Participación de Tucumán en evaluaciones educativas

Participación de Tucumán en evaluaciones educativas

Desde hace años, se afirma que nuestro país atraviesa por una crisis educativa, que se refleja en pobres resultados en las evaluaciones. Tal vez por esa razón, levantó tanto revuelo la noticia de que la Argentina había sido excluida de las pruebas del Programa de Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, en inglés) 2015, que impulsa la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El ministro de Educación de la Nación dijo que se trató de un “error técnico”.

Según un analista del PISA, hubo omisiones en el las muestras provistas por la Argentina, ya que no incluyó a todas las escuelas que tienen alumnos de 15 años. “En el proceso de adjudicación de los datos de Argentina, se descubrió que no todas las escuelas con alumnos de quince años estaban incluidas. Sabemos que la fuente original para la lista de escuelas fue el censo de escuelas de 2013, pero actualizado para reflejar la realidad de 2015”, afirmó.

La OCDE señaló que muchas de las escuelas secundarias que ya no existen, probablemente cambiaron de nombre o fueron incorporadas a otra -y no cerradas- y esas “nuevas” escuelas no fueron incluidas. También indicó que el registro oficial de escuelas contenía errores, muchas de las que estaban registradas como que no tenían estudiantes de 15 años, sí los tenían.

El titular local de la cartera educativa anunció que Tucumán se someterá a tres pruebas educativas: una local (comenzará el año que viene), otra nacional (“Argentina Aprende”, cuya primera edición se tomó este año) y la internacional PISA de 2018. El funcionario dijo que el examen local medirá contenidos, capacidades en niños y jóvenes en los procesos de aprendizaje. Un muestreo representativo permitirá evaluar las distintas realidades porque “no es lo mismo el contexto de un niño que va a una escuela de la alta montaña que otra del centro”.

El ministro tucumano manifestó que la información estadística debe servir para fortalecer los procesos de desarrollo institucional, de las propias escuelas, pero también debe ayudar a mejorar la educación de los alumnos y a tomar mejores decisiones a los que estamos en ese nivel. “Cada evaluación nos dará una mirada desde una perspectiva, que a su vez nos puede aportar una mirada distinta de la educación”, afirmó.

La última edición de las PISA en la que participó el país reflejó que la comprensión lectora de los chicos menores de 15 años había descendido significativamente. La Argentina era el único país que había caído en los índices de lectura en forma preocupante desde 2000. El 53,5% de los alumnos argentinos se hallaba por debajo del “nivel 2”, es decir: no podían reconocer la idea principal de un texto ni realizar inferencias sencillas ni hacer comparación o contrastes; no entendían lo que leían.

Parece acertada la propuesta del ministro de someterse evaluaciones para tener una idea de dónde se hallan los puntos fuertes y los débiles en el aprendizaje. Sería interesante que también los docentes fueran evaluados porque si bien los alumnos son el reflejo de ellos, estas pruebas podrían convertirse un estímulo importante para actualizarse con periodicidad. Del mismo modo, se debería garantizar que los resultados no se prestaran a la manipulación y que verdaderamente sirvieran para efectuar las correcciones necesarias para mejorar el rendimiento, tanto de estudiantes como de educadores.

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