Un colaborador de Trump vincula comunismo y yihadismo

Un colaborador de Trump vincula comunismo y yihadismo

¿Qué tal si alguien dijera que China y Corea del Norte se aliaron con extremistas islámicos empeñados en imponer su ideología religiosa en todo el mundo?

MILITAR RETIRADO. Michael Flynn expuso sus puntos de vista en un libro. reuters MILITAR RETIRADO. Michael Flynn expuso sus puntos de vista en un libro. reuters
05 Diciembre 2016
Estar en desacuerdo sería una firme posibilidad. Después de todo, China y Corea del Norte son, oficialmente, Estados comunistas laicos, y el primero ha culpado a los extremistas religiosos de la violencia en las zonas musulmanas de su región de Xinjiang.

Sin embargo, tal alianza es el marco en el que el teniente general retirado Michael Flynn (es el escogido por el presidente electo estadounidense Donald Trump para ser asesor en seguridad nacional) ve a los dos países del este asiático. A la lista de conspiradores pro yihadistas y antioccidentales, Flynn agrega a Rusia, Cuba y Venezuela, entre otros.

Al designar a Flynn, Trump ha enviado la señal de que pretende priorizar la política en Oriente Próximo y las organizaciones yihadistas, aunque el gobierno de Barack Obama parece haberle enfatizado a Trump la urgencia de abordar el programa nuclear de Corea del Norte. Flynn es un crítico del islam político y ha defendido una campaña mundial, liderada por EEUU, en contra del “islam radical”. Alguna vez tuiteó que “El miedo a los musulmanes es racional”.

Acusaciones escritas

Flynn está a punto de encargarse de lo que muchos consideran el empleo de política exterior más importante del gobierno de EEUU. Se espera que coordine a las dependencias que formulan las políticas, que maneje a las voces rivales y que actúe como el principal asesor de Trump, y quizá árbitro, en política exterior.

Los pares de Flynn en el Ejército lo han elogiado por su trabajo en la recopilación de inteligencia en Irak y Afganistán. Sin embargo, otros funcionarios lo han criticado por no ser un buen administrador cuando fue director del Departamento de Inteligencia de la Defensa en el Pentágono.

Después de que lo obligaron a dejar el cargo en el 2014, empezó a denunciar la necesidad de intensificar la campaña en contra de los extremistas islámicos. El libro El campo de la lucha: cómo podemos ganar la guerra global contra el Islam radical y sus aliados, publicado en julio, es una de las pocas veces en las que Flynn ha hablado de sus puntos de vista sobre China y Corea del Norte. Las menciona con poca frecuencia, pero brindan alguna clave de cuáles son sus puntos de vista.

En la introducción, Flynn dice que uno de sus objetivos al escribir la obra es: “mostrarles la guerra que están haciendo contra nosotros. Este gobierno nos ha prohibido describir a nuestros enemigos apropiada y claramente: son islamistas radicales. No están solos y se han aliado con países y organizaciones que, aunque no son fanáticos religioso, comparten su odio hacia Occidente, en particular a Estados Unidos e Israel. Esos aliados incluyen a Corea del Norte, Rusia, China, Cuba y Venezuela”.

“Existen muchas similitudes entre estos movimientos radicales y totalitarios, peligrosos y despiadados del último siglo -anota luego-. No es ninguna sorpresa que estamos enfrentando una alianza entre los islamistas radicales y los regímenes en La Habana, Pyongyang, Moscú y Pekín. Ambos creen esa historia y/o que Alá bendice sus esfuerzos, así es que ambos quieren asegurarse de que se cuente con cuidado esta gloriosa historia”.

Sorpresiva alianza

Al inicio de su carrera, Flynn sirvió en la 25 División de Infantería en la región Asia Pacífico. “Eso me abrió los ojos al tipo de enemigos que vimos en una amplia franja del litoral del Pacífico -afirma-. Había muchos y los sigue habiendo”.

Flynn también da más de detalles sobre esa alianza mundial: “La guerra sigue. Enfrentamos a una coalición que está funcionando que se extiende desde Corea del Norte y China hasta Rusia, Irán, Siria, Cuba, Bolivia, Venezuela y Nicaragua. Nos están atacando, no sólo esos estados-nación, sino también Al Qaeda, Hesbolá, Estado Islámico e innumerables organizaciones terroristas. Basta decir que el mismo tipo de cooperación une a los yihadistas, comunistas y tiranos comunes y silvestres”, escribe.

“Esta alianza sorprende a muchas personas. En la superficie, parece incoherente. ¿Cómo, preguntan, puede un régimen comunista, como el de Corea del Norte, abrazar a un régimen islamista radical como Irán?”, inquiere.

Flynn menciona que los informes de que Corea del Norte ha cooperado con Irán y Siria en los programas nucleares y comerciales. Asevera que Irán es el “eje” de la red mundial contra Occidente.

“Los mulás ya han establecido alianzas estratégicas en nuestro propio hemisferio con Cuba y Venezuela, y están trabajando estrechamente con Rusia y China; una victoria sobre el ‘Gran Satanás’ en Irak compelerá a los países más pequeños de Oriente Próximo para aceptar a Teherán y hacer que la región sea muchísimo más inhóspita para nosotros, y nuestros amigos y aliados”, puntualiza.

Finalmente, Flynn escribe que si Estados Unidos pierde la guerra mundial, un resultado será vivir bajo “la censura absoluta que vemos en organizaciones como el Estado Islámico, Al Qaeda y el Talibán o de países como Irán, Corea del Norte y Cuba”.

Valores en peligro

El nombramiento de Flynn ha llamado la atención de algunos académicos y analistas chinos. Pareciera que son recelosos. La semana pasada, Shi Zehua, un profesor adjunto de relaciones internacionales en la Universidad de Estudios Extranjeros de Pekín, escribió en un artículo de opinión, en el periódico The Beijing News, que Flynn “padece una islamofobia grave y está lleno de simpatía por la supremacía blanca”.

Shi lanzó un interrogante duro: “¿Junto con su estilo de conducta prejuiciada, su fuerte deseo de poder estatal y por estar a cargo, y su falta de visión del panorama general, va a destruir los valores políticos estadounidenses y sus tradiciones en política exterior, junto con Trump, el analfabeta político? Realmente, es difícil decirlo”.

Una chance para Kim

John Delury, un académico de historia china y las Coreas en la Universidad Yonsei, en Seúl, Corea del Sur, leyó el libro de Flynn.

“Al general Flynn le interesa una sola cosa, combatir ‘al islam radical’, y eso significa que Asia pasa a segundo plano. Obama estaba tratando de ‘girarse’ de guerras costosas en Oriente Próximo hacia oportunidades económicas en Asia, una estrategia que se estaba implementando y que Hillary Clinton habría continuado. Sin embargo, Flynn no tiene ninguna idea de la importancia de Asia. Para él, Estados Unidos necesita enfocarse exclusivamente en su más alta prioridad: destruir al islam radical, dentro y fuera del país”, opinó.

“Es factible que la obsesión de Flynn por eliminar al islam radical coloree su perspectiva de todo lo demás; incluidas cuestiones estratégicas claves que enfrenta el este de Asia, como el ascenso de China, el resurgimiento de Japón y el éxito nuclear de Corea del Norte. Dirigir al Consejos Nacional de Seguridad se trata de hacer malabares con las prioridades y mantener un ojo en la pelota mientras se mantiene un equilibrio estratégico. La percepción que se tiene de Flynn no es la de un malabarista. Para él, hay una sola pelota”, metaforizó.

“Si Flynn logra imponer su guerra mundial contra el islam radical, los rivales de Estados Unidos en Asia van a aprovechar la oportunidad para hacer avanzar sus intereses. China puede acelerar su marcha para desplazar a Estados Unidos como el organizador de la seguridad asiática. Corea del Norte puede terminar su campaña para unirse al club nuclear. La vida también cambiará para los aliados asiáticos de Estados Unidos que ya no podrán contar con el compromiso estadounidense con su desarrollo y defensa. Y el papel de Estados Unidos como promotor de los derechos humanos y de los valores liberales -una misión impugnada y problemática, aunque noble- podría convertirse en cosa del pasado”, aventuró Delury.

“Este es un ejemplo de cómo la guerra mundial de Flynn contra el islam radical podría tener efectos secundarios imprevistos en la seguridad asiática. En su libro, Flynn relaciona a Corea del Norte con su ‘enemigo número uno’, los islamistas, al mencionar los vínculos militares y económicos de Pyongyang con Siria e Irán. Bueno, ¿qué tal si los norcoreanos le prometieran a un enviado de Trump -quien dijo estar dispuesto a hablar con Kim Jong Un- que cortarían su relación con el islam radical y hasta les daría a los estadounidenses cierta inteligencia basada en sus años de cooperación? Las garantías de la no proliferación, que los norcoreanos sacaron, como carnada, en vano, durante los años de Obama, podrían servir de punto de partida para reanudar la negociación entre EEUU y Corea del Norte, en el marco de una política exterior de Flynn. Sigue vigente la antigua máxima: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Para Flynn está claro quién es el enemigo, el islam radical. Cualquiera que muestra ímpetu para combatir a los islamistas compra un lugar en la mesa de seguridad nacional de Flynn”, conluyó el académico.

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