La historia de la foto de una tucumana que sorprendió al papa Francisco

La historia de la foto de una tucumana que sorprendió al papa Francisco

La imagen fue tomada en un bautismo y generó el asombro de todo el mundo hasta que llegó a las manos del Sumo Pontífice.

Raquel llevó el cuadro de la foto y terminó en las manos de Francisco. Raquel llevó el cuadro de la foto y terminó en las manos de Francisco.
18 Noviembre 2016
Cuando Raquel Gatti tomó la foto del bautismo del pequeño Bernabé en la Parroquia Nuestra Señora de la Caridad, en Yerba Buena, nunca se imaginó que estaba retratando una imagen que iba a terminar sorprendiendo al mundo y hasta al propio papa Francisco.
La historia comenzó en febrero, cuando la fotógrafa de 29 años logró capturar una cruz que formó el agua cuando un niño era bautizado. "La gente dice que son milagros, pero yo no lo veo así. Yo soy creyente, y a esto que me pasó me gusta llamarle 'diosidencias', que son coincidencias con Dios. No hay un milagro en sí, sino una suma de factores que ocurren y coinciden perfectamente para que veamos un signo. O sea una luz correcta, la caída del agua y el instante preciso del click de la foto", le comenta con algo de timidez a LA GACETA.
Lo cierto es que la imagen terminó llegando a Jorge Bergoglio: "la compartió todo el mundo. Tuve la bendición de ir al Vaticano en junio y se la llevé en un cuadrito al Papa Francisco para que me la bendijera. Mi idea era tráersela al padre que había bautizado al bebé, pero me encontré con una periodista de ACI Prensa, que me dijo que esa imagen la tenía que tener el Sumo Pontífice. Entonces empezó a mover contactos hasta que hizo que le entregue el cuadro al Papa".
"Atrás del cuadrito llegué a escribirle el nombre del sacerdote y que era de Tucumán. Unos meses después, Francisco lo llamó al padre por celular. Fue como cerrar un círculo que comenzó con esta foto. Fue todo muy lindo", recordó emocionada la joven madre de dos pequeños.
Sin embargo, no fue la última foto de Gatti que dio que hablar. Hace unos días volvió a registrar algo similar a lo que había pasado en la iglesia de Yerba Buena. Fue en la Catedral, en el bautismo de Tomás. Sin embargo, Raquel sigue evitando hablar de milagros, pero sí de pequeños signos que le alegran la vida.

Cuando Raquel Gatti tomó la foto del bautismo del pequeño Bernabé en la Parroquia Nuestra Señora de la Caridad, en Yerba Buena, nunca se imaginó que estaba retratando una imagen que iba a terminar sorprendiendo al mundo y hasta al propio papa Francisco.
La historia comenzó en febrero, cuando la fotógrafa de 29 años logró capturar una cruz que formó el agua cuando un niño era bautizado.

"La gente dice que son milagros, pero yo no lo veo así. Yo soy creyente, y a esto que me pasó me gusta llamarle 'diosidencias', que son coincidencias con Dios. No hay un milagro en sí, sino una suma de factores que ocurren y coinciden perfectamente para que veamos un signo. O sea una luz correcta, la caída del agua y el instante preciso del click de la foto", le comenta con algo de timidez la joven de Tafí Viejo a LA GACETA.

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Lo cierto es que la imagen terminó llegando a Jorge Bergoglio: "la compartió todo el mundo. Tuve la bendición de ir al Vaticano en junio y se la llevé en un cuadrito al Papa Francisco para que me la bendijera. Mi idea era tráersela al padre que había bautizado al bebé, pero me encontré con una periodista de ACI Prensa, que me dijo que esa imagen la tenía que tener el Sumo Pontífice. Entonces empezó a mover contactos hasta que hizo que le entregue el cuadro al Papa".

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"Atrás del cuadrito llegué a escribirle el nombre del sacerdote y que era de Tucumán. Unos meses después, Francisco lo llamó al padre por celular. Fue como cerrar un círculo que comenzó con esta foto. Fue todo muy lindo", recordó emocionada la joven madre de dos pequeños.

Sin embargo, no fue la última foto de Gatti a la que tildaron de "milagrosa". Hace unos días volvió a registrar algo similar a lo que había pasado en la iglesia de Yerba Buena. Fue en la Catedral, en el bautismo de Tomás. Sin embargo, Raquel sigue evitando hablar de milagros, pero sí de pequeños signos que le alegran la vida.

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