Escandalizarse está de más
Fueron $ 40 millones, “alguito” para hacer política o para encarar trabajos públicos; pero fue la sigla bajo la cual llegaron esos dineros a la municipalidad capitalina la que hizo barullo, la que permite ir los archivos y realizar especulaciones sobre en qué se asientan los sistemas de relaciones institucionales entre los gobiernos nacional y provincial. Obvio que es la conveniencia, pero ¿para qué? y ¿por qué? Mil veces se repitió que en política no hay amistades sólo conveniencias, y de cada lado a la hora de conceder o de recibir recursos, con o sin sonrisas interesadas.

La sigla aludida es ATN, esos famosos Aportes del Tesoro Nacional, tan vilipendiados y degradados, especialmente en la década de los noventa, la del auge del menemismo. Si hasta llegaron a la Justicia debido a las irregularidades que se producían bajo su sombra. Es que si bien tenían un destino, se enviaban cuatro pero llegaban dos; o llegaban dos y en los registros aparecían cuatro. Otras épocas, irrepetibles. ¿Irrepetibles? Según la ley nacional que determina la distribución de los porcentajes coparticipables de impuestos, el 1% es para los ATN. El 42,34% restante va al Tesoro nacional y el 56,66% a las provincias. Los ATN, según la norma, son para atender situaciones de emergencia y desequilibrios financieros de los gobiernos provinciales.

Una definición

¿El uso de estos aportes nacionales son una manera de agradecer el apoyo recibido, un sistema de clientelismo institucional o un régimen de sometimiento encubierto? No es economía, es política; dijo Alfaro para justificar la remesa de fondos que le envió la Nación y, además, para replicar las críticas y el malestar de intendentes oficialistas que quedaron al margen de las simpatías del poder central. Es que, básicamente, la obtención de este tipo de auxilios económicos se funda en razones políticas, de conveniencia, de proximidad y de identidad entre el que los otorga y el que los recibe. Claro que el intendente capitalino hace una intencionada salvedad al deslizar que hay dos formas de mirar esta realidad; una sería la que ampara su relación con Cambiemos, y la otra es la que denomina “la visión alperovichista” de las relaciones institucionales.

Premios y castigos

El jefe municipal no tiene dudas en este aspecto: el alperovichismo es una forma de sometimiento político en base a un esquema de premios y de castigos en función de la intensidad de las lealtades. Al margen, Alfaro está embarcado desde hace años en una dura batalla política con el senador. El ex gobernador alienta este enfrentamiento, originado en las presiones de Alperovich cuando cerró las puertas al Congreso al ex legislador. Además, y no es para menos; Alfaro es el único dirigente político peronista que le ganó una elección. Algo que no pudo lograr la oposición en los 12 años de gestión alperovichista. “José” los arrodilló a todos en las urnas, menos a uno.

Alfaro es un mojón insoportable para el congresista que sueña con regresar en 2019. Incluso corrió el rumor esta semana de que ya habría tentado a un legislador para que lo secunde como vicegobernador en la fórmula oficialista para la próxima elección provincial. Aún no habría obtenido una respuesta de ese parlamentario que sería originario del sur de la provincia; y que tiene dudas sobre la generosidad de la oferta. Si esto fuera así, Manzur y Jaldo deberían prestar atención a los pasos de su antiguo -¿y actual?- jefe político; ya que se estarían quedando fuera de la futura ecuación.

En fin, lo que desnuda el ATN es un modo de relacionarse institucionalmente, siempre fue un recurso que el mandatario de turno manejó discrecionalmente según sus ambiciones de momento. Hasta Jaldo lo entiende así, aunque no exento de cierta ironía, cuando dice: el ATN es un apoyo económico del Gobierno nacional a un municipio del mismo signo partidario, que es Cambiemos. Y este dinero siempre llegó para colaborar con los gobiernos provinciales y municipales del mismo color político de tierra adentro. Díganselo al menemismo, que hizo gala del reparto de los ATN, hasta los entregaba dando a conocer quién era el dirigente político que los gestionaba y para qué ciudad o comuna iban dirigidos.

Por ejemplo, entre 1990 y 1999, durante todo el mandato del riojano al frente del PEN, Tucumán recibió un poco más de $ 102 millones en ATN; cifra que parece modesta frente a los $ 40 millones que obtuvo la intendencia capitalina en una sola remesa. Sólo que aquellos recursos estuvieron bajo la lupa de la Justicia, del entonces fiscal anticorrupción Esteban Jerez. La intervención federal (1991) logró $ 2,7 millones, a la gestión de Ortega (1991-1995) le llegaron $ 31,7 millones, en el mandato de Antonio Bussi (1995-1999) bajaron $ 66,3 millones y en sus dos primeros años de gobierno Julio Miranda (1999-2003) recibió $ 6,1 millones. Todos recursos no reintegrables.

La Justicia investigó porque hubo un caso, el de Lules, en el que se observó un desfase de $ 1,8 millón entre lo recibido y lo que se registró. Hubo otro caso curioso en Garmendia: la comuna recibió un ATN de $ 2,5 millones para obras públicas, pero la empresa constructora involucrada dijo que sólo había recibido $ 90.000. En suma, los ATN estuvieron bajo sospecha durante esa década. Cuando Bussi finalizó su gestión dijo que no había tocado un centavo de los fondos provenientes de la Nación en ATN, porque sólo había actuado de intermediario entre el Gobierno nacional y los municipios peronistas. Puenteada, que le dicen.

Hay otros datos interesantes de ese tiempo. En esa época, la entonces diputada Olijela Rivas tramitó $ 12,8 millones en ATN, su par Alberto Herrera gestionó $ 5,5 millones y Miranda $ 1,1 millón. Otros nombres que aparecían a la lista de gestores de aportes nacionales eran los de Julio César Díaz Lozano, Miguel Camel Nacul, Ortega y el Foro de Intendentes. Es política, no economía; como dijo Alfaro. En otras palabras; para satisfacer necesidades económicas, hay que recurrir a la acción política. El menemismo protegió a los suyos, a los de su mismo partido, a los que declararon seguidores del hombre que prometió la revolución productiva y el salariazo en la campaña electoral. Hoy, el de Cambiemos, el que prometió eliminar Ganancias y “pobreza cero”, hace lo mismo con los suyos. Nada cambió. A no escandalizarse; cada cual aprovecha su posición.

Un poco más, un poco menos

Este año, desde el poder se van a meter mano a los recursos de libre disponibilidad porque es un año electoral, los más próximos van a gozar de algunos placeres y mieles; los más lejanos van a tener que rogar un poco más y recibir un poco menos. Los ATN, como se dijo, son para atender emergencias y desequilibrios financieros. Pero, por aquellos “años dorados” del menemismo, en Yerba Buena se llegaron a tomar préstamos a cuenta de los futuros ATN. En 2002, por ejemplo, “Chiche” Duhalde, por entonces primera dama, trajo un ATN por $ 2 millones “para equipar a las fuerzas de seguridad y para evitar saqueos”, ya que en la Nación se consideraba a la provincia como una plaza socialmente inestable.

A no sorprenderse: si estás cerca del poder serás beneficiado; si estás lejos, aguarda sólo las migajas. La centralización de los dineros públicos es lo primero que resalta y luego la discrecionalidad de la administración de los fondos para beneficiar a los amigos del poder.

Modos de relacionarse

Es lo que vino ocurriendo en los últimos años; porque primero se entendió que a los que apoyan había que resarcirlos cuando se accede al poder, pero eso luego derivó en el sometimiento institucional de que maneja la botonera. ¿Macri le agradece de esta forma a Alfaro el haberlo apoyado en 2015? El intendente capitalino aprovechó la cercanía, los vínculos políticos para conseguir este auxilio económico. Para lo que él es el usufructo político de las relaciones entre dirigentes de un circunstancial mismo espacio político; para otros no es más que la continuidad del esquema de premios y castigos impuestos en la gestión anterior. El resultado es el mismo por ambas vías, la forma de relacionarse es lo distinto.

Entonces, ¿Alperovich tenía razón cuando decía que apoyar al Frente para la Victoria a nivel nacional implicaba asegurarse fondos de los amigos? Y sí, en ese esquema de ver las relaciones institucionales desde la misma vereda política. Sólo que hubo una mirada sospechosa sobre si las ayudas económicas tenían más que ver con la cercanía partidaria o con la necesidad de asegurarse lealtades a cambio de dinero. ¿Miedo al castigo? Es una forma perversa de mirar la acción política y de construir un espacio propio basado en el accionar de la caja única, o de la centralización de los recursos. Los desbordes, o deslices, de este esquema terminaron en corrupción.

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