Volvió para despedirse

Volvió para despedirse

Entre rumores e incertidumbres, una gran cantidad de espectadores asistió a un nuevo paso de la caravana por los Valles Calchaquíes.

UBICADOS DESDE TEMPRANO. Si bien los tramos de enlace no son tan emocionantes como los especiales cronometrados, tienen la ventaja de que las máquinas puede ser apreciadas desde cerca. la gaceta / fotos de Santiago Arnedo (enviado especial) UBICADOS DESDE TEMPRANO. Si bien los tramos de enlace no son tan emocionantes como los especiales cronometrados, tienen la ventaja de que las máquinas puede ser apreciadas desde cerca. la gaceta / fotos de Santiago Arnedo (enviado especial)
12 Enero 2017
Exactamente una semana después de su primer paso, el Dakar volvió a transitar por los Valles Calchaquíes. Esta vez el ingreso fue a la inversa, comenzando por La Serenata, en Cafayate. El rumor de que las máquinas no iban a ingresar a la zona, ni la falta de certeza sobre el horario de paso, fueron suficientes para impedir que, desde las 8, la gente comenzara a improvisar tribunas a orillas del puente del río Chuscha.

Como suele suceder, la información boca a boca circuló mucho más rápido que cualquier comunicado oficial, y se fue tergiversando con el correr de las horas. Desde el norte de Jujuy llegaban las noticias del alud que impidió el paso normal de los pilotos y de los vehículos de la organización, que debieron esperar para continuar su rumbo a Salta.

Desde muy temprano, Raúl y Graciela, una pareja de salteños con varios años de casados encima, se apostaron a esperar el paso de las máquinas amenizando la espera con unos buenos mates. “Tengo dos horas de sueño. Me dijeron que ya venían, pero todavía no pasa nada”, se resignaba Raúl, autoproclamado fanático de los Peugeot. “Son monstruos, son fabulosos”, describió sonriente, junto a su esposa.

La aparición de los vehículos de la organización en el horizonte de la ruta nacional 68, la que une Salta con Cafayate, fue el indicio que todos esperaban: los competidores y sus bólidos todoterreno estaban cerca. Poco les importaba a los espectadores que, por ser tramo de enlace, no pudieran ver a las máquinas demostrando toda la furia de sus motores como hace una semana, cuando los vieron en competencia pura. El público asistió igualmente para saludar a los pilotos, como agradeciéndoles por atravesar sus pagos.

#Dakar

- ¿Sacaste muchas fotos?

- No, pero los filmé. Después voy a subir los videos a Facebook.

La contestación fue de Ignacio, un cafayateño de apenas nueve años, ubicado en otro de los puntos de observación, una plaza cercana al río. Claro, la experiencia de ver un Dakar no está completa si no se la comparte.

Al lado del pequeño, sonaba un acento extranjero, pero claramente distinguible: el de Claudio y Fernanda, un aventurero matrimonio de San Pablo, Brasil. “Venimos recorriendo todo el valle en auto. Llevamos 3.300 kilómetros y vamos a completar 8.500 en total”, comentó Claudio, entre foto y foto.

En la otra entrada de Cafayate, más cercana al río Loro Huasi se encontraba Rosana, envuelta en una bandera argentina. “Siempre viajamos a todos lados con esta bandera”, contó la mujer oriunda de Gualeguaychú, acompañada de su familia. “Siempre en nuestras vacaciones coincidimos con el rally. Cuando fuimos a Capilla del Monte, Córdoba, hace dos años, íbamos con el Dakar por la ruta. Es una pasión única. Lo que más me gusta son las motos”, concluía la entrerriana

Ya camino a Tolombón, el último pueblo antes de ingresar a Tucumán, el aire olía a cabrito al fuego. “Pini”, un popular personaje del Valle, manejaba la parrilla preparando el manjar para un restaurante del lugar, acompañado por un grupo de turistas bolivianos.

Colalao del Valle también vibró al ritmo dakariano. Las banderas argentinas ondearon como si fueras de a cuadros en cada esquina por donde pasaron los protagonistas.

El Dakar pasó una vez más por los Valles y dejó emociones a lo largo y ancho de estas tierras. Para los lugareños, se trata de un evento que esperan largamente, y que esperan poder seguir apreciando cara a cara en los años por venir.

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