Cuidando la quinta propia, pero mirando la quintita ajena

Cuidando la quinta propia, pero mirando la quintita ajena

Enero caliente, aunque tibio en términos políticos. El verano es época de sonrisas, de sondeos, de arrojar anzuelos -como bien me apunta un colega-, de mirarse de reojo, de hacer cálculos, de semblanteos, de seducción. Ojo, en el plano de la política, a no entender mal. Todo transcurre en tensa calma en un ambiente de desconfianzas y de dudas; no puede haber definiciones tempraneras al estilo de “los candidatos son ....” o “me juego por fulano”. Están prohibidas las posturas taxativas. Aún falta para que comience a desandarse el calendario electoral de los comicios de medio término; los que apuntalarán ambiciones y sepultarán propósitos para 2019.

Apresurarse es un pecado, pero tampoco hay que descuidarse. Las vacaciones de los principales dirigentes -esos que tienen que jugarse el pellejo, su futuro o sus respectivas gestiones en las elecciones- son necesariamente cortas, pero con celular prendido; por si las moscas. Son tiempos de acomodamientos gentiles; para los codazos para abrirse camino en las boletas electorales aún falta. Sin embargo, los que conocen el paño saben que no hay que descuidar a la tropa, que hay que mantenerla en el radio de influencia y que deben “alimentarla”, aunque más no sea con promesas, de palabra, como curandero de pueblo.

Claro, las promesas en este caso son de ida y vuelta, tanto de los que dicen seguime que te aseguro tranquilidad como el que desliza te sigo si me garantizas el pan de cada día. Muchos de estos acuerdos de palabra no se concretan y terminan siendo una gran mentira; y de ambos lados. Son parte del libreto general, una materia obligatoria, sea como sea que termine. Nadie queda al margen de esa “rendida”; no se puede.

Hoy, en estos tiempos de “tibiezas” se observan algunos de estos gestos: funcionarios provinciales que prometen premios y castigos si adhieren a tal o cual dirigente -o también si no siguen a otros-, referentes nacionales que tratan de arrimar a los opositores de la provincia a los cuales el oficialismo “descuidó” a la hora de darles las gracias por el acompañamiento; representantes territoriales del interior que se muestran cercanos a los funcionarios nacionales de Cambiemos -avisos sobre lo que son capaces y amenazas sobre el supuesto daño que le pueden infligir al oficialismo si sacan los pies del plato-; funcionarios provinciales del oficialismo local que ya andan prometiendo cargos y candidaturas a futuro a los que tienen cierta ascendencia en sus zonas de influencia; dirigentes opositores en Tucumán que le hacen sonrisas a los oficialistas para molestar a sus pares de la propia interna -como para señalar que también existen y que pueden hacer algún daño si no los consideran-; dirigentes de partidos que integran un frente político que aprovechan las circunstancias para distanciarse o para ganar espacios a futuro.

En fin, estrategias de ida y vuelta; de toma y daca; de te quiero y no me odies; de te tengo en cuenta, no me desatiendas; de preparate para lo que viene. En política sobran los heridos, y el adversario siempre anda con la carretilla presta para levantarlos. Más adelante los que necesitan y los necesitados se pondrán más específicos en cuanto a los términos de los pactos y de los arreglos a futuro. Como bien dicen los veteranos de estas lides no hay que descuidar la quinta propia, pero tampoco la ajena. Hay que sembrar en todos lados. Tirar maicitos, que le dicen.

En los primeros días de 2017, alguito, un poco, se vio; señales anticipadas de lo que está por sobrevenir; especialmente cuando las vacaciones de los políticos terminen y se concentren en la lucha con mayor intensidad. En dimes y diretes se deslizó, por ejemplo, que el legislador Ruiz Olivares le abrió temerariamente la tranquera de algunos dirigentes de su línea (Acción Regional) al hoy macrista Amaya. En los mismos dimes y diretes se deslizaba que desde el Ministerio del Interior se reprendía a esos “díscolos” que le tendían la mesa al ex intendente. El que avisa no traiciona, dicen. ¿Quién avisa y a quiénes?

Cierto o no, son jugadas que tienden a mostrar qué es lo que se es capaz de hacer, de un lado y del otro, para llamar la atención de terceros; de esos que son los dueños de los cubiertos en la mesa principal del poder. El monterizo Ruiz Olivares aportó al oficialismo tucumano casi 50.000 votos con su partido o acople. Le sumó intendentes y legisladores al Gobierno; no es alguien para no tener en cuenta, para no “mimarlo” desde el oficialismo, máxime después de que -al parecer- le prometieron la presidencia subrogancia de la Legislatura y después lo dejaron afuera.

Cuando suceden este tipo de situaciones, los heridos siempre están dispuestos a cobrarse los malos tragos, o avisar que son capaces de hacerlo. Líneas hacia el monterizo se han tirado, para no descuidarlo. De todos lados. Los que juegan bien este tipo de partidas son los “mellizos” Orellana, que van por un lado y salen sorpresivamente por el otro. Son difíciles de tentar; o de seducir. Pero, finalmente se juegan con quien convienen al final el mejor trato.

Quien no “descuida” su trabajo es el senador Alperovich; que regularmente realiza visitas a domicilio y las incorpora en la red social a través de Twitter, siempre acompañado por algún funcionario provincial. O bien, muestra fotos de todos los integrantes de un ministerio comiendo un asado en su casa. Sin que lo diga -y para algunos oficialistas es así- el ex gobernador se muestra como el gobernador tras bambalinas, por lo menos en términos políticos, no institucionales.

En materia de gestión por lo menos respeta a quien eligió para que lo suceda. En términos políticos no lo afectó públicamente, pero sus gestos y la ascendencia sobre el gabinete del Ejecutivo exponen que no se fue. Allí todos son de José. Los comicios por venir son una ocasión para demostrar quién tiene el poder real; eso no lo dirá tanto la integración de las listas, sino quién es el que la arma y la bendice. En el oficialismo, en ese trípode de poder -Manzur, Jaldo, Alperovich- ninguno querrá aparecer como el afectado porque eso significará que no tendrá chances para 2019, o que deberá jugar un partido en otra divisional, no en la primera.

Una tregua en ese aspecto es lo más factible, que los tres decidan que la “foto” del momento diga que todos han salido fortalecidos para enfrentar los comicios de medio término y para que en los dos años posteriores se desate la interna entre ellos para resolver quién sigue y quién se queda en el año del recambio institucional.

Un dato a tener en cuenta, como para pensar en una “bajada” local es la decisión política de la macrista Vidal en Buenos Aires que eligió a Massa como el dirigente a enfrentar para polarizar el electorado. En Tucumán, ¿no hay dudas sobre con quién tiene que polarizar el oficialismo en los comicios nacionales? ¿Es con Cano, otra vez? ¿Acaso para el oficialismo le resulta conveniente que sea el radical la figura central de la oposición? Una línea de pensamiento en el Gobierno apunta que lo más importante es ganar y por la misma diferencia que en 2015 -100.000 votos- para, de alguna manera, “deslegitimar” las denuncias de fraude de hace un par de años ya. Aunque eso sea muy difícil, cuesta arriba.

¿Es Cano, o hay que meter una cuña y empezar a hablar de Alfaro? El dilema de algunos en el FpV para enfrentar a la oposición. ¿A quién hay que mostrar que se le ganó especialmente? , ¿quiénes son lo que no desearán aparecer como los perdedores?, ¿quiénes son los que desean aparecer como los ganadores?, ¿quiénes son los que no quieren quedar afuera?, ¿quiénes son los que quieren quedarse afuera? Son tiempos en los que muchos se hacen esas preguntas; con alguna tibieza todavía, son parte del juego, que en política es un vicio permanente.

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