Un diagnóstico sobre la ciudad sagrada del Islam

Un diagnóstico sobre la ciudad sagrada del Islam

05 Diciembre 2016

Ben Hubbard - The New York Times

JIDDAH. ARABIA SAUDITA. Cuando una estampida humana causó la muerte de más de 2.400 personas durante el peregrinaje anual de 2015, el llamado hajj, el artista saudita Ahmed Mater estaba cerca de ahí, haciendo lo que había estado haciendo gran parte de los últimos cinco años: recorriendo La Meca, la ciudad más sagrada del islam, y tomando fotos.

Mater era médico pero abandonó su carrera en la medicina para dedicarse al arte de tiempo completo, y se puso el objetivo de documentar los drásticos cambios que están teniendo lugar en La Meca, como forma de diagnosticar su salud general. La noticia de la estampida le pareció una crisis importante.

Así pues, él se apresuró a llegar al sitio, desplazándose entre las multitudes y los guardas, para tomar fotos de lo ocurrido: filas de cadáveres en camillas, cubiertos de telas blancas. El recuerdo se le quedó grabado.

“El olor y la tristeza”, señaló durante una entrevista en su estudio de esta ciudad portuario en el mar Rojo. “Veía uno el suelo y sabía que había ocurrido algo enorme, un gran desastre.”

Ahora, mater va a publicar esas fotos y más de 600 otras, en un libro que aspira a mostrar los aspectos ocultos de la ciudad sagrada. El libro, titulado “Desierto de Faran; Historias no oficiales de la expansión masiva de La Meca”, constituye un catálogo fotográfico de la ciudad, desprovisto de adornos: los campos de trabajo para los trabajadores extranjeros, los barrios bajos donde viven los residentes indocumentados, vistas áreas de decenas de grúas de construcción alrededor de la Gran Mezquita, y los lujosos cuartos de hotel donde los peregrinos acaudalados pueden ver a vista de pájaro la Kaaba, la estructura cúbica hacia la cual oran los musulmanes.

Al documentar los cambios en La Meca, Mater abordó un tema de primordial importancia tanto para el gobierno saudita como para la familia real. En efecto, la legitimidad del rey saudita está tan vinculada con la custodia de los sitios sagrados que uno de sus títulos es precisamente “custodio de las dos mezquitas santas”, en referencia a las de La meca y de Medina.

En los últimos años, el gobierno saudita ha invertido miles de millones de dólares en enormes obras de infraestructura para ampliar el acceso a los sitios sagrados y dar cabida al creciente número de peregrinos. Todos los musulmanes que tengan la capacidad financiera están obligados a hacer el peregrinaje a La meca por lo menos una vez en la vida.

Nadie sabe cómo reaccionará el gobierno a la visión no oficial de Mater. Al mostrar aspectos de la ciudad que generalmente no ven los peregrinos, él expuso los desaliñados bordes de La Meca y lo que él llama la “violenta” forma en que el gobierno alteró su paisaje y el tejido urbano.

Mater, que es musulmán, aseguró que no se opone al objetivo del gobierno de ampliar el acceso a los lugares santos, pero no está de acuerdo en la forma en que se está haciendo. A él le incomoda el grado en que han influido en la expansión los intereses comerciales, más que las consideraciones humanas o espirituales. Muchas de sus fotos, por ejemplo, muestran la construcción de la torre real Makkah, un rascacielos que alberga a un hotel de lujo y que domina la Gran Mezquita.

“El hajj está basado en los conceptos de sencillez y de igualdad, pero lo que ha ocurrido ahora es inversión directa”, señala Mater. “En medio de esta expansión están los grandes negocios.”

Su anterior profesión de médico también influye en la forma en que ve a la ciudad. Él habla de La Meca como de un ser vivo que necesita el tratamiento menos invasivo posible.

“Imagine que usted tiene un paciente y realiza cientos de operaciones al mismo tiempo en ese paciente”, explica. “Usted va a matar al paciente.”

Mater pasó más de cinco años explorando La Meca, trabajando pacientemente para tener acceso a todos los aspectos de la ciudad. Se hizo amigo de trabajadores extranjeros tomándoles fotos y regalándoles copias. A cambio, dice, ellos lo ayudaban a visitar su lugar de trabajo.

Las fotos resultantes revelan el ámbito de las obras de construcción: desde grupos de excavadoras mecánicas hasta cuadrillas de trabajadores demoliendo edificios de departamentos. Las imágenes reflejan la vida de los jornaleros, que en su mayoría son musulmanes del sur de Asia, sus viviendas atestadas pero también su orgullo de trabajar cerca de los lugares santos.

Las fotografías de Mater captan la yuxtaposición, en ocasiones disonante, de lo sagrado y lo comercial, como una tienda de donas cerca de la entrada de la ciudad y un brillante centro comercial cerca de la Gran Mezquita.

Él también se aventuró lejos de los sitios de peregrinaje. Un capítulo de su libro está dedicado a un enorme barrio bajo habitado por inmigrantes birmanos indocumentados. Otro, a las casas y festejos de las familias prominentes de la ciudad.

“La historia de La Meca es la historia de un asentamiento vivo”, asegura Mater.

También fotografió la ciudad desde arriba, en varios vuelos en helicóptero, tomando, entre otras cosas, la abundancia de luces verdes fluorescentes, lo que según él le da a la ciudad “un sabor a Las Vegas”.

Mater también recurrió a contactos de alto nivel para que le facilitaran el trabajo. Recibió ayuda de los gobernadores de La Meca y Medina, ambos príncipes pertenecientes a la familia real que anteriormente habían apoyado a otros artistas sauditas. “No sé si les va a gustar el libro o no”, admite Mater, dado que documenta aspectos de la ciudad que muchos sauditas preferirían que no viera la gente de afuera. “Pero, a fin de cuentas, es mi opinión.”

El libro se publicó en Europa en septiembre y fue lanzado en Estados Unidos el mes pasado, pero aún no está decidido si se va a vender en Arabia Saudita. Mater envió un ejemplar al ministerio de Cultura e Información, que debe de aprobar todos los libros que se venden en el reino, pero todavía no ha recibido respuesta.

El ministerio no respondió a nuestra solicitud de comentarios.

Hijo de un oficial militar saudita, Mater, de 37 años de edad. Creció en una aldea del sur de Arabia Saudita, cerca de la frontera con Yemen, rodeado de vacas y ovejas. Se interesó en el arte cuando estaba en la escuela de medicina y después trabajó en un hospital del gobierno en la ciudad de Abha, en el sur.

Renunció después de cinco años pues su interés en el arte había aumentado, mientras que el margen que tenía para practicarlo en Abha se había reducido a causa del conservadurismo religioso.

Esa región es conocida por ser el origen de algunos de los secuestradores de aviones en los atentados de septiembre de 2001. De hecho, Mater conoció a uno de ellos, Ahmed Al Nami.

“Él tocaba el laúd”, asegura mater. “Pero después desapareció de pronto.”

Nami iba a bordo del vuelo 93 de American Airlines, que se estrelló cerca de Shanksville, Pensilvania.

En los primeros años del siglo, a mater y a sus colegas artistas se les fue haciendo cada vez más difícil actuar. En 2011, él y su esposa, la también artista Arwa Al Naemi, se fueron a vivir a Jiddah, una ciudad menos conservadora. Ahí abrieron el estudio Faran, nombrado así por el antiguo nombre del este de Arabia que aparece en la Biblia hebrea.

Ahora, el estudio es el centro de reunión de los artistas jóvenes de la ciudad, así como de escritores y cineastas. Ofrece espacios de trabajo abiertos, una biblioteca de libros de arte y literatura y una mesa de futbolito en la que Mater y sus amigos juegan reñidos partidos hasta altas horas de la noche.

Aunque vive en Jiddah, él dice que La Meca tiene una tremenda importancia para los musulmanes del mundo entero como “ciudad simbólica” cuyo desarrollo saludable podría guiar el crecimiento de otras comunidades musulmanas.

“Es el modelo a seguir, así que si el modelo es bueno, eso se refleja en todo el mundo de una forma más misericordiosa”, declara. Como ejemplo, señala que a él le gustaría ver que La Meca se desarrollara con ciudades satélites que respetaran el ambiente local y que estuvieran conectadas por transporte público.

“Hay un diagnóstico y La Meca está bien”, afirma. “La Meca no está en las condiciones en que debería de estar, pero no es demasiado tarde. Es posible que La Meca encuentre soluciones.”

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