Del “Rancho” perdido a la gran ciudad

Del “Rancho” perdido a la gran ciudad

Una obra de Julio Chávez describe el drama por el desarraigo de tres miembros de una familia.

TRÍO EN TENSIÓN. Lamoglia, West Ocampo y Ruiz Moreno, en “Rancho”. alternativateatral.com TRÍO EN TENSIÓN. Lamoglia, West Ocampo y Ruiz Moreno, en “Rancho”. alternativateatral.com
07 Diciembre 2016

DOS FUNCIONES
• Hoy, a las 20.30 y a las 22.30, en la sala Orestes Caviglia del Ente Cultural de Tucumán
(San Martín 251).


Hace años que Clara vive en un departamento de clase media en la cuidad, luego de dejar el campo donde nació y se crió. Allí recalan su hermano Tulio y la sobrina de ambos, Susana, que está a su cuidado. En ese espacio pequeño, sin naturaleza, aire ni luz transcurre “Rancho”, la obra de Julio Chávez que esta noche se verá en la sala Orestes Caviglia, con actuaciones de los tucumanos Luciana Lamoglia y Gustavo Ruiz Moreno, y de Carolina West Ocampo, dirigidos por Lili Popovich.

“Todo tiene que ver con las diferencias, con lo distinto que se vive en Recoleta o en Cachi o lo que puede ser dormir sentado o acostado en sábanas de hilo. Todo eso los separa, los aleja. Lo que fue que ya no es”, afirma Ruiz Moreno, en diálogo con LA GACETA.

- ¿Qué les atrajo de “Rancho”?

- Es una obra realmente redondita, muchos pueden sentirse identificados tanto con la historia como con los textos. El ingenio y la agilidad de sus diálogos la hacen muy dinámica. En 50 minutos se muestra claramente el vínculo entre estas personas. Reproches y resentimientos que fueron creciendo durante todos estos años que llevan sin verse, y que salen a la luz.

- ¿Cuál es su actualidad?

- Es actual porque es una historia de vínculos entre parientes. Lo que llama la atención son los tipos de reproches que Tulio y Susana tienen para hacerle a Clara, que si bien pueden sonar desactualizados, tienen que ver con los años que estos hermanos han vivido separados, en lugares diferentes y de un modo tan distinto.

- ¿Sobre qué estética está planteada la puesta?

- Se utilizó una estética realista y costumbrista, respetando la puesta original. Fue un deseo y el consejo de Julio, porque creía que no tenía sentido cambiarla; en su momento había resultado muy bien. Él es un gran maestro y al pedirle los derechos, que siempre se había negado a ceder, no dudó en confiarnos su material que solamente él puso hace 14 años. El sello de Lili hace que este “Rancho” tenga su personalidad. Estamos muy agradecidos con ambos por su generosidad. Estamos presentándola en Buenos Aires y la repondremos en 2017.

- La obra habla del desarraigo. Tanto vos como Luciana son tucumanos en Buenos Aires. ¿Cómo lo sobrellevan?

- Se extraña, al estar lejos se pierde lo cotidiano, pero hacer lo que uno ama no tiene precio. Lo viví a los 18 años cuando fui a estudiar Veterinaria a Corrientes. Fue difícil separarme de mis afectos, era otra época y no había tanta inmediatez como hoy para comunicarme. Luego fui a Buenos Aires a hacer un posgrado y fue un segundo desarraigo, pero con otra connotación. En 2011 comencé a tomar clases de teatro, me dí cuenta que era mi real vocación y decidí dedicarme por completo a la actuación.

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