Un pequeño paso en beneficio de los ciegos

Un pequeño paso en beneficio de los ciegos

Completar un todo con las partes que faltaban; hacer que alguien o algo pase a formar parte de un todo, definen en dos acepciones el verbo integrar. Se escucha con frecuencia hablar de la integración social en referencia a los sectores marginados por la misma sociedad, pero los avances son insuficientes. Las personas con discapacidad, en particular los no videntes, se hallan entre las más postergadas. Por esa razón, siempre es bienvenida una buena noticia que contribuirá a mejorar su circulación urbana si la iniciativa se aplica en toda la ciudad.

En nuestra edición de ayer, informamos acerca de un trabajo conjunto que están impulsando una locutora ciega, una arquitecta y las direcciones municipales de Inclusión Social y de Planeamiento. Se trata de un sistema de señalización para ciegos que consiste en la aplicación de 20 chapas con escritura Braille en el tramo de la calle 25 de Mayo entre las plazas Independencia y Urquiza. Se instalarán dos chapas al alcance de la mano en los postes por cada esquina que indicarán los nombres de las calles y la altura correspondiente; en una segunda etapa de las colocaría en las paradas de ómnibus. La iniciativa se concretaría a fin de mes y la inversión estimada es de $3.000.

La arquitecta Josefina Ocampo afirmó que San Miguel de Tucumán no es una ciudad inclusiva ni capacitada en su infraestructura para acoger a las personas con alguna discapacidad. “Señalización Braille, pisos podotáctiles, planos hápticos (que indican como se distribuyen los lugares) son sólo algunos ejemplos entre otros miles de recursos con los que se podrían salvar las distancias entre aquellos transeúntes que pueden circular por la ciudad sin inconvenientes y los que no pueden hacerlo por sus propios medios”, dijo. Cuestionó, por otro lado, la instalación del piso podotáctil en la vereda de los Tribunales, frente a la plaza Yrigoyen porque fueron colocadas aisladamente y sin criterio técnico. “Se trata de un error de selección, ya que son las baldosas con formas de ‘vainilla’ las que se usan para guiar la circulación. Están pésimamente colocadas; todo eso parece más bien una guarda decorativa, cuando en realidad tiene todo un fundamento técnico por detrás en su colocación. Lo que hicieron no sirve”, dijo.

La sociedad tucumana sigue en deuda con los no videntes. Las trampas urbanas atentan contra su humanidad: veredas rotas, columnas del alumbrado público ubicadas en medio de la acera, toldos a baja altura, ramas bajas de los árboles; postes, maceteros, basureros que no están alineados; motos estacionadas en las veredas (también autos), así como mesas y sillas de bares que no dejan espacio para circular. La ley nacional 24.314, referida a la accesibilidad de las personas con movilidad reducida al medio físico (data de 1994), prácticamente no se aplica. La norma establece la prioridad de la supresión de barreras físicas en los ámbitos urbanos, arquitectónicos y del transporte que se realicen o en los existentes que remodelen o sustituyan en forma total o parcial sus elementos constitutivos.

En buena hora que se dé este pequeño paso en favor de los no videntes, pero es necesario hacer cumplir con rigor en su totalidad la ley N° 24.314. Una sociedad que no acoja en un seno por igual a sus habitantes, no puede ser considerada justa. Si la dirigencia permite la discriminación, la integración estará lejos de alcanzarse. “Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego”, reza un proverbio árabe.

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