Inexplicable ingratitud con los artistas destacados

Inexplicable ingratitud con los artistas destacados

Tal vez la historia del hombre carecería de alma sin ellos. Son perseguidores de belleza, buscadores de emoción, de riesgo, de desafíos. Obedecen a las resonancias de su espíritu y van tras el otro para tocarle el corazón. “Lo vulgar es el ronquido; lo inverosímil, el sueño. La humanidad ronca y el artista está obligado a hacerla soñar o no es artista”, afirmaba el escritor español Enrique Jardiel Poncela, mientras que el irlandés George Bernard Shaw sostenía: “los espejos se emplean para verse la cara; el arte para verse el alma”.

Tucumán es una tierra agraciada por el manantial de talentos que han brotado y surgen permanentemente en su seno; varios de ellos han sobrepasado las fronteras provinciales y nacionales. Sin embargo, no suelen tener la buena suerte de ser siempre reconocidos por su comunidad, como sucede en otros lugares. Quizás ello se deba a la falta de difusión y de enseñanza de su obra, tarea que le compete al Estado. En más de una ocasión hemos señalado, por ejemplo, que la producción de los escritores tucumanos es prácticamente desconocida por sus comprovincianos.

Desde la década de 1990, se intenta saldar parte de esta ingratitud mediante iniciativas que proponían otorgar una pensión vitalicia a aquellos que tuvieran una destacada trayectoria, pero no prosperaron. “Tucumán tuvo diversos intentos legislativos sobre reconocimiento a los escritores, poetas, plásticos y otros referentes culturales -también referidos en varios editoriales del diario-, intentos todos que quedaron frustrados porque quienes hacen las leyes no reunieron mayoría para estas ‘cuestiones menores’. Mientras provincias como Santiago del Estero y Salta, por citar sólo dos vecinas, instituyeron para sus creadores un sistema de pensión vitalicia, como reconocimiento al aporte que hicieron y hacen a la tradición cultural, en Tucumán, a menos dos años de la conmemoración que se supone será trascendente por el Bicentenario de la Independencia, sólo se oye el murmurar sin sordina de los que arman y desarman candidaturas con vistas al 2015; de los que se empeñan -desde el palacio de cristal desde donde se supone se elaboran las leyes y se controla la administración del poder- en lograr que los ingresos a los bolsillos de los representantes del pueblo sean abundantes vía dieta y más vía oblicua de los llamados ‘gastos sociales’; y también el murmurar de los que, afanosamente, se empeñan en quedarse donde están para seguir viviendo de las mieles de los panales del Estado provincial”, escribió en nuestra Sección Cartas el lector Carlos Duguech (9/10/14).

El último intento por recompensar a nuestros hacedores de cultura data de septiembre de 2010. El Concejo Deliberante capitalino aprobó por unanimidad la iniciativa del entonces edil José Luis Avignone que impulsaba la creación de la “Distinción y reconocimiento a la trayectoria artística” con carácter de premio vitalicio. La ordenanza fue promulgada con el número 4.300, pero nunca se reglamentó, es decir que nació muerta.

¿Por qué otras provincias expresan su orgullo por sus artistas y los homenajean, y Tucumán, no? ¿Esta incomprensible mezquindad se deberá a la creencia de que estas retribuciones vitalicias harán naufragar el erario o que el dinero saldrá de los bolsillos de la clase dirigente? ¿Será que los asesores y punteros son más importantes que los artistas destacados? Los abuelos suelen decir que la mezquindad sólo esconde pobreza de espíritu.

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