Una visita al país de la muerte voluntaria

Una visita al país de la muerte voluntaria

TESTIGO PRESENCIAL. Maurice Pinguet recibió una beca para visitar Japón a mediados de los años 50, en pleno resurgir nipón. TESTIGO PRESENCIAL. Maurice Pinguet recibió una beca para visitar Japón a mediados de los años 50, en pleno resurgir nipón.
11 Diciembre 2016

Por Salvador Marinaro - Para LA GACETA - Shanghai

En la antigüedad clásica, existían dos maneras de comprender el suicidio: la muerte a mano propia del esclavo, un acto de rebeldía que desafiaba al Estado y afectaba la propiedad del amo, y el suicidio del sabio, que constituía un acto de extrema libertad ante circunstancias adversas. Por eso la muerte de Catón fue entendida como un acto de responsabilidad cívica, el filósofo romano después del triunfo de César decidió morir para no soportar la falta de libertades públicas. Si bien el suicidio (del hombre libre) en la época clásica no era mal visto, el Imperio Romano y la creciente influencia del cristianismo hicieron que triunfara la interpretación esclavista: todos somos súbditos de Dios (o el emperador), por ende, la muerte a mano propia debe ser condenada.

Quizás por eso, nos resulta tan extraño cómo la sociedad japonesa concibe el suicidio como un acto honorífico, noble y prestigioso. Existe una larga tradición de suicidios “gloriosos”: desde los hermanos Masashige (que se evisceraron después de perder la batalla de Minatogawa en 1336) hasta los kamikaze de la Segunda Guerra Mundial, la muerte a mano propia forma parte de la épica guerrera y las historias de amor populares. El libro La muerte voluntaria en Japón, de Maurice Pinguet, intenta comprender la genealogía de este rito a través de la historia y la literatura japonesa. Publicado originalmente en Francia en 1984, por primera vez se encuentra disponible en castellano gracias a una edición de Adriana Hidalgo.

Pinguet, compañero de Roland Barthes y amigo de Michel Foucault, recibió una beca para visitar Japón a mediados de los años 50, en pleno resurgir nipón. Se suele comparar su libro con la Historia de la locura en la época clásica: ambos comparten la profundidad histórica como base del análisis crítico. Para Pinguet, la concepción de la muerte habla de la vida: el morir en Japón es una fuente purificación y catarsis. Vuelve a la idea de Georges Bataille que la muerte es el último acto de soberanía.

© LA GACETA

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