Las dudas de Juan

Las dudas de Juan

El gobernador de la provincia ha perdido oportunidades y poder a raíz de su postura de indefiniciones constantes. Acarrea demasiadas ataduras. Los Ale transitan su decadencia, pero fueron un poder por encima de los poderes.

El forista Mauser disparó contra este diario. Lanzó sus críticas contra la edición de LA GACETA al final de la nota sobre la exitosa operación a un mujer que tenía un aneurisma gigante. Según él, esta noticia de salud merecía el espacio que el juicio a los Ale tenía en la tapa de ayer. Mauser es despectivo con LA GACETA y con “La Chancha”. Tiene razón o por lo menos lo acompañan innumerables argumentos. La discusión sobre la batalla entre la buena y la mala noticia aún no tiene ganadores. Tampoco se ha dirimido si el campeón debe ser el protagonista de los logros y el de los sueños o el de la incidentes y el de los delitos.

En la historia del Tucumán de los últimos 40 años, los Ale han sabido construir un poder inconmensurable al que le han temido gobernadores, jueces, legisladores, funcionarios y policías. En ese marco, más de uno ha elegido ser socio o amigo antes que discutir con los Ale.

Entraban a la Casa de Gobierno como “pancho por su casa”. Caminaban por la municipalidad sin dramas. A fines del siglo pasado casi obtienen una banca legislativa y luego fueron casi dueños de San Martín. Hubo un tiempo que los tucumanos preferían andar en los remises de los Ale “porque son seguros”, afirmaban. El mundo de la legalidad los fue incorporando. Hasta que apareció ella.

Ni el gobierno de Julio Miranda que tuvo en su equipo a Fernando Juri, confeso amigo de los Ale; ni Antonio Bussi que fue incapaz de enfrentarlos e hizo la parodia de poner una topadora en la puerta de la Casa de Gobierno. Ninguno fue serio. Tuvieron respuestas actorales. Los Ale habían sido un poder más dentro de la provincia.

Fue Susana Trimarco quien en la incansable búsqueda de su hija Marita los enfrentó y los revolcó en la trata y en la prostitución. Trimarco no le tuvo miedo a las armas ni a la trama. Ella los desbarató. Claro que como la Justicia era injusta según ella apareció Cristina Kirchner y con la prepotencia del poder avanzó.

Hizo falta que Trimarco obligara a dar vuelta el fallo de un juicio, que la política se metiera donde no debía, que se desate un escándalo nacional, que hasta la Justicia tucumana tambalee. Pero después de semejante estallido (de baja categoría institucional por cierto) los Ale, después de muchos años, se sintieron como Supermán afectado por la Kriptonita.

Los Ale, seguramente, como sostiene Mauser, no son tan importantes como para opacar un logro de científicos tucumanos, sin embargo durante muchos años el poder ha sido un aliado de ellos y de su prepotencia.

La imagen de una plaza llena y ellos arengando a sus seguidores y custodiándolos con armas hasta que algún gobernador los atienda, contrasta con la decadencia de hoy.

Es difícil obviar tanto poder en tantos años. Cambiaron los gobiernos: los hubo peronistas liberales y populares, los hubo bussistas. Todos llegaron y se fueron y ellos siempre estuvieron.

Por eso este pleito que los pone en tela de juicio por el manejo de plata acapara tanta atención. En los últimos días fueron los lectores y los foristas los que eligieron esas notas como las principales y de mayor atención.

Los Ale son un botón de muestra del deterioro institucional de nuestra provincia. Es el síntoma de un Poder Judicial que no pudo adquirir la mayoría de edad en tantos años.

Nombre y apellido

El legislador radical José María Canelada fue contundente aunque no preciso. Sugirió que la reforma del sistema de destitución de jueces tenía nombre y apellido.

Las cosas dichas a medias confunden. El legislador opositor no se animó a decir que se trataría del camarista Rodolfo Novillo, quien por el planteo de otro legislador está investigando qué pasó con los gastos sociales que supuestamente recibían los legisladores. Los oficialistas parecen tentados a destituir al magistrado que hasta ahora lo único que les pide es que muestren recibos de gastos.

El mensaje de los representantes del pueblo es idéntico a la forma de actuar del alperovichismo respecto de la Justicia o de los jueces que le incomodaban. Parece más fácil sacar del medio a quien les molesta que enderezar un sistema.

Siempre es mejor echarle la culpa al otro. O, en todo caso a la prensa.

La maldita prensa

En el Consejo de la Magistratura salió a luz el enojo de algunos consejeros por los gastos que se realizan en los viajes. Las autoridades criticadas por sus mismísimos pares no se preocuparon tanto en dar explicaciones de lo que se estaba señalando. Prefirieron responsabilizar a la prensa. El propio presidente del CAM, Daniel Posse, sugirió que se habían organizado “operacionesde prensa” para denunciar los excesos del CAM. Los viajes los hicieron los consejeros y los gastos con dineros públicos salieron a luz en una reunión del CAM. Los vocales relataron todo (ver página 6) ¿Dónde está la operación que hizo la prensa para perjudicar una institución como el CAM?

El “ni” que desnuda

El debate abierto por la revisión del impuesto a las ganancias le hizo pasar sofocones al gobernador de la Provincia. Juan Manzur quedó mal parado. No fue capaz de asumir una posición al respecto. Pudo haber acompañado el proyecto opositor y bailado la misma música con sus ex copañeros de gabinete kirchnerista y con Sergio Massa. También podría haberse unido a los gobernadores que quieren borrar el kirchnerismo y simpatizan con el oficialismo macrista, como Juan Manuel Urtubey.

Al no jugarse con ninguno se quedó solo. Extremadamente solo. Por eso el jueves por la noche cuando cenó, en ADEPA, se sintió aliviado cuando el jefe de Gabinete, Marcos Peña, le dijo “vení a verme la semana que viene”.

A Manzur le venía dando resultado sus coqueteos con la Nación, los respetos hacia la oposición macrista y hacia el oficialismo peronista en Tucumán. Pero se han empezado a dar cuenta. Lo descubrieron. Ya no convence su discurso para quedar bien con Dios y con el diablo. Está claro que así gana tiempo y distrae, pero no consolida ni un discurso ni una política. Tanto entre los dirigentes nacionales (opositores y oficialistas) como en la provincia esperan que Manzur se defina. Para él es difícil porque está tan atado a José Alperovich, como éste a la imagen de José López y sus escándalos. ¿Manzur es independiente? No, su pasado lo mantiene atado. ¿Es autónomo? No, depende de Alperovich, de los caprichos nacionales y de los legisladores que administran el territorio peronista. Demasiadas ataduras. Su sonrisa ya no puede disimular tanto, menos cuando faltan pocos meses para que empiece a pedir el voto a los ciudadanos.

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