Para las ganadoras, el premio de Números de Oro y Tarjeta Sol fue un regalo del cielo

Para las ganadoras, el premio de Números de Oro y Tarjeta Sol fue un regalo del cielo

EN FAMILIA. Victoria, Franco, Rocío, Lucas y Delfina celebraron con la abuela Eufemia el premio de $ 300.000. LA GACETA  / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.- EN FAMILIA. Victoria, Franco, Rocío, Lucas y Delfina celebraron con la abuela Eufemia el premio de $ 300.000. LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO.-
09 Diciembre 2016
“Te voy a contar una cosa al oído, mamá”, le dijo la pequeña Matilda a Nancy apenas llegó del trabajo. Ella miró hacia la mesa y Eufemia mostraba una sonrisa incontenible y los ojos bien chiquititos. Estaba lista para darle la sorpresa, pero su nieta se adelantó. “La abuela ganó los Números de Oro”, le dijo en voz baja y ahí fue corriendo Nancy a abrazar a su mamá. “Lo primero que pensé es que se había equivocado, pero volví a controlar y efectivamente había completado la tarjeta”, relata Nancy.

Ayer, Eufemia Francisca Sotelo se reunió con su familia a festejar dos cosas: el Día de la Virgen y el premio que ganó en LA GACETA. Junto con Lidia Beatriz Herrera se dividieron en dos el pozo acumulado de $ 300.000 y, como ambas son usuarias de Tarjeta SOL del Banco Santiago del Estero, las dos duplicaron el premio y se llevaron $ 300.000 cada una.

La casa de Eufemia, en Banda del Río Salí, olía a comida y a reunión familiar ayer al mediodía. Sus hijas, sus nietos y el abuelo “Tito” se habían reunido a brindar por el premio. Todavía les costaba creer que fuera verdad, pero de lo que no dudaban es de que se trató de una bendición de María en su día, un regalo del cielo.

Eufemia (Matilda insiste en decirle Eugenia, porque para ella es más fácil) tiene 66 años y es jubilada. Trabajó toda la vida en la gastronomía y ahora sigue haciéndolo. “Como no me puedo quedar quieta, lo ayudo a mi yerno en la casa de comidas que tenemos al lado de la casa”, dice la abuela ganadora. Su hija Nancy, la menor, responde rápidamente que su plato estrella son las pastas caseras. Todavía no tiene muy claro que hará con el premio, más allá de pagar deudas y hacer algunos arreglos en el techo de la casa, que tiene filtraciones. Los nietos ya le han pedido celulares y tablets y están tratando de convencerla de hacer un viajecito a Brasil ahora en las vacaciones de enero.

Para Lidia, la otra ganadora de los Números de Oro de LA GACETA, no hay dudas de que el premio es un regalo del cielo. Precisamente ayer, el Día de la Virgen, se cumplieron seis meses del fallecimiento de su marido. Su repentina partida dejó un dolor inmenso en la familia y este premio es apenas una pequeña alegría en medio de tanto dolor, según confiesa la mujer. El miércoles fue un día de buenas noticias para ella: primero, su nieto Juan Pablo salió sorteado para ingresar a la escuela Sarmiento y luego se dio con la tarjeta de Números de Oro completa. “Son regalos del cielo, sin ninguna duda”, dice la mujer, que también se reunió con su familia ayer para celebrar el premio con pizzas y empanadas y también para recordar al abuelo.

El miércoles a la mañana su hijo Miguel le dijo que se ponga linda, que iban a salir y que lleve la Tarjeta SOL. “Lo primero que pensé es que ya me iba a pedir que le saque algo con la tarjeta. Pero resulta que terminamos de almorzar y me dice ‘bueno vamos’. ‘¿A dónde vamos?’, le pregunté yo y ahí me dijo que teníamos que ir a LA GACETA porque habíamos ganado los Números de Oro”, cuenta Lidia,

Lidia tiene 70 años y es jubilada. Ha trabajado siempre en el ámbito de la salud y se jubiló como enfermera de la Municipalidad capitalina. “Todavía hay vecinos que se acuerdan de que yo era enfermera y me buscan para que les ponga inyecciones”, cuenta, siempre con cariño hacia la profesión en la que trabajó durante 40 años. La ganadora tiene dos hijos varones de 40 y 42 años y una mujer, “Yuli”, de 35. Lidia vive en un barrio del sur de la capital pero por estos días vive con uno de sus hijos, para acostumbrarse a la nueva vida. Con los $ 300.000 ya sabe qué va a hacer: arreglar el techo de la casa (“está hecho pedazos”, dice), comprar regalos para los nietos y tal vez viajar. “Dicen que me va a hacer bien, así que capaz que les hago caso”, confesó.

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