Después de la tragedia en Yerba Buena, la capital agiliza la extracción de árboles en peligro

Después de la tragedia en Yerba Buena, la capital agiliza la extracción de árboles en peligro

Aseguran que se trata de una acción que se realiza todos los años. Pedido de los vecinos.

UNIVERSIDAD. La Facultad de Filosofía y Letras, en el parque 9 de Julio, también cortó ejemplares peligrosos. LA GACETA  / FOTO DE JOSÉ NUNO.- UNIVERSIDAD. La Facultad de Filosofía y Letras, en el parque 9 de Julio, también cortó ejemplares peligrosos. LA GACETA / FOTO DE JOSÉ NUNO.-
22 Noviembre 2016

La imagen era similar a la que queda después de las tormentas de verano, esas que dejan la ciudad sembrada de ramas caídas, copas de árboles muertas en el suelo y hojas verdes por todos lados. Con esa sensación desoladora, amanecieron varios barrios de la ciudad, ya que la Municipalidad intensificó los trabajos de poda de árboles y de extracción de ejemplares que están en peligro. Desde la administración capitalina sostienen que son trabajos de mantenimiento que se hacen todos los años, pero el telón de fondo ineludible es la tragedia del viernes pasado en Yerba Buena, donde un niño de cinco años murió aplastado por un eucalipto que cayó sobre el transporte escolar en el que se encontraba.

Una de las imágenes más impactantes de la tala del arbolado urbano la dio la avenida Mitre al 100. En la verda del colegio María Auxiliadora fueron cortadas cuatro tipas, que ahora quedaron reducidas a pequeños troncos de un metro de altura. Los trabajos se repitieron en la calle San Luis, en la Facultad de Filosofía y Letras y en varios sectores de Yerba Buena (ver aparte). El tema repercutió rápidamente en las redes sociales, donde muchos ciudadanos empezaron a cuestionar las podas generalizadas.

El secretario de Servicios Públicos de la capital, Carlos Arnedo, explicó que las tareas se enmarcan en un programa de limpieza del municipio: “esto se hace todos los años para garantizar el servicio público a la gente. Al arbolado urbano hay que mantenerlo”, señaló y fue insistente en el hecho de que la Municipalidad no tala árboles. “Nosotros lo que hacemos es poda de mantenimiento y, si advertimos que el ejemplar pone en peligro la seguridad de los vecinos, lo extraemos y luego lo reemplazamos”, diferenció.

Sobre la acción en Mitre al 100, dijo que responde a un pedido iniciado por los vecinos y funcionarios del colegio en 2012, hace cuatro años. “Ya había habido accidentes por ramas caídas y los árboles les estaban levantando la vereda. Los dejamos a esa altura a los troncos porque si los sacamos de raíz quedarán cráteres que son un peligro para los alumnos, así que los terminaremos de extraer durante el receso. El colegio se comprometió a construir canteros y plantar nuevas especies más apropiadas”, explicó Arnedo, y justificó la demora de cuatro años desde el pedido del colegio en que la repartición se encuentra saturada de trabajo: “la ciudad cuenta con 280.000 árboles que hay que atender, es lógico que demoremos”.

Razón antes que emoción

El biólogo Alfredo Grau, uno de los editores de la Guía de Arbolado de Tucumán (UNT, 2012), sostuvo que es razonable que ante el riesgo potencial, las administraciones municipales decidan extraer algunos ejemplares. “Eso no quiere decir que haya que salir a tirar todos los árboles indiscriminadamente ni que haya que consevar los que puedan significar un riesgo. Probablemente haya árboles que debieron haber sido extraídos hace tiempo y otros que no”, destacó.

El experto, docente de la Facultad de Ciencias Naturales, puso énfasis en un concepto clave: “muchas de las acciones tanto a favor como en contra de los árboles son guiadas más por los sentimientos que por el razonamiento; en ese sentido quisiera resaltar que las medidas que se toman deben ser analizadas fríamente, ya sea para conservar como para extraer ejemplares”, remarcó.

Según Grau, el razonamiento debe poner en la balanza las funciones ecológicas de los árboles en la ciudad, las estéticas y las emocionales (está científicamente demostrado que los árboles mejoran la salud emocional y a través de ella la salud física, explica), pero también los riesgos que pueden traer para la ciudad. “Tucumán no puede darse el lujo de tener árboles muy altos ya que las violentas tormentas y vientos del verano implican un riesgo permanente. Lo importante es reemplazar lo que se ha extraído por especies adecuadas para lugar”, finalizó.


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