Una amenaza latente

Hay algo en lo que coinciden oficialistas y opositores: Juan Manzur no representa una amenaza política. Y mucho tiene que ver el actual gobernador en esa imagen que se forjó de él. Ni aun haciendo su mayor esfuerzo, el ex kirchnerista logra cautivar a los suyos y espantar a los extraños. A un año de iniciado su gobierno, Manzur sigue siendo un apéndice de su creador, José Alperovich. Ni más, ni menos.

No hace falta hurgar mucho para encontrar ejemplos que abonen esa sensación. Sin ir más lejos, este fin de semana el protagonista volvió a ser el actual senador. En Concepción, Alperovich habló ante concejales sobre la necesidad de militar para “volver” a ser gobierno en 2019. Lógicamente, la interpretación acerca de porqué el ex gobernador recurrió a ese verbo puede variar. En la Casa de Gobierno aseguran que se refirió a trabajar para destronar al macrismo de la Nación, pero aquellos oficialistas que extrañan los “mimos” de José entienden que en sus palabras hay un mensaje solapado: Alperovich quiere volver a sentarse en el sillón de Lucas Córdoba. Y argumentos para sostener esa postura tienen de sobra: el ex radical hace política semanalmente con la estructura del Ministerio del Interior y cada vez que puede minimiza el papel de su heredero. Sumado a esto, Manzur no ofrece muestras de entereza política: al primer golpe que le asestó el macrismo, cuando hace una semana aventó el fantasma del fraude electoral en suelo tucumano, corrió a cobijarse en los brazos de Alperovich. El retrato del ex gobernador besando la frente del actual es todo un simbolismo de la debilidad política de Manzur: un padre que protege a su hijo.

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La oposición tiene la misma sensación: Alperovich espera agazapado. En eso coincidieron los opositores que se sentaron alrededor de la mesa principal el sábado por la noche. En el Club de Prensa, el diputado Federico Masso celebró sus 50 años con una cena a la que concurrieron dos de las tres patas que cimientan el Acuerdo para el Bicentenario. El intendente Germán Alfaro y el secretario de Vivienda de la Nación, Domingo Amaya volvieron a dar señales de que en aquel largo café en el Rond Point de Palermo dio sus frutos, y que la relación de la sociedad política capitalina recobró entusiasmo. Esa noche, junto a Masso, la ex legisladora Beatriz Ávila y algunos concejales, como Sandra Manzone, advirtieron que el rival que los une sigue siendo Alperovich. Y ese parece ser el leit motiv de Alfaro, que con su presencia en el evento ratificó que además del peronismo le importan las bases territoriales de Libres del Sur para ampliar su margen de acción hacia 2019. Ocurre que el intendente venía de recibir un “mensaje” del secretario de Interior de la Nación, Sebastián García de Luca, acerca de la contradicción de acompañar a Mauricio Macri y a la vez cobijar funcionarios de un espacio opositor, en alusión a Libres del Sur (Yanina Muñoz, dirigente vinculada a Masso, es subsecretaria de Desarrollo Social del municipio). Un reclamo parecido había recibido meses atrás el titular del Plan Belgrano, el radical José Cano. Este, tras asumir como funcionario nacional, liberó la banca de diputado que hoy ocupa Masso. De todas maneras, el macrismo sabe que no tiene demasiado margen para imponer condiciones a sus aliados provinciales, mucho menos antes de una elección –como la de 2017- en la que pondrá en juego la gobernabilidad del país para la segunda mitad del mandato. Una perlita más de ese mitin: Masso, quizá por la sugestiva ausencia de Cano –había sido invitado y se excusó de asistir- lanzó un discurso para los radicales: les replicó que no le regalaron la banca en el Congreso y le apuntó directamente a la senadora Silvia Elías de Pérez, al decir que a algunos radicales él los hizo caminar la pobreza de la provincia y que aquellas primeras caminatas las habían hecho con zapatos “taco aguja”. Toda una metáfora.

No sólo la oposición y el oficialismo sienten que Manzur, políticamente, resulta inofensivo. También ha dado muestras de eso el gremialismo históricamente enfrentado a Alperovich. El sábado, mientras en Prensa comían asado peronistas, socialistas y militantes de Libres del Sur, el bancario Carlos Cisneros tenía como invitados estelares a la cena anual del gremio al gobernador y al vice, Osvaldo Jaldo. La foto puede tener, nuevamente, diferentes interpretaciones. Pero una es segura: si el débil Manzur fuese una amenaza para el radical Cano, Cisneros no lo tendría sentado a su lado. 

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