El lenguaje de la vida

El lenguaje de la vida

La búsqueda de huellas que trazan un recorrido existencial. VIVIR ENTRE LENGUAS - SILVIA MOLLOY (Eterna Cadencia - Buenos Aires)

ENTRAMADO. Tres lenguajes trazan la memoria en la obra de Molloy.  ENTRAMADO. Tres lenguajes trazan la memoria en la obra de Molloy.
31 Diciembre 2016

A partir de Barthes pensamos que las emociones, la pasión, el carácter o el deseo, que suponíamos reales, no son más que lenguaje. Esta idea adquiere una dimensión nueva en Vivir entre lenguas, la nouvelle inclasificable de Sylvia Molloy.

La historia es simple y se mueve en hilos: tres lenguajes entrelazan la esencia de la memoria, siempre en traducción. Molloy vive en Nueva York desde hace décadas y habla inglés desde los 3 años, más tarde llegaría el francés; sin embargo su lengua natural sigue siendo el español. Ahora simultáneos, esos lenguajes fueron tiñendo de una afectividad diferente la experiencia y la forma de percibir el mundo. La búsqueda de esas huellas, por momentos intraducibles, trazan un recorrido de vida, que ella hace delicioso en la escritura.

No es casual que la nouvelle termine con una pregunta. Molloy visita los tópicos de la autobiografía -la casa materna, infancia, escuela, amigos, iniciación, vínculos, viajes- y atraviesa el discurso propio a partir de la escritura: es el lenguaje el encargado de detonar las emociones. Una y otra vez aparece la necesidad de “switchear” de un idioma a otro, hacer desaparecer las fronteras que los contienen. Ese “switch” es una clave y un intento por encontrar el territorio propio para escapar de la intemperie del lenguaje. En esta trama el recuerdo abre sentidos, no los cierra. Y cada momento tiene la textura del lenguaje en el que fue vivido.

La narración fluye en el vaivén de reflexiones, un rasgo que acompaña toda la obra de esta autora. Cada escena capta la vitalidad de la experiencia. De algún modo Molloy ilumina las zonas inciertas de las lenguas y consigue nombrar lo extraño, incluso lo extraordinario. Así retoma las líneas que explorara en Varia imaginación. Es decir, el intento (exitoso) de quebrar las formas del yo y aventurarse en la realidad a partir de recortes, sin caer en la tentación de explicarlos. Si en esos relatos la autobiografía era una experiencia sensorial de un mundo erudita, en Vivir entre lenguas, la apuesta va más allá y alcanza lo indecible.

“Hay (es necesario encontrar) un punto de apoyo y desde ese punto se establece la relación con la otra lengua como ausencia, más bien como sombra, como objeto de deseo lingüístico. A pesar de que tiene dos lenguas, el bilingüe habla como si siempre le faltara algo, en permanente estado de necesidad”, escribe al hablar de las elecciones. Quizá esa sombra sea el impulso, siempre presente, para saltar al otro lado y ser en lengua propia.

© LA GACETA

VERÓNICA VOIX

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