De la inclusión a la calidad educativa

De la inclusión a la calidad educativa

Con la retención no alcanza si la escuela no prepara para responder a la incertidumbre.

TEMA PARA DEBATIR. Las pruebas de calidad educativa dividen opiniones. la gaceta / foto de FRANCO VERA TEMA PARA DEBATIR. Las pruebas de calidad educativa dividen opiniones. la gaceta / foto de FRANCO VERA
Los festejos por el Bicentenario le imprimieron un clima particularmente festivo al campo de la educación, que de alguna manera se volvió transversal, porque impregnó toda la agenda. Sin embargo, la fiesta no tapa el déficit que arrastra casi con cronicidad la escuela, que no es una isla en una provincia en la que 30 de cada 100 tucumanos son pobres.

Habrá quienes, con la mirada puesta en los flamantes indicadores estadísticos provinciales (que se pueden visitar en el www.tucuman.gov.ar) señalen una evolución favorable en los últimos 16 años, en temas tales como tasa de sobreedad, de promoción efectiva y de abandono, aunque no así en repitencia. De todos modos, son los mismos expertos que, aún con algunos de esos indicadores a favor, advierten que las planillas de estadísticas son fotos; pero que no dan cuenta de los procesos, de la película completa, de qué le aporta hoy la escuela a ese chico que pudo ingresar, permanecer y -tal vez - llevarse el título.

Si la consigna de la gestión kirchnerista en materia educativa había sido la de incluir a la mayor cantidad de chicos en el sistema, el reto para los que gestionan el Hoy y el Mañana es garantizar que esa población que se ha sumado a la escuela adquiera nuevos aprendizajes, nuevas competencias, habilidades, destrezas, para un mundo del trabajo que ya no es la cadena de montaje de los “Tiempos modernos” de Charlot.

Como se ha dicho este año en alguna de las tantas reuniones conjuntas que realizaron la Nación y la Provincia, es el tiempo de la educación reticular: de la educación en red. Cuando se le pregunta al ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer, cómo gestionar para este tiempo de incertidumbre, él enumera algunos desafíos para esta etapa: 1) retener a los adolescentes en la escuela (la mitad no termina el secundario); 2) vincular la educación con el mundo del trabajo; 3) recuperar el rol docente; 4) incorporar el concepto de innovación, 5) apuntar a la concentración horaria del docente en una escuela, para reforzar el sentido de comunidad entre maestro, alumnos, familia y barrio.

Establecidos esos retos, sí se observan algunas respuestas en ese sentido: Lichtmajer incorporó direcciones consistentes con la idea de modernización y de educación en red (de calidad Educativa, Artística, Educación Física, entre otras) y avanza en un área de estadísticas y evaluación educativa propia, y de monitoreo permanente del sistema educativo.

La apuesta a la educación técnica y a la científica (el crecimiento del Centro de Innovación Científica o Cideept y los aportes nacionales y provinciales a las escuelas técnicas) habla también de la necesidad de coordinar el perfil educativo tucumano con los requerimientos laborales de un medio en el que emergen cambios: a la producción tradicional del campo tucumano se ha sumado el software como opción pujante; y el ámbito del diseño también pide permiso.

De todo un poco

Pero la construcción de un nuevo pacto educativo no encuentra el camino allanado. En el universo gremial docente hay temas cuya legitimidad no se cuestiona - como el régimen de licencias o el excesivo ausentismo- pero que a veces perturban el cursado; o la necesidad de que los docentes (este año se apostó fuerte a la capacitación) puedan responder a una población joven, de códigos y hábitos inescrutables para el mundo adulto (con indicadores inquietantes en suicidio adolescente, adicciones y maternidad precoz).

También cuesta acortar la brecha ideológica cuando la comunidad discute temas multívocos como “calidad educativa” o “igualdad de oportunidades”, temas sobre los que saltan chispas cuando se discuten los resultados de las pruebas educativas, sean las nacionales o la PISA.

A propósito, el eco de esas discusiones también se ha colado en las numerosas rondas de “diálogo intersectorial” que han promovido este año los gobiernos nacional y provincial, con ONG como cogestoras, en estrecha alianza con el Estado. En algunos de esos debates confrontaron los que reconocen la necesidad de políticas compensatorias para los más vulnerables y quienes opinan (inspirados en el modelo americano del “self made man”) que la oportunidad es un bien que les es dado a todos por igual. Y que se trata de saber aprovecharla. Concepto que, por otra parte, va de la mano con el tan vigente modelo de “emprendedorismo” que esta gestión educativa está incorporando a la currícula.

Entre las asignaturas pendientes está la universalización de la “salita de tres años”, que demanda una inversión del Gobierno nacional que se hace esperar. Para una comunidad con el 26% de familias en vulnerabilidad socioeconómica, el jardín de tres urge. Para ellos, cuantas más escuela haya, más ciudadanía y más contención.

El modelo a alcanzar de “ciudad educativa” no se cumple solo con los agentes del sistema educativo: de eso dan cuenta los robos reiterados en escuelas (seguridad); o la cantidad de madres de zonas periféricas que resignan la escuela nueva del barrio para que sus hijos “estudien en el centro” (en edificios vetustos), apostando a nuevos vínculos sociales para sus chicos Apenas algunas muestras de que no hay escuela si no hay comunidad.

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