Una política integral para combatir la basura

Una política integral para combatir la basura

Con el correr del tiempo parece haberse ganado un lugar prominente en la gran familia tucumana, que se encarga de alimentarla y popularizarla constantemente. Es como uno de esos parientes que nos desprestigian, pero el afecto o la dependencia es tal que, en lugar de mandarlos a la “legión extranjera”, los apañamos y terminamos aceptándolos. La basura es una suerte de oscuro objeto del deseo. Nos ha causado bochornos nacionales, que sobresaltan pasajeramente a las autoridades, pero luego todo vuelve a la normalidad, tanto en la ciudadanía que la producen como en el Estado que debe educar y controlar.

Hace siete meses, la Municipalidad capitalina instaló en algunos puntos de la ciudad tres contenedores de colores para separar los residuos inorgánicos: vidrio, plástico y papel, respectivamente, algo muy fácil de comprender, sin embargo, hay ciudadanos que no lo entendieron o fueron indiferentes a la propuesta y mezclaron todos los desechos. Según el titular de la Dirección de Higiene Urbana se trata de costumbres muy arraigadas que no cambiarán de un día para el otro. “Instalamos las estaciones ambientales, tenemos los vehículos para entrar al centro, clasificamos la basura en la Dirección y hacemos un trabajo social con las familias de la Costanera. Es un círculo completo, pero la ciudadanía no nos acompaña”, afirma.

Se coincide que se trata de “una cuestión cultural” y que la educación es el punto de partida para cambiar este pésimo hábito. El urbanista colombiano Gustavo Restrepo señala que una política pública de continuidad en el manejo los subproductos llamados “basura” plantea, primero, la urgente necesidad de una visión integral, no sólo municipal sino metropolitana del asunto. “Esta visión debe incluir temas relacionados con la disposición y manejo final de los residuos: un sistema integrado espacial, social y económico adecuado para su gestión, sea a cielo abierto o en proceso de planta cubierta... Si el tema comienza por la concientización y la educación, esta debe ser para todos: niños, jóvenes y adultos. La familia, la escuela y la ciudad deben generar una construcción de acuerdos en el manejo y disposición de los residuos. El buen comportamiento es ético y estético el buen comportamiento, pero es salud y pulcritud la actitud individual que invita a la participación comunitaria”, dijo.

Por otro lado, no se ha avanzado en el reciclaje de la basura. Muchas naciones y ciudades han encontrado la manera de darle utilidad, reciclándola para producir energía, como Noruega que aprovecha para tal fin el 96% de los residuos. Tucumán está lejos de eso.

El problema debería abordarse en forma integral. La educación no sólo debe comenzar en la escuela primaria, sino también y simultáneamente en el secundario, en la universidad, en la administración pública, porque son generaciones que no han adquirido el hábito de la higiene urbana. En algunos colegios, se organiza en forma rotativa a los alumnos para que dos o tres limpien el aula, antes de irse la casa. La campaña de concientización podría hacerse también casa por casa en forma sostenida a través de patrullas comunitarias; la Municipalidad podría premiar mensualmente a la barriada que se destacara por la higiene. Si es un problema de todos significa que todos debemos colaborar para desterrar esta vergüenza que nos acompaña. Los abuelos solían decir: “Si basura tiras, en basura te convertirás”.

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