“La memoria es una gran máquina de ficción”

“La memoria es una gran máquina de ficción”

El periodista y escritor tucumano habla de su segunda novela, La disolución, una historia fragmentaria de una ruptura amorosa. Tucumán, lugar que el autor dejó en su infancia, aparece en su libro. “Irse del lugar de origen es como dar un salto al vacío”, afirma.

“La memoria es una gran máquina de ficción”
29 Enero 2017
Por Dolores Caviglia
Para LA GACETA - BUENOS AIRES
Cuando Diego Erlan habla, responde, cuenta, pero también cuando explica, analiza, busca, se esmera por hacerse entender aunque sepa bien que la literatura es confusión. Lo comprende pero insiste. Y lo hace pese a que no considera que la oralidad sea su fuerte. Diego dice que escribe porque no sabe hablar. Que lo hace para entender lo que piensa, la oscuridad que lo habita, porque no le queda otra. Y también dice que puede hacerlo donde sea: en el tren, en el subte, de día o de noche. De madrugada y en la oscuridad. En 2012 publicó su primera novela, El amor nos destrozará. Cuatro años después, algo de ese primer libro vuelve a la luz con La disolución, que acaba de lanzar la editorial Tusquets.
- La protagonista había aparecido en tu primer libro. ¿Qué tiene Monserrat que te impulsó a seguir?
- Es una chica que está trastornada por su vida, por su presente; y es una idealista. Quiere vivir como si estuviera en los años 70, creyéndose la ficción del pasado. Ella es intensa en el amor y te pide todo y si no le das todo, se corta. Es encantadora, porque es infantil. Está muy sola. Apareció en El amor nos destrozará y vi que había destellos que podían funcionar como historia principal.
 - ¿Y el protagonista? ¿Cómo es él?
- Simón es un chico que acaba de perder a su padre, con quien no tenía una buena relación, y que se está buscando. 
- ¿Tiene algo en común con el narrador?
Por Dolores Caviglia - Para LA GACETA - BUENOS AIRES

Cuando Diego Erlan habla, responde, cuenta, pero también cuando explica, analiza, busca, se esmera por hacerse entender aunque sepa bien que la literatura es confusión. Lo comprende pero insiste. Y lo hace pese a que no considera que la oralidad sea su fuerte. Diego dice que escribe porque no sabe hablar. Que lo hace para entender lo que piensa, la oscuridad que lo habita, porque no le queda otra. Y también dice que puede hacerlo donde sea: en el tren, en el subte, de día o de noche. De madrugada y en la oscuridad. En 2012 publicó su primera novela, El amor nos destrozará. Cuatro años después, algo de ese primer libro vuelve a la luz con La disolución, que acaba de lanzar la editorial Tusquets.

- La protagonista había aparecido en tu primer libro. ¿Qué tiene Monserrat que te impulsó a seguir?
- Es una chica que está trastornada por su vida, por su presente; y es una idealista. Quiere vivir como si estuviera en los años 70, creyéndose la ficción del pasado. Ella es intensa en el amor y te pide todo y si no le das todo, se corta. Es encantadora, porque es infantil. Está muy sola. Apareció en El amor nos destrozará y vi que había destellos que podían funcionar como historia principal.

- ¿Y el protagonista? ¿Cómo es él?
- Simón es un chico que acaba de perder a su padre, con quien no tenía una buena relación, y que se está buscando. 

- ¿Tiene algo en común con el narrador?
- Yo creo que el narrador es Simón atravesado por Monserrat. Es una de sus metamorfosis y ese era un tema que me interesaba. Aceptar que cambiamos, que somos otros. Pensé que lo podía abordar con un cambio de persona. Con una primera y una tercera. Que la persona que esté narrando lo esté haciendo como si fuera otro quien lo vivió. 

- La novela tiene un ritmo increíble. ¿Cómo lo conseguiste?
- No existe una fórmula. Hay que tener cierto oído. Es importante la melodía de la frase, que no se repitan palabras y la combinación de la escena, de lo que se está narrando y el ambiente que se quiere generar. Hay figuras y recursos para lograrlo. Yo lo que hago es leer poesía para conseguir una combinación entre la imagen, el sentido narrativo y el espíritu de la novela. 

- Y la estructura es fragmentaria. ¿Por qué decidiste escribirla así?
- La novela tiene muchos aires. Yo quise mantener la fragmentación como forma. Quería generar en el lector la sensación de que está encontrando los restos de una relación. 

- El tiempo también está trabajado de manera particular…
- Sí, porque Simón se queda como tecleando en su vida. No sólo pierde a la mujer con la que estaba en un proceso de enamoramiento sino también al padre; y además se quiere ir del trabajo. Entonces, hay cuestiones de la memoria y de cómo se construye; hay momentos que disparan una escena, un recuerdo, y ahí entra el tiempo. Una bombacha colgada, un perro, elementos concretos que tienen un pasado y una carga emotiva.

- ¿La memoria nos miente?
- La memoria sin dudas es una gran máquina de ficción. Es lo que nosotros contamos, a partir de nuestra perspectiva, que es limitada. Y eso a la vez está conjugado con el inconsciente que te va a meter más trampas todavía. La memoria es fascinante y algo fundamental para trabajar. 

- En la novela aparece Tucumán, la provincia donde naciste.
- En los dos libros mi experiencia con Tucumán está de modos diferentes, de manera profunda. En El amor nos destrozará es esa sensación de inocencia perdida, que se acerca bastante a lo que sentí después de haber dejado Tucumán. En ese momento lo sentía como irme de vacaciones, pensaba que podía volver a comenzar. Pero uno no empieza en una hoja en blanco. Con respecto a este libro, creo que uno de los personajes,Ramón,expresa cierta pérdida de inocencia. Y él entiende o atisba la posibilidad de que nada vuelva a ser igual después de ese tiempo en Tucumán. Eso lo modifica. Irse del lugar de origen es como dar un salto al vacío. 

- ¿Ahora qué estas escribiendo?
- Hace cinco años estoy trabajando en la biografía de Fogwill. 

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