el papel de Avila puede llegar a ser más necesario dentro de dos años que dentro de seis meses.

Problemas de identidad

Juan Manzur aparece en todas las escenas. Sin dudas es el galán elegido por el pueblo director. El gobernador tiene largos parlamentos sobre el diálogo y suele caminar el escenario de punta a punta. Es de los personajes más complicados y contradictorios. En sus obras anteriores hizo de obsecuente y de obediente de su padre político putativo. Hoy, el director le pide que se libere, pero el personaje no ha podido abandonar el nido. Se sabe que el texto Constitucional no le permite subir a la escena final pero se ha acostumbrado tanto a ser puesto, que no tiene a quien poner.

En la obra, su padre putativo camina entre bambalinas. Se sabe de sus andanzas por los pueblos más que de su presencia en los señoreales pasillos del Congreso. Padre e hijo político saben que el trono es para uno solo. El hijo quisiera “matar” al padre, pero no es capaz. Con habilidad, papá Alperovich repite en sus tertulias “Juan soy yo” y “yo soy Juan”. Hay ediles de Yerba Buena que juran haber escuchado esa curiosa (¿y tramposa?) confesión. De esa manera controla todo el poder como siempre lo hizo y quiso, pero el dilema de identidad es muy difícil de resolver. Hasta ahora no apareció ningún psicólogo, pero la cuestión de la identidad es un complejo no resuelto por quienes nunca fueron K, se pusieron el ropaje y ahora no saben qué hacer.

Mutis por el foro

El único personaje que no tiene conflictos con la identidad es Osvaldo Jaldo, que se hizo peronista hace tiempo. Su problema es qué hacer con los socios. El se entendería más con Alfaro que con Manzur o Alperovich, pese a que llegó a decir que el hoy senador fue el mejor gobernador de la historia de Tucumán. Increíble parlamento que figura en una de las escenas principales que le tocó protagonizar. Son los billetes los que han mareado a este personaje. Las valijas con dinero y los gastos sociales con los que se maneja la política lo han convertido en un actor oscuro, que lo aleja de lo institucional y de los primeros planos.

El galán sin corona

Entre los amigos de Alfaro está un eterno perdedor que siempre gana. A él le tienen reservado el primer lugar en las marquesinas. El problema es que si José Cano no consigue ganar la pulseada por un voto es posible que no vuelva a tener reservado el papel de los galanes.

Por eso, sin ponerse muy colorado, Domingo Amaya se prueba el saco del titular del Plan Belgrano para ser el candidato número uno. Tanto Amaya como Cano han perdido aplausos del público cuando notan que los actores van teniendo más tonada porteña que tucumana.

Los sueños de toda actriz

En esa pandilla hay una actriz a la que no le gustan los personajes pequeños. Por eso los más cercanos en los programas de chimentos no se olvidan de avisar que Silvia Elías de Pérez tiene que tener estudiados y ensayados todos los diálogos en los que una mujer puede actuar de gobernadora.

No está escrito el final de la obra, pero puede convertirse en un verdadero escándalo o seguramente en una comedia de enredos. Por ahora sólo se enciende la luz para los ensayos.

Más realidad que ficción

Mientras los actores ensayan y corrigen sus papeles con tal de dar la mejor versión al público, en los medios la realidad les pega cachetadas. El lunes pasado fue el de las malas noticias. Llegaron desde Estados Unidos, de la mano de un capocómico poderoso. Donald Trump le hizo la cruz a los limones tucumanos y ahora habrá que esperar que borre lo que ya firmó.

En los próximos días, cuando ya febrero sea parte del presente y no del futuro como hoy, la Justicia volverá a salir a la cancha con todos sus titulares. Eso va a traer implícito algunos problemas. En la municipalidad ya están elaborando un pedido de juicio político contra el magistrado que frenó la caducidad de la concesión de la línea 11.

También volverán a asomar los pleitos suscitados por el poco transparente manejo de los gastos sociales que tienen causas tanto en los tribunales federales como en los provinciales y complican la vida a demasiados hombres públicos. Quienes seguramente no tendrán novedades son aquellos que esperan al menos una disculpa (ni siquiera una sanción) de la ministra Rossana Chahla por haber entregado dos veces la misma ambulancia a la misma comuna. Es que las obras de ficción siempre continúan.

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