Demasiado peso
De repente, el aire se volvió irrespirable en Aeroparque. Un hombre con su chiquito en brazos gritaba desaforado. Con su dedo apuntaba a la empleada de Aerolíneas Argentinas que lo miraba impávida. No aceptaba que por dos kilos de más que tenía una de sus valijas tuviera que pagar.

Insistía que era injusto que le cobrasen. Su mujer gesticulaba al lado. Los demás pasajeros que no podían avanzar en la fila comenzaron a impacientarse. El hombre explicó que su hijo había sido operado del corazón el día anterior y que no tenía un peso para pagar. Le pidieron que se haga un costado para analizar su situación.

Detrás de él venía una mujer morocha, embarazada, que había sido espectadora privilegiada de la agresividad de esta familia en aquella mañana del 21 de octubre.

“¿Adónde viaja esa familia? Si va a Tucumán como yo, que ponga algunas cosas en mi valija y le libero el peso”. Tenían otro destino. La tucumana insistió: “¿Cuánto es lo que tienen que pagar?”, preguntó. Fue entonces cuando la esposa del hombre que protestaba la hizo a un costado y mirando fijo a la empleada de Aerolíneas Argentinas le gritó: “espero que tu hijo tenga una enfermedad al corazón. Así vas a entender lo que estás haciendo...”

Por unos minutos todos se quedaron congelados.

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