Novela que llena depreguntas al lector

Novela que llena depreguntas al lector

nueva entrega de la saga iniciada con Piquito de oro

INTERTEXTUALIDAD. Ferreyra  salpica su narración de reflexiones filosóficas y sociológicas. Boutique del Libro INTERTEXTUALIDAD. Ferreyra salpica su narración de reflexiones filosóficas y sociológicas. Boutique del Libro
24 Diciembre 2016

NOVELA

PIQUITO A SECAS

GUSTAVO FERREYRA

(Alfaguara - Buenos Aires) 

La nueva novela de Gustavo Ferreyra forma parte de una curiosa saga, iniciada por Piquito de oro (2009), donde erige un mundo alucinado y grotesco. El protagonista central es Piquito o Leonardo, un militante del Partido Obrero, profesor poco convencido, esposo dependiente, niño egoísta. Su voz es el rasgo más notable de la novela donde se alternan los relatos de Piquito, Josefina y otros. El ex militante enjuiciado por asesinato está absolutamente centrado en sí mismo, cultiva una extraña forma de delirio en el que se cuelan desde historias de los calmucos (extraños seres prehistóricos) hasta la batalla de Stalingrado. Su irresponsable y lúdica personalidad lo arrastra al fracaso.

Siete años después del crimen -narrado en la primera novela situada un poco después del 2001- Piquito acompañado de los muñecos Maloy y Cachimbo, mantiene una dependencia enferma con Josefina -“filósofa como la Beauvoir, pero más carnosa y más latina”- y atraviesa el proceso judicial. La narración está salpicada de reflexiones filosóficas y sociológicas: siempre en el borde, el lector queda desorientado por sus actos y sus diálogos. Sus afirmaciones son hiperbólicas y llenas de humor: “El PO es un feo peñasco en el mar que sólo puede tener una determinada cantidad de mejillones adheridos a él”

Su nombre reúne, según Ferreyra, dos palabras: Piquito y Piquete. En la primera acepción remite al lenguaje sin frenos de un sujeto que habla sin parar, la segunda a su condición subversiva. La tragedia de la familia se ve relativizada por el humor, que se apoya en el uso de diminutivos, en las actitudes disparatadas del personaje. La barroca narración encadena frases a lo largo de las 333 páginas: “Los argentinos somos una plaga y debiéramos ser tratados como tales”; “el individuo está hecho para la vergüenza aun cuando sea parte de un cardumen desvergonzado”; “Las sociedades afiebradas se transforman en gigantes y, aunque parezca paradójico, en gigantes enérgicos”; “Todo mesías debe generar la necesidad de sí, debe retirarse en algún momento para ser ausencia”.

El lenguaje popular se une con las reflexiones sociológicas, adhiriendo a toda una línea de la tradición literaria argentina cultivada por autores como Leopoldo Marechal. Hay una tenue separación entre mundo animado e inanimado, animal y humano. Piquito, dice el autor, es una voz literaria fundamentalmente, una voz estética, ética, moral también. La estética realista amenaza con naufragar en lo onírico, el grotesco dota de riqueza a la prosa. El militante llega tarde hasta a la Sierra Maestra a participar de la revolución con la vianda en la mochila que le preparó Josefina. La novela nos deja llenos de preguntas, sobre todo acerca del destino del personaje que se va sumergiendo en el mesianismo.

© LA GACETA

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CARMEN PERILLI   

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