Los mejores libros de 2016
08 Enero 2017
El panteón de un intelectual lúcido

“Lo admirable es que un ser humano como lo somos nosotros pueda crear un momento de belleza que nos expande, abre las puertas de la percepción, genera imágenes nuevas, o trasplanta brotes de ideas” anuncia Tomás Abraham en el prólogo de Mis héroes, los “ensayos de admiración” sobre literatura, cine, arte y música, publicados por Galerna. A primera vista el filósofo y escritor pone en práctica esa admiración y crea un personaje fascinante en cada ensayo. Así La dolce vita de Federico Fellini, La mujer justa de Sándor Márai o Las variaciones Goldberg ejecutadas por Glenn Gould, a través de su mirada irreverente resultan experiencias nuevas, sin importar cuantas veces se hayan visto o escuchado antes. El origen de cada ensayo es el momento de belleza de la primera impresión de ciertas obras que lo conmovieron. Ese instante único se proyecta en el mundo que construye Abraham a partir de cada uno de sus héroes.

© LA GACETA

Poesía reunida de Santiago Kovadloff

Hombre reunido abarca, a modo de prólogo, una reflexión –que no será la única a lo largo del libro- donde el autor despliega su desolemnizadora idea de que la poesía es “tránsito y fugacidad”. “Brota y se extingue. Lo suyo es, como vivencia, instantaneidad. Nadie obra como poeta sino circunstancialmente”...

A la introducción la siguen poemas tomados cronológicamente: Zonas e Indagaciones (1978), Canto abierto (1979), Ciertos hechos (1975) Ben David (1988), El fondo de los días (1992), Hombre en la tarde (1997), Ruinas de lo diáfano (2009), Líneas de una mano (2012) y Hecho de cosas pequeñas (2015).

Su poesía, siempre eficaz y nunca convencional, es la de un “hombre reunido” (re-unido) estrechamente a lo cotidiano, lo ignorado, incluso podría decirse lo antipoético o lo desechado por la lírica corriente: anteojos, vecinos, ventanas, cafés, como el poema que dedica al café Le Pont.

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Política, sexo y periodismo

Su nueva novela contiene grandes dosis de política, terrorismo, sexo y periodismo amarillo, con una tensión propia de una novela policial. La historia transcurre en la década del 90 en Perú, durante la dictadura de Fujimori. El dueño de un periódico de chismes intenta chantajear a Quique, un empresario millonario, con unas fotos en las que éste, que tiene una reputación que cuidar, aparece participando de una orgía. A su vez, la mujer de Quique comienza a tener un devaneo homosexual con su mejor amiga de toda la vida. La novela abunda en asesinatos, sorpresas, historias de rencores y frustraciones, y tiene una intensidad sexual narrada de manera espléndida. Una de las grandes virtudes de Vargas Llosa es que puede incluir en sus obras un contenido político explícito y no morir en el intento; sino todo lo contrario (sería un buen ejercicio preguntarnos qué escritor argentino es capaz de concebir una novela aceptable con alusiones directas a, por ejemplo, la década de Menem).

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Thriller psicológico atrapante por sus giros

Rachel, la protagonista, espía vidas ajenas. Vidas que anhela, que podrían ser la suya y que, de hecho, se parecieron demasiado a lo que fue su vida. Ahora es una treintañera sumida en una crisis personal generada, según ella misma concluye, por errores fatales. Todas las mañanas toma un tren a la misma hora, desde las afueras de Londres hacia el centro. Diariamente, desde su vagón, escudriña la casa de su ex marido, habitada por su nueva esposa y el pequeño hijo que tienen en común. También espía a una pareja que vive en una casa cercana, con una vida aparentemente perfecta hasta que, de pronto y de acuerdo a lo que se entera por las fotos en los diarios, la mujer espiada desaparece. Ese hecho le da un sentido a la vida de Rachel; averiguar qué hay detrás de esa desaparición.

Se trata de un libro atrapante, con un ritmo sostenido, apoyado en una trama con múltiples vueltas de tuerca. Distintas versiones sobre los hechos que rodean la desaparición abren dudas en el lector y alimentan el interés por detectar las inconsistencias de los diversos relatos.

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Lúcidos ensayos y polémicas de Guillermo Martínez


De alguna forma, los ensayos de La razón literaria proponen, en líneas generales, una continuidad de argumentación con los ensayos de La fórmula de la inmortalidad. Aunque no se trata de un sistema de pensamiento, se podría decir que articulan una posición teórica clara sobre algunos problemas literarios y extraliterarios. Martínez elabora razonamientos para pensar los valores de una pieza literaria, la posición conflictiva del escritor de culto, el problema de la transposición de las obras literarias al cine (en un ensayo publicado originalmente en LA GACETA Literaria), la corriente estética que surgió a partir de las ideas literarias de César Aira, las formas de criticar la Feria del libro, la definición de un escritor, la relación de la vida real con la ficción. Algunos ensayos son breves y otros, más largos, enumeran razones para sostener o criticar una hipótesis. En todos los casos, Martínez concentra sus ideas para atacar o defender como si el campo literario fuera un tablero de ajedrez racionalista.

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La vida de Carlitos Menem


Entiendo que exista, al menos en principio, cierto prejuicio hacia este hijo de un ex presidente que suele meterse en escándalos, que sale en la tele por líos con la Justicia y que se le da por participar en programas como Gran Hermano. De Masi escribe una crónica que se lee casi sin aliento... Le pregunto a De Masi por qué lo eligió como personaje para este libro sobre el que trabajó durante casi cinco años: “Quise saber cómo vivía un muchachito que lleva la cara de su padre, que lo negó 26 años. Un padre que fue presidente dos veces en democracia. Quise saber qué había detrás de su flacura y también de su obesidad. Por qué respondía a los tiros cuando un camionero le pedía que corriera su auto para poder avanzar...Me encontré con una historia siniestra, con hachazos de felicidad. Pero además creía, y creo, que es posible contar un momento de nuestro país a través de Carlos Nair. Una época de mucha ostentación, de falso brillo, de lolitas, de casas fastuosas en Pinamar, de funcionarios públicos bronceados en Miami. Mientras todo eso pasaba en los noventa un hijo del presidente era negado, ocultado y amenazado de muerte”.

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Cuentos con tono propio del tucumano Santiago Garmendia

Garmendia, que es profesor de filosofía, logra la hazaña difícil de poner en escena teorías, personajes y manías de la fauna intelectual que rodea al mundo de los libros, con una ironía suave y certera que se parece a la ternura. Leí durante una mañana entera, inmóvil, abducido, una tras otra las historias del libro. Diré que algunas, como Labastida o el gran libro del mundo, El tesoro, o Quenta Brito, podrían pertenecer a cualquier antología del gran cuento argentino. Estos tres cuentos tienen conexiones profundas con problemas filosóficos, con nuestra historia reciente, con la experiencia de transmutación radical que puede ser la lectura. Pero el trasfondo “teórico” de simbolismos no abruma nunca el aliento vital y la gracia de las situaciones y los personajes. En estas y en todas las demás historias campea el mismo espíritu agudo, despierto, y lo que Borges llamaría un modo de enunciación, un tono propio y reconocible. Un autor para descubrir y un libro que devuelve una por una todas las felicidades de la lectura.

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Nueva novela del escritor tucumano Adolfo Colombres

La primera parte cuenta la historia de Edmundo, quien abandona a su mujer y a su único hijo, Cristian, que será protagonista de las siguientes secciones de la novela. Edmundo no regresará por sus propios pies. La empresa deberá ser llevada a cabo por el hijo, acuciado por la necesidad de conocer quién es su padre y cuál su destino. Cristian partirá luego y en ese viaje se dará cuenta de que el único deber de todo ser humano es la anagnórisis, el viaje a las propias Islas Marquesas, el descubrimiento de “la perfecta forma que supo Dios desde el principio”. Está ahora en condiciones de entender cabalmente a su padre. Pero al tiempo de su regreso, Edmundo se ha suicidado. Repito: no se trata de una tragedia. Siempre que alguien logra redondear una historia que ha quedado abierta en una rama más alta del árbol familiar, el árbol íntegro sana. Cristian resulta una mejor versión de su padre. Y eso siempre es una buena noticia.

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Caminos paralelos en una relación paterno-filial


Luego de la muerte de la madre de Eduardo, padre y único hijo se encuentran cara a cara, en los prolegómenos de una nueva forma de vincularse. “En los meses que siguieron al entierro de mi madre, vi a mi padre hacer cosas raras o cosas que, por lo menos, nunca le había visto hacer. De pensar que sin mi madre él andaba a la deriva, pasé al extremo opuesto y concluí que mi padre se mostraba al fin como era”, dice el narrador y escritor en un discurso unívoco.

Mientras Eduardo emigra a París con su pareja, su padre se va convirtiendo en escritor. Ambos construyen sus novelas en continentes distintos; quizá intercambiando geografías cada uno intenta liberarse del otro. Mientras Eduardo realiza su investigación en Inglaterra para la novela que tiene en elaboración, descubre tanto secretos de Jozef, el personaje que está creando, alter ego de Joseph Conrad, como de su propio padre...

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La sutil ferocidad de Martín Kohan


Hay un efecto elusivo en cada línea de la nueva novela de Martín Kohan, una sensación de paso de baile: el centro de la escena nunca se nombra o se pierde en el detalle conciso y pragmático.

Una banda de pornógrafos fotografía niños desnudos. Está compuesta por un sacerdote pudoroso, un equipo de cámara con ciertos reparos, un modelo masculino selectivo y niños “fuera de lugar”: huérfanos, abandonados, enfermos. Siempre actúa la distancia, el viaje, los lugares recónditos como una táctica de la dispersión (de la Precordillera al Litoral, del Litoral al Conourbano). El policial va tensando la crueldad social de la narración, la cadencia de una prosa angustiante que termina en el alivio del punto final. La pregunta por lo eludido detecta el hilo de la tensión (más allá de los niños desnudos, el falso suicidio de uno de los cómplices), un deseo de expandir los límites de lo narrado, una teoría práctica sobre la novela contemporánea: el reino de la sutileza feroz.

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