Un año entero mirándose de reojo

Un año entero mirándose de reojo

No hubo sorpresas en el cierre del año. Los principales referentes políticos de la provincia completaron el 2016 tal como lo comenzaron. Las últimas dos semanas mostraron que las internas en las dos tríadas que conducen al oficialismo y a la oposición están intactas y que cada uno se mantuvo fiel a su estrategia.

Como a lo largo de los últimos 365 días, el Acuerdo para el Bicentenario vibró al ritmo de la desconfianza entre los líderes de una sociedad que saben por qué y para qué están juntos, pero que no tienen muy en claro cómo mantenerse unidos. José Cano, Domingo Amaya y Germán Alfaro se miran de reojo constantemente, y esa endeble alianza hace que ante el menor temblor que se produzca cerca, ellos también tiemblen. Ocurrió a principios de la semana pasada, cuando Mauricio Macri echó desde la Patagonia a Alfonso Prat Gay. Los rumores sobre una seguidilla de cambios se desplazaron al área del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, y en consecuencia los nubarrones se posaron encima del tucumano Amaya, secretario de Vivienda y Hábitat. El ex intendente kirchnerista pasó horas de susto, porque -además- su área fue una de las más afectadas por la reasignación presupuestaria. Pasado el temor y ya más calmo, nadie le quita la sensación de que desde las oficinas del Plan Belgrano se alimentaron esas versiones acerca de su partida. Por supuesto, el canismo lo niega pero, más allá de dónde hay surgido el rumor, la tensión que hay entre los ex compañeros de fórmula aviva la desconfianza mutua.

Como prueba de que no sólo entre el radical y el peronista hay desencuentros, sino que los recelos cruzan a los tres por igual, Cano y Amaya se encargaron en la semana también de tomar distancia de Alfaro y de mandarle un mensajito de fin de año. El intendente quedó bajo observación porque tres legisladores ligados a él acompañaron con su voto al oficialismo legislativo en la avanzada contra la Justicia. Lejos de arropar a su socio, los funcionarios macristas se reunieron sin él y firmaron -también sin invitar al intendente- un crítico documento contra el Gobierno y un pedido al Colegio de Abogados para que vaya a tribunales contra la reforma judicial. Aunque aseguren que no fue a propósito, ese vacío y en ese momento particular no puede resultar casual, mucho menos cuando uno de los mayores reparos que por lo bajo le formulan Cano y Amaya a Alfaro es la buena relación que mantiene con el vicegobernador, Osvaldo Jaldo.

Alfaro también confirmó en estos días que fue el único opositor que aprovechó el año del Bicentenario para hacer política. El intendente comenzó su gestión birlándole un concejal al oficialismo provincial y soplándole la conducción del Concejo Deliberante; y cerró 2016 sacando réditos a partir de una torpeza del gobernador, Juan Manzur, y explorando adhesiones en un sector de la sociedad poco afecto al peronismo. El mandatario, sin dar siquiera un argumento, se desentendió del futuro de la histórica casa Sucar y dijo que la Provincia no la expropiará. El intendente capitalizó el desdén del mandatario y ofreció un trueque a los dueños o la expropiación del inmueble, para evitar su demolición. Termine como termine la historia de la casona, por lo pronto Alfaro logró diferenciarse políticamente de Manzur a tiempo.

Una mención especial amerita la relación que forjaron el jefe municipal opositor y el mandatario oficialista. En una primera instancia, Alfaro fue sumamente crítico del responsable provincial; sin embargo, le sacó lo que quiso: refinanciación ventajosa de la deuda municipal y hasta un préstamo sin interés. La última apuesta, los $ 85 millones que dice le corresponden de un giro que le hizo la Nación a la Provincia por la coparticipación, quedó trunca. Pero mientras tirotea a Manzur, negocia con funcionarios nacionales el envío de fondos. Ya para despedir el año, el intendente le envió una salutación especial a los inquietos macristas tucumanos al decir que su esposa, Beatriz Ávila, no sería candidata en los comicios para diputados. Laura Costa, la delegada del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, brindó para que esas palabras se conviertan en realidad en la cena de Año Nuevo.

También en el oficialismo los roles que ocupan cada uno están bien definidos, aunque el proceso electoral que está por comenzar puede acelerar definiciones. José Alperovich juega el papel del conductor en las sombras y disfruta de mantener en pie la sensación de que en cualquier momento puede reaparecer. Opositores y oficialistas están inquietos por esa posibilidad. Manzur, en tanto, insiste con mantenerse ajeno a las cuestiones políticas de entrecasa, y acumula horas de vuelo. Su mayor preocupación en 2016 fue despojarse de los fantasmas judiciales que lo acorralan, y congraciarse con Macri para recibir beneficios. En todo quedó a mitad de camino y nada hace presumir que esa situación vaya a cambiar en los próximos meses. Mucho menos en un año electoral, en el que el principal argumento de campaña de la oposición será revolear las denuncias de fraude que instalaron en 2015.

Mientras Manzur tiene para entretenerse con esos menesteres casi personales, Alperovich y Jaldo mantienen una tensión aparte. Al tranqueño todos miran de costado porque maneja una caja de casi $ 2.000 millones y porque a él peregrinan los justicialistas de todos los espacios. En las últimas horas cobró fuerza una versión inquietante, que da cuenta de una silenciosa avanzada alperovichista contra el vicegobernador. Los contratos de personal de la Legislatura son usados para contener o para atacar, según la ocasión. La segunda alternativa sería la escogida en esta oportunidad. En el fondo, no son más que codazos para llegar mejor acomodados al armado de las listas de candidatos a diputados. El entorno del actual senador nacional arroja nombres y siente que no encuentran el sí rápido que hasta hace un año hubiesen recibido.

Después de un año de tanteos, el 2017 que está despabilándose promete dejar un GPS con rutas más actualizadas para 2019, el destino al que las dos triadas que manejan la política local pretenden llegar.

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