“Producimos comida desde hace 10.000 años, pero hace apenas 60 que existen los agrotóxicos”

“Producimos comida desde hace 10.000 años, pero hace apenas 60 que existen los agrotóxicos”

Es la autora de La Argentina fumigada, uno de los libros con más repercusión del momento. Por el rebote que tiene y la cantidad de datos, estadísticas y personas detrás de las historia de los pueblos fumigados. “Tenemos que trabajar para que esto se difunda. Cuando la gente sabe, la gente reacciona”, advierte.

SINSENTIDO. “Es la industria la que te pide que demuestres el daño, cuando el daño lo provocan ellos, y por eso no responde nadie”, asevera Sández, para marcar una contradicción con la Ley General de Ambiente. traslasierranoticia.com.ar SINSENTIDO. “Es la industria la que te pide que demuestres el daño, cuando el daño lo provocan ellos, y por eso no responde nadie”, asevera Sández, para marcar una contradicción con la Ley General de Ambiente. traslasierranoticia.com.ar
15 Enero 2017

- Tu libro, La Argentina fumigada, despertó gran interés en la crítica y en los lectores. Si bien es un problema que existe desde hace 20 años, ¿cuál crees que es la causa de su repercusión?

- Lo que cuenta La Argentina fumigada no es algo que haya inventado yo, son las historias de miles de personas a las que les pasa lo mismo en distintos lugares de la Argentina, porque se produce de la misma manera. Por eso la gente se apoderó de una manera increíble, al libro lo han comenzado a editar los que no pueden comprarlo, le sacan fotocopias que están haciendo circular en ferias orgánicas. Cada persona toma lo que le sirve, en general fotocopia el tema de las leyes en Argentina, la parte en donde dice la cantidad de activos que están aprobados acá y prohibidos en otros países, como el benomilo, prohibido en Estados Unidos, que es una de las cosas que le podés poner a las frutillas. La Comisión Europea de Evaluación de Pesticidas lo prohíbe porque no saben el impacto que van a tener en los niños, pero nuestros niños lo comen.

- Hablás de un “neolenguaje de la tranquilidad”, como llamar fitosanitarios a los agrotóxicos, para referirse a un negocio casi intocable que moviliza por año 3.000 millones de dólares. También de un silencio al estilo de la mafia, el caso con el que comienza el libro es el de San Salvador, Entre Ríos: cuando Andrea “la loca” Kloster empezó a investigar por qué había tantos casos de cáncer en la zona, varios vecinos se alejaron de ella, como si fuera una enferma contagiosa.

- Las titulares de LALSEC (Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer) muchas veces son las mismas esposas de los empresarios. Al que pide ayuda le dicen: “ojo con denunciar porque el tratamiento te lo estoy pagando yo”. Los que pagan las salas de oncología de los hospitales son los centros de productores. La experiencia demuestra que en los lugares en donde se lograron ordenanzas a favor de la comunidad, como en Monte Maíz, es el fin del intendente porque le cuesta la carrera política.

- ¿Hay pruebas científicas sobre el consumo de agroquímicos en los alimentos a largo plazo?

- Los que saben dicen que el tóxico se reduce pero no se elimina, la única manera de que no haya veneno es que no lo hayas puesto nunca. La ley te va a decir que tan mal no te hace, que una minidosis la podés comer por 70 años. Los que defienden el modelo de producción piden algo que ellos saben que no vas a poder demostrar, entonces el criterio debe ser otro. Por eso lo del principio precautorio: cuando existe presunción de que algo pueda dañar al medioambiente, cuando hay peligro de algo inminente, no se necesitan pruebas científicas, esto lo dice la Ley General de Ambiente. Es la industria la que te pide que demuestres el daño, cuando el daño lo provocan ellos, y por eso no responde nadie.

- ¿Es viable la alternativa agroecológica?

- El logro de este sistema es hacerte creer que es esto o nada. Los hombres produjimos comida desde hace 10.000 años, hace apenas 60 que existen los agrotóxicos. Tenemos que trabajar para que esto se difunda. Cuando la gente sabe, la gente reacciona. Y cada uno hace lo que puede, comprará el bolsón de verduras, sembrará en su maceta. Quitemos ese mito de que si no tiene veneno va a ser más caro, es una locura. La Universidad de la Plata el año pasado dijo que en función de lo que habían visto en la lechuga, tomate, morrón y demás, nuestra dieta debería ser una vía alternativa al plaguicida. A mí me hace gracias cuando la gente dice, “dejé de comer harinas y me siento bárbara”. Dejaste de comer 2-4-D entre otras cosas, averiguá lo que le ponen.

- ¿En qué te cambió hacer el libro?

- Me cambió todo, una cosa es tener registro del tema, y otra es ir a la casa de los muertos, ver las fotos, los dibujos, eso es movilizador. Yo antes le daba de comer a mi hijo cosas que hoy no le daría ni loca, tomate, por ejemplo. Se le aplican 95 principios activos, está en las fichas de cultivo del INTA disponibles en la web. No es que los pongan a los 95 pero están permitidos, es legalmente admisible que haya residuos de sustancias que en otros países no se permitirían. El metamidofos lo vamos a seguir comiendo hasta marzo de 2017 en la lechuga, en el tomate. Como el criterio que prima es el económico y estas cosas son baratas y funcionan, ¿qué importa? A lo único que aspiramos es a que no pasen 30 años de envenenamiento para que nos demos cuenta que esto se bioacumula, que viaja kilómetros, persiste.

PERFIL

Fernanda Sández es licenciada en Letras por la Universidad Nacional de Buenos Aires, donde también fue docente de Semiología y Análisis del Discurso. Trabajó en la European Press Network y en Gran Angular. Colaboró en Veintitrés, Luna, Gabo y Gatopardo, entre otros medios. Actualmente escribe en la revista Noticias y en el diario La Nación.

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