Con José, ¿o sin José?
Una hipótesis comienza a ganar fuerza en la fórmula que gobierna la provincia. En las últimas semanas, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo han empezado a advertir que deberán tener más cuidado que el previsto con los pasos que dé el hombre que los sentó y eligió para la sucesión. Por fin, el gobernador y el vice se han convencido de que José Alperovich piensa decididamente en 2019. Lo peligroso, y de ahí el resquemor en la Casa de Gobierno, es que aún resta sobrellevar el 2017, posta ineludible para llegar con vida a los comicios para renovar autoridades provinciales.

¿A qué apuesta Alperovich? ¿Es posible que el senador se postule a diputado el próximo año? La primera y la segunda pregunta encuentran respuestas de boca del propio ex gobernador. En Concepción, hace ya una semana, pidió a concejales que militen para volver a ser gobierno en la provincia y en esa ciudad. Y el jueves, mientras alrededor de la mesa de su quincho los comensales despotricaban contra la apatía de Messi y compañía y elogiaban la frescura de Neymar, aclaró casi al pasar que en 2017 no será candidato, salvo que la situación verdaderamente lo amerite. Esa noche, Alperovich reunió a ex concejales capitalinos (Esteban Dumit, Ignacio Golobisky, Luis Marcuzzi, José Ramos, Ernesto Nagle y Rosa Arias), a ediles actuales (Dante Loza, Juan Luis Pérez y David Mizrahi), a un legislador (Marcelo Ditinis), a una senadora (Beatriz Mirkin) y a algunos funcionarios (el más encumbrado, el secretario general de la Gobernación, Pablo Yedlin). Lo novedoso es que algunos legisladores ligados al vicegobernador Jaldo, que habían sido invitados a ver el partido entre Brasil y Argentina y que tiempo atrás se hubiesen peleado por llegar temprano al mitin, pegaron el faltazo.

La boca del ex gobernador se fue aflojando al compás de los goles brasileños, y así esbozó primero algún rezongo por la foto de la “mezasa” del año (Manzur, Jaldo y el dirigente bancario Carlos Cisneros), siguió con duras críticas a Mauricio Macri y su gestión, continuó con su negativa a postularse en 2017 (“salvo que no haya otra opción para ganar”) y cerró con un consejo público a Manzur: dijo que entendía la necesidad del gobernador de elogiar al Presidente continuamente, pero le advirtió –sin que el destinatario estuviera presente- que debería empezar a despegarse porque considera que al Gobierno nacional le irá muy mal con las políticas que está aplicando. Y al final, en modo de arenga futbolera antes de salir a la cancha, vaticinó que igualmente ganarán los comicios para diputados y recuperarán la intendencia de la capital en 2019.

Quienes conocen los movimientos de Alperovich están seguros de una sola cosa: mantendrá los abrazos en público a Manzur y a Jaldo, a pesar de su malestar; continuará caminando en soledad la provincia y evitará lo más que pueda exponerse en la campaña electoral de 2017. Es que, según razona, con su presencia en las elecciones de mitad de mandato sacarán tajada todos, oficialistas y opositores, menos él. El trío del Acuerdo para el Bicentenario (José Cano, Domingo Amaya y Germán Alfaro) lo quiere enfrentar para debilitarlo y hacer política con sus costillas (se han dado cuenta, hace tiempo, que pegarle al híbrido Manzur no es redituable). Y la fórmula gobernante lo tienta para subir al ring porque un éxito le garantiza gobernabilidad en el último tramo de la gestión, y una derrota o sacudón electoral sacaría a Alperovich definitivamente fuera de la carrera para 2019. En medio de ese tironeo, Alperovich se despega de ambos extremos y se divierte promocionando candidaturas de bares, como las del ministro Miguel Acevedo, la de su hija Sarita o la del propio Yedlin. Mientras, apuesta a un Manzur y a un Jaldo débiles para soñar con un operativo clamor dentro de tres años: que el oficialismo lo pida a gritos para regresar al sillón de Lucas Córdoba.

Manzur y Jaldo han comenzado a creer que los pasos de Alperovich van en ese sentido, y que eso los obligará a unirse aún más para transitar el camino que les resta. Si de algo son conscientes es de que no les sobra nada: tienen un Gobierno nacional de otro signo político, una economía en crisis y dos tucumanos opositores con una lapicera cargada de tinta. Cano aspira a que se cumpla lo escrito en el Presupuesto y en 2017 empiecen a llegar las grandes obras prometidas; y Amaya cada fin de semana reparte en persona a intendentes y comisionados rurales proyectos de urbanización y vivienda. Así, se explican las fotos que gusta tomarse Manzur: sintetizan su debilidad. Para él y Jaldo, ganar los comicios de 2017 se convirtió en una cuestión de supervivencia. Esté o no esté Alperovich en las listas.

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