Esa despiadada coyuntura
Esa despiadada coyuntura
La coyuntura parece que no tiene red de contención. Una muestra de esta situación es lo que sucede en la actividad textil que ha padecido el duro golpe de la recesión económica. La industria ha mostrado una severa caída del 8%. Las estadísticas son tan frías como las decisiones empresariales frente a cíclicas tormentas financieras y comerciales. Más de un millar de familias del sector textil terminan el año en medio de la incertidumbre laboral. No es la mejor manera, ni es oportuna la época para enviar telegramas. Pero es la lamentable realidad. Al igual que los empleados, los empresarios aguardan una reacción del Estado que gestiona programas de Recuperación Productiva (Repro) para amortiguar la caída. Bajar la carga tributaria para la generación de empleo es la salida que reclaman para esta coyuntura. Los índices oficiales desnudan que hay otra manera de crear puestos; la más oscura; la menos querida: la informalidad laboral que, en el caso tucumano, embarga a no menos de 117.000 personas, que representan casi el 42% de la población ocupada del distrito.

La misma coyuntura económica empobreció entre 5% y 11% el poder adquisitivo de los argentinos, que transitan la frontera de los ingresos mínimos que se requieren para no ser considerados pobres en el país (unos $ 12.500 mensuales). La clase media sucumbió frente a una inflación que aún no fue domada. Llegan las vacaciones y es probable que la mirada se oriente hacia otras variables que no sean económicas. En el mientras tanto, en este juego de poder entre el sector público y el privado, debería surgir un paquete de acciones que tiendan a cambiarle la cara a la economía. Un esfuerzo colectivo y coordinado podría implicar medidas que bajen aquella presión fiscal a cambio, por ejemplo, de una porción de rentabilidad. La cuestión, como suele suceder en cada decisión traumática, es quién está dispuesto a dar el primer paso.

El Gobierno nacional ha mostrado, por caso, que el impuesto a las Ganancias no puede ser tocado porque, a su criterio, le resta el financiamiento que necesita el Estado para sostenerse, además de bajarle los ingresos a las provincias. Los gobernadores, en tanto, están más pendiente del mediano plazo. Las elecciones de medio turno del año que viene serán un verdadero test para medir fuerzas frente a la Casa Rosada. Allí sí hay red de contención porque, cualquiera fuera el resultado, unos se necesitarán a otros. Y una mano lava la otra. Total, el juego se reanudará en 2019.

Hablando de 2019, Juan Manzur ha dado señales claras de que ya piensa en su reelección. Las gestiones de largo plazo para megaemprendimientos en Tucumán son una muestra palpable de que su mandato no será de cuatro años. Cuentan los dirigentes que las acciones del gobernador tucumano no han sido bien vistas por su antecesor y padrino político, José Alperovich. “Se está gastando el ahorro que hicimos en más de una década”, dice uno de los hombres cercanos al actual senador nacional. Alperovich lo mira de reojo. No le hace gracia que su ahijado aspire a la continuidad al frente del Poder Ejecutivo; calla públicamente, pero en la intimidad de las reuniones de los dirigentes afines suelta críticas por la manera tan abrupta que tiene Manzur de diferenciarse con la anterior gestión. Muchos empresarios han cambiado su mirada respecto del mandatario, precisamente porque se sienten más contenidos en sus políticas respecto del anterior. Comentarios.

Esa es una de las fortalezas de Manzur; pero su debilidad sigue en la tropa interna. Es incierto cómo le responderá en las elecciones que se vienen. Un encumbrado empresario comentaba que la maquinaria electoral se mostró ayer en la puerta del teatro San Martín, con la presencia de simpatizantes políticos en un acto institucional. Esa movilización ha causado más de una mueca en el ámbito privado, se sospecha que el gobernador de turno es diferente, pero parecido en algunas mañas al antecesor. Manzur, en tanto, estuvo algo incómodo por el faltazo que pegaron varios de sus pares de la región a su asunción como presidente pro tempore de la Zicosur. La misma incomodidad que sienten sus ministros cuando recuerdan que el gobernador ha firmado un decreto dándoles tan sólo 15 días de vacaciones. Y nada más. Es por la coyuntura.

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