No pasa nada

No pasa nada

El caso de la ambulancia clonada y la intromisión de delincuentes en el despacho de un fiscal interpelan a funcionarios de salud, de seguridad y de Tribunales. Escasas respuestas y pocas disculpas afectan a los ciudadanos.

Cuando Bill Clinton anduvo revolcándose en el salón Oval de la Casa Blanca, los ciudadanos norteamericanos no entraron en discusiones bizantinas. Escucharon a Mónica Lewinsky y analizaron su testimonio arropado con un vestido manchado. Luego oyeron al Presidente de la Nación. Clinton terminó enjuiciado. No fue su escándalo sexual el detonante sino su decisión de mentir. Por eso tuvo que afrontar un juicio político (impeachment). Fue el acto de mentir el que casi termina con la carrera política de los Clinton. No fue la publicidad de su intimidad. Tampoco, su infidelidad. Ambas cosas se quemaban en la hoguera de su infierno matrimonial. Fue la mentira pública la que lo hizo tambalear.

En Tucumán esas cosas no ocurren.

La mentira se pasea oronda por los pasillos de la Casa de Gobierno de la provincia. Entra al ministerio de Salud. Sale. Vuelve a entrar. Nada la detiene. No pasa nada. En los tiempos y con los lenguajes de la política de hoy, es casi imposible imaginarse una transformación. Han pasado ya tres semanas desde que la ministra Rossana Chahla le mintió a sus seguidores de Twitter y a la población en general a raíz de haber entregado la misma ambulancia dos veces en la comuna de Arcadia. En Tucumán, no pasa nada cuando alguien miente. No hay un reto; y, si lo hubo, no trasciende y debería hacerlo. No se trata de una cuestión privada ni del ejercicio interno del poder. Se le mintió a toda la población, en general y se burlaron de los pobladores de Arcadia, en particular.

La ministra del embuste y el propio gobernador no atinaron a pedir disculpas por semejante escándalo. A nadie le pasa nada. Hay un sumario en marcha para deslindar responsabilidades que más que ajustarse a los lineamientos del Sistema Provincial de Salud está regido por la Ley del Olvido. Esta norma tiene dos artículos. El primero, más que disponer algo, pretende que todo el mundo padezca de amnesia. El segundo responsabiliza a la prensa de hacer recordar o de señalar algo, como si las crónicas y quienes las producen fueran culpables de las mentiras y papelones o trapisondas que hacen otros.

Robaron, huyeron y… nada

¿Qué diferencia hay entre el “Ambulancia gate” y el “Fiscalía gate”? Ninguna. En ambos casos hay una gran negligencia y una importantísima responsabilidad del poder en lo ocurrido. En los Tribunales que funcionan en los ex cuarteles de avenida Sarmiento están seguros de que los ladrones que entraron a la Fiscalía de Washington Navarro Dávila lo hicieron por calle Laprida. Específicamente por donde está la obra del nuevo, futuro y moderno edificio de la Justicia.

Aparentemente, los ladrones no tuvieron muchos problemas en correr una chapa y entraron como “dueños de casa”. ¿Y la guardia? ¿No había una custodia especial a sabiendas de que estaba todo abierto? Nadie se rasgó las vestiduras por esto. ¿El ministro del área no recibe castigos por esto? ¿Por qué las autoridades tribunalicias no pusieron el grito en el cielo? No alcanza con abrir un sumario. Entraron a la Justicia.

El gobierno provincial se desespera por demostrar que Tucumán puede ser un lugar seguro. Tucumán corre serios riesgos institucionales, turísticos, empresariales por la inseguridad. Esta semana el ejemplo es claro: si pueden entrar a Tribunales, abrir una fiscalía, quedarse más de 20 minutos revisando expedientes, robarse celulares y salir como si nada, ¿qué puede pasar en mi casa? Otro gran papelón para la provincia. Pareciera que ninguna autoridad es castigada. Ni el ministro Regino Amado ni el secretario Paul Hofer reciben un llamado de atención del gobernador. Tampoco hay disculpas por lo ocurrido. No es una cuestión de Estado: es un estado de normalidad cuestionado. Ni hablar del daño que se le hizo a la Justicia al robarse celulares que cargan las pruebas para resolver juicios. Felizmente (esta palabra no debería caber en estas líneas) no se llevaron armas que también están guardadas de los secuestros, porque un importante arsenal habría salido a la calle para “mejorar” los atracos.

Tanto la Justicia como la Salud transmiten confianza a la ciudadanía. El funcionamiento de ambas implican calidad de vida y progreso. Cuando fallan los responsables deberían dar la cara y encontrar respuestas urgentes para que el daño y la desconfianza sean nimias y no una herida que no cicatriza nunca.

El vergonzoso episodio que se vivió en el despacho del fiscal Navarro Dávila ha mostrado un viejo problema que está muy lejos de tener resolución, al menos es lo que se infiere. Los ladrones tuvieron todo el tiempo del mundo. Actuaron con la parsimonia y la tranquilidad con la que se hamaca una abuela mientras teje. Aparentemente, la impunidad es el mejor calmante para los nervios. Contrariamente, los magistrados tucumanos no tienen la protección que, por ejemplo, poseen los miembros de la Justicia Federal. En los pasillos -también les cuesta denunciar a “magna voce”- advierten que no todos los policías les dan confianza, menos aún cuando suelen ser objeto de investigación muchos de ellos.

Estos episodios reabren la discusión de una policía tribunalicia que no sólo se ocupe de las cuestiones científicas. Es común -repiten algunos magistrados- que los efectivos terminen respondiendo a las autoridades policiales o políticas, pero no a las de Tribunales, cuando según las normas, los efectivos deben ser auxiliares de la Justicia.

Selfies políticas

Sin ponerse colorado, el legislador Juan Antonio Ruiz Olivares sonreía y se dejaba sacar fotos con otro peronista que hace más de un año usa ropa de marca Cambiemos. Domingo Amaya no sólo apareció junto al “gallego”, también se lo vio por Famaillá, la tierra de los polémicos mellizos a la que asistieron muchos referentes del macrismo. Pero no eran los únicos: también dieron vueltas por allí el intendente de Las Talitas, Carlos Najar, y el de Lules, Carlos Gallia.

Amaya se debe haber sentido Brad Pitt porque los flashes también lo inmortalizaron con los delegados comunales, tanto en Tucumán como en Buenos Aires. Su nuevo socio en la política, el radical y ministro de Cambiemos, José Cano también tuvo algunos retratos con Darío Montero, el intendente de Banda del Río Salí. Para el piloto Juan Manzur y su coequiper Osvaldo Jaldo las fotos “vaya y pase”, pero los actos son un llamado de atención. Por eso después de repasar varios álbumes de la familias peronistas, dijeron basta. Por eso el lunes pasado cuando, en Concepción, Cano tenía previsto realizar un acto, surgió inesperadamente otro en el salón de la Casa de Gobierno convocado por el binomio Manzur-Jaldo.

La confrontación ha comenzado.

Las elecciones ya saben en qué cancha juegan, aunque no se sepa quiénes forman los equipos. Manzur no estaba cuando Rogelio Frigerio y Mauricio Macri tomaron asistencia a los gobernadores peronistas. Uno de los mejores alumnos estaba ausente. Tenían previsto discutir (sinónimo de obediencia debida en la política argentina) sobre la reforma política. Manzur aportó votos y fue consecuente (obsecuente dicen algunos peronistas enojados) a cuanto le venía pidiendo el gobierno nacional. Pero después del desplante de Rogelio Frigerio, quien negó la legitimidad de los comicios tucumanos, todo cambió en la Casa de Gobierno. Mantienen las formas, pero han decidido poner un corte a los buenos modales. No va a ser fácil. Después de tantos guiños a la Nación, los intendentes y delegados comunales piden una brújula. Ellos estaban haciendo lo mismo que el mandatario provincial y ahora reciben tirones de oreja. Los tiempos políticos han cambiado, afirman en el palacio de 25 de Mayo y San Martín.

Ahora, la postura es “no dejar pasar una”; y el mensaje para la tropa tucumana es “o están aquí o allá, pero no en ambos lados. Una cosa es presentar proyectos de obras y otra es utilizar la estructura estatal de la provincia cuando no les reconocen legitimidad”. Paralelamente, la posición con el gobierno nacional es mostrarle que ya no habrá una respuesta inmediata, favorable y pasiva ante cada pedido que llegue desde Buenos Aires, siempre y cuando desde La Rosada no modifiquen su actitud. La meteorología política pronostica la llegada de nubarrones y fuertes tormentas.

Manzur patalea contra el macrismo, pero ha quedado encerrado en un laberinto creado por él mismo cuando fue presidente de la Convención Constituyente que parió la Carta Magna tucumana. En ella figuran los acoples como sistema electoral, institución que se convirtió en un tiro certero entre ceja y ceja de los partidos políticos tucumanos.

Pero curiosamente, la misma Constitución ordena el voto electrónico al que Manzur, con su ausencia en La Rosada, le dio la espalda. El gobierno de tucumano tiene una llamativa interpretación de la Carta Magna. No se trata del menú de un restaurante a través del cual se elige un plato y se descartan otros. Se trata de cumplir con ella en todos sus mandatos. ¿Por qué hay cuestiones que se hacen y otras no? Pero además, es tal el enjambre de los acoples lo que dificultaría la instalación del voto electrónico. El ciudadano que vaya a votar se perderá en esas pantallas llenas de nombres. No van a a ser sólo cinco o seis opciones.

No va a ser fácil para los tucumanos escapar de este laberinto al que se ingresó porque al constituyente alperovichista sólo le interesaba la re-reelección del gobernador. Y una más, inclusive...

Enredados

En Yerba Buena, el intendente Mariano Campero vive en otro mundo. La pulseada por las autoridades del Concejo Deliberante aún no tiene ganadores; pero sí, perdedores. Sigue sin asumir el concejal radical Rodolfo Aranda y los ciudadanos son los principales damnificados al tener un Concejo paralizado que no puede elegir presidente. Después de la tragedia del eucalipto, en el Departamento Ejecutivo de Campero ha quedado al descubierto un problema. Las redes sociales y los múltiples canales de comunicación parecen un peligroso bumerán. En el caso específico de Yerba Buena el intendente Campero “habla” y “dialoga” con las vecinos a través de las redes. Hay una comunicación virtual en la que el intendente se “comunica”, pero en verdad son otras personas las que manejan esas redes. Por lo tanto los vecinos terminan entrando en una confusión virtual porque reciben respuestas de personas que en realidad no tienen idea de que les respondieron. Se generan compromisos que adquirieron autoridades que no saben a qué se comprometieron porque no fueron ellos sino otros. No se pueden abrir canales de comunicación si no se pueden dar respuestas certeras y comprometidas. Esta situación pone en jaque no sólo a Pablo Macchiarola, responsable de la comunicación en Yerba Buena, también a otros funcionarios (nacionales y provinciales) que por estar a la moda, terminan enredados en falsedades.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios