Atropellados
El 80% de los autos particulares que circulan por el centro tucumano trasladan a una sola persona. Esto significa que movemos una máquina de una tonelada o más de peso, de entre cuatro y cinco metros de largo, por dos de ancho, en promedio, para llevar a un solo ser humano, en algunos casos por apenas unas cuadras.

Es un modelo de transporte inviable por donde se lo mire. Un motor a combustión de dos mil o más centímetros cúbicos, altamente contaminante, que quema combustibles fósiles, petróleo o gas, y que ocupa bastante espacio y hace ruido.

Este no es un problema sólo de Tucumán, sino del mundo actual, que ha ido empujando a las personas a la costumbre de trasladarse de esta forma. Las ciudades han ido evolucionando en torno de los vehículos. Se han ido diseñando y adaptándose alrededor del auto más que de las personas. Cualquier ciudad moderna tiene más metros cuadrados de pavimento que de veredas y 10, 20 y hasta 50 veces más superficie de asfalto que de espacios verdes.

Autodependientes

Es un modelo de ciudades creado a imagen y semejanza de la industria automotriz, que no se limita únicamente a vender vehículos sino que va desde el combustible, su búsqueda, extracción y venta, hasta las compañías de seguros, la accidentología, la industria farmacéutica y hospitalaria, los repuestos, accesorios, talleres mecánicos y servicios técnicos, entre otras decenas de rubros que dependen de este negocio mundial.

En el caso de los tucumanos es mucho más grave el problema, porque esta ciudad carece de transportes alternativos eficientes.

Otras ciudades “autodependientes” cuentan con más y mejores servicios de ómnibus, trenes urbanos, subtes, tranvías o metrobuses, además de un importante tránsito peatonal y ciclístico.

La consultora internacional Mercer publica todos los años un ránking de las ciudades del mundo de acuerdo a su calidad de vida.

El informe es el más confiable que existe en esta materia, porque se elabora para las multinacionales y empresas importantes que deben evaluar cuánto más o menos pagar o cómo compensar a sus empleados por las dificultades que enfrentarán cuando son enviados a vivir a otra parte, como por ejemplo, de Nueva York a Bogotá o de Londres a Buenos Aires.

El estudio evalúa 39 categorías y varias de ellas están vinculadas directa o indirectamente al transporte: variedad y excelencia del transporte público, calidad del aire y contaminación sonora, tránsito y congestionamientos o espacios verdes, peatonales y recreativos. Entre otros ítems que se analizan figuran seguridad ciudadana, violencia, viviendas, servicios médicos y hospitales, relación salario-costo de vida, tiempo libre, etcétera.

Las mejores del mundo

Los últimos siete años Viena encabezó esta lista. Según el informe, una de las claves por la que la capital austríaca lidera el ránking es su transporte público, al que definen como “fantástico”.

La combinación de trenes, tranvías y colectivos hace que sea muy fácil llegar a cualquier parte de la ciudad y en muy poco tiempo. Y un pase (especie de abono) para moverse por toda la ciudad y por cualquier medio cuesta unos 30 dólares por mes (unos 500 pesos).

Casi lo mismo que gasta un tucumano por mes para ir a trabajar mañana y tarde en ómnibus. Y no para moverse por toda la ciudad, las veces que quiera, en transportes rápidos, limpios, puntuales y climatizados.

Viena cuenta además con una de las mejores redes de ciclovías de Europa y el tránsito peatonal es prioridad absoluta.

Otros factores que elevan el puntaje de Viena es el bajo precio de las viviendas y los alquileres. Durante los últimos años la gestión municipal social demócrata ha subsidiado fuertemente la construcción de viviendas y por eso son baratas y de buena calidad.

Si bien el ránking de Mercer está repleto de ciudades europeas, no todas lo son. La segunda en mayor calidad de vida es la suiza Zurich, pero la tercera es Auckland (Nueva Zelanda) y la quinta, después de Munich, es la canadiense Vancouver.

La ciudad latinoamericana mejor ubicada es Montevideo, en el puesto 78, y Buenos Aires en el 93 (aunque es la única ciudad argentina que se ha medido).

A nivel local, un estudio de investigadores del Conicet que evaluó a más de 500 departamentos de la Argentina, concluye que las ciudades con mejor calidad de vida del país son Mendoza, Ushuaia y Bariloche.

Esta investigación mide además de transporte, espacios verdes, cursos o espejos de aire, limpieza y basurales a cielo abierto, entre muchos otros ítems. En la categoría “calidad de vida medio ambiental” Buenos Aires se encuentra en el puesto 200.

Motomanía

En la última década, Tucumán encabezó varios años el ránking nacional en venta de motos, superando a ciudades como Buenos Aires, Córdoba y Rosario.

Este dato es muy fuerte y enciende todas las alarmas, porque no refiere a una situación de bienestar socio económico, sino que indica que el Gran Tucumán está en emergencia en materia de transporte público.

La moto se ha transformado en el verdadero transporte público de los tucumanos, a falta de otros medios. Los ómnibus no llegan a todas las zonas del Gran Tucumán o a veces no sirven para interconectar dos puntos. Y cuando llegan, lo hacen de forma deficiente, impuntual y en una frecuencia insuficiente.

Los taxis tienen tarifas prohibitivas para un gran porcentaje de la población, pero además no circulan cuando llueve (en Tucumán no es menor) o es una lotería conseguir uno en horarios picos. Tema aparte es el estado lamentable que presenta la mayoría de los autos y la pésima educación de muchos choferes.

Sin alternativas

Frente a este panorama, el tucumano que trabaja o tiene hijos para llevar y traer, es decir que no puede fallar porque llueve, o por la hora pico o por la zona donde vive, no tiene otra opción que comprar un auto o una moto, según sus posibilidades. Así y no por otra razón se llegó a encabezar las ventas de motos a nivel nacional, por encima incluso de ciudades con el doble o triple de población.

Con alrededor de 300 víctimas por año (un muerto cada 30 horas), hoy Tucumán es el tercer distrito con más muertes por accidentes de tránsito del país. Otra consecuencia de la emergencia no declarada de transporte que soporta la ciudad.

Son 300 muertos al año pero miles de heridos, muchos con secuelas de por vida.

Millones de pesos mensuales en daños materiales, gastos médicos, años de medicación y tratamientos, combustible, y pérdidas de mano de obra y fuerza laboral.

La mayoría vidas jóvenes inutilizadas o disminuidas para siempre.

Millones de pesos mensuales que podrían invertirse en trenes, metrobuses o tranvías.

Millones mensuales que son miles de millones anuales que podrían destinarse a ciclovías, más peatonales y a desalentar el uso de autos y motos, al menos en el centro que ya está colapsado hace años.

Por cada persona que deja su auto y se sube a un taxi baja el 50% el tránsito automotor. Lo mismo que por cada auto particular que lleva a dos pasajeros en vez de uno cae a la mitad el tránsito. Así de fácil y así de mucho. Ni hablar si en vez de a un taxi subimos a un tren o a un metrobús.

Un cambio personal

Los gobernantes que nos han tocado en suerte en los últimos años sólo han agravado el problema. Han demostrado que carecen de voluntad aunque también de ideas. Pero también la sociedad debe contribuir y hacer su aporte, cada uno desde su propio lugar. Hay gente que saca el auto para moverse diez cuadras o menos. Eso es criminal, en el contexto de la realidad actual. Y además es profundamente egoísta. Diez cuadras de saludable caminata, que a paso promedio demandan 15 minutos. Menos de lo que a veces lleva conseguir estacionamiento. Y gratis.

Diez cuadras y un auto menos, una combustión menos, un ruido menos, un accidente menos.

Está bien enojarse con la ineptitud de los administradores, pero también hay que mirar al espejo y preguntarse qué hacemos nosotros cada día por la ciudad, ¿la mejoramos o la empeoramos?

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