Manzur y Jaldo salen al ataque
1- Si no es por las buenas, que sea por las malas.

2- No hay mejor defensa que un buen ataque.

En esas dos máximas parece haber apoyado el Gobierno provincial su nueva estrategia respecto de la administración nacional. Juan Luis Manzur, durante su primer año de gestión, optó por la cordialidad y la diplomacia. Buscó acercarse a los macristas y ganar su gracia. Se cansó de decir públicamente que hablaba con fluidez con Mauricio Macri y hasta se mofó de José Cano, porque el gobernador terminaba anunciando obras o acuerdos con recursos federales antes que el funcionario nacional (como pasó con la ampliación del aeropuerto y la suba del corte de alcohol en naftas).

El gobernador creía que esa estrategia daba frutos y que podría sellar algún tipo de acuerdo electoral de “buenos tratos” con la Nación, con vistas a 2017. También creyó enterrado el pasado de confrontación con el ahora Presidente que cuestionaba el resultado de los comicios de 2015. Incluso se alejó del PJ que supo arrullarlo en sus peores momentos en pos de conseguir el cariño macrista. Pero la realidad lo golpeó en la cara hace dos semanas, cuando su “amigo” Rogelio Frigerio aventó el fantasma de la falta de legitimidad de su victoria electoral del año pasado. Fue demasiado para el ex ministro de Salud de Cristina Fernández de Kirchner. En un primer momento, Manzur y sus fieles salieron a pegarle con dureza al ministro del Interior, pero luego se retractaron y redujeron el entredicho al “folclore” de la política. La muestra de que aquellas palabras de Frigerio calaron hondo la dieron el lunes, en la Casa de Gobierno, cuando el gobernador, Osvaldo Jaldo y un par de ministros volvieron a cuestionar a los funcionarios nacionales, a Macri y a recordar que no se arrodillarán por un par de obras.

El oficialismo tucumano descartó así el plan de las “buenas” y encaró el de las “malas”, que incluyó un ataque planificado para defenderse: le vaciaron una reunión a Cano y los suyos en la que se iban a anunciar obras de aguas y cloacas para municipios y comunas. Al día siguiente, Manzur lanzó otro tiro: no fue a la reunión de gobernadores a la que había sido invitado por la Casa Rosada para hablar sobre la reforma política. Ocho gobernadores de la oposición sí asistieron y, según trascendió, recibieron la promesa de la liberación de fondos para sus provincias, en medio de su compromiso de apoyar los cambios en Ganancias que propiciará la Nación antes de fin de año. De yapa, se les anunció que la Nación dará un bono de fin de año a los estatales y se habría arreglado con los mandatarios presentes ayuda para que ellos también lo hagan. El tucumano salió a las corridas ayer a la siesta a Buenos Aires, supuestamente para reunirse con empresarios. ¿Habrá sido un error no haber viajado a la mañana? El tiempo dirá si Manzur y Jaldo se equivocaron o no al modificar su estrategia. Según explican en la Casa de Gobierno, la intención es negociar desde la fuerza y no desde la sumisión. Pero la cuestión sería mucho más profunda. Lo que Manzur y Jaldo temen es que el “puenteo” al Poder Ejecutivo en la entrega de obras que vienen realizando Cano y Domingo Amaya se traduzca en pérdida de aliados -y de votos- en el interior provincial.

Militantes dispersos

Una parte del peronismo viene molesto por la sequía de fondos y por la indiferencia de Manzur hacia la dirigencia. Sin plata y sin “política”, los muchachos comenzaron a mirar con cariño a “compañeros” y “correligionarios” que corren en las filas de la oposición provincial. Los justicialistas huelen la debilidad del mandatario para manejar la tropa y, como perros carroñeros, se atreven a lanzar mordiscones. O al menos a ladrar.

Una muestra de ello son los afiches y pintadas que aparecen hoy en la capital tucumana, con la firma de la Junta Departamental Capital del PJ. Entre las consignas que aparecen en las paredes se cuenta un pedido “por un partido abierto a la verdadera militancia” y “por una dirigencia honesta y representativa”. Ambos conllevan mensajes implícitos contra la conducción, por el modo en que se resuelven candidaturas y por la falta de definiciones para condenar a autoridades partidarias “judicializadas” como José López y Julio César Trayán. Algunos de ellos son del grupo que fue tildado hace poco como el de los “mangueros” por los que ocupan despachos en la Casa de Gobierno. Otros son los que nunca terminaron de digerir a los ocupantes que en la última década se acomodaron en la renovada sede de Virgen de la Merced 157 y que ahora ven una chance de disputar algún espacio de poder. A ellos se suman los de la capital que se acercaron a Alfaro y los del interior que comparten reuniones con Amaya o con Cano.

El “culpable” del 50% de esa debilidad de Manzur es José Alperovich (el otro 50% corre por cuenta del ex ministro de Salud, que decidió darle la espalda al partido y a la dirigencia ni bien asumió en el poder). La dupla gobernante lo sabe, como también conoce que si les va mal en las elecciones de medio término del año próximo, le podría ir bien al ex gobernador en 2019. Quizás por ello el acto de hoy por el Día del Militante Peronista no lo organizó la titular del partido, Beatriz Rojkés. Orgánicamente, la actual conducción partidaria habría decidido no hacer nada. Pero sí habrá un acto, que se presume multitudinario, para conmemorar la fecha. Las invitaciones al encuentro que se realizará en Banda del Río Salí llevan las firmas del intendente anfitrión, Darío Monteros, y de “Manzur-Jaldo conducción”. El tranqueño hará gala allí de su poderío con el “interior” que le dio el triunfo el año pasado.

El mensaje parece claro: la guerra de la yunta de gobierno es contra los ajenos y contra los propios.

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