“El padre Juan no se suicidó, lo asesinaron los narcos a los que el Gobierno les da protección”

“El padre Juan no se suicidó, lo asesinaron los narcos a los que el Gobierno les da protección”

Cientos de personas corearon esa frase a lo largo de los cinco kilómetros por los que transitó la procesión, de La Florida a Delfín Gallo La comunidad católica reafirmó su convicción de que el sacerdote no se quitó la vida, y lo hizo con una marcha masiva

SUS SEGUIDORES. Un grupo de jóvenes estampó la imagen del cura en una bandera y la rodeó con sus nombres, para acompañarlo por siempre. la gaceta / fotos de DIEGO ARAOZ SUS SEGUIDORES. Un grupo de jóvenes estampó la imagen del cura en una bandera y la rodeó con sus nombres, para acompañarlo por siempre. la gaceta / fotos de DIEGO ARAOZ
06 Noviembre 2016
Todas las emociones estuvieron presentes en la procesión: tristeza y dolor por la ausencia del padre Juan Viroche; bronca por la convicción de que el cura fue asesinado; indignación por el avance del narcotráfico; y alegría por el legado del sacerdote, a quien los fieles recordaron con el corazón lleno de agradecimiento. Al borde de las lágrimas -algunos no pudieron contenerse- caminaron los casi cinco kilómetros que separan a la parroquia Nuestra Señora del Valle de La Florida hasta la capilla Sagrado Corazón, en el barrio El Paraíso de Delfín Gallo.

“Padre Juan, no te callarán”, coreaban las cientos de personas que participaban de la movilización, al cumplirse un mes del fallecimiento del cura. “No temas Florida, Juan te dio la vida”, repetían también, tratando de darse aliento. Y el estribillo más polémico de todos: “el padre no se suicidó, lo asesinaron los narcos a los que el Gobierno les dio protección”. Los fieles cantaban emocionados; algunos cargaban carteles entre sus manos; otros elevaban una bandera argentina. Había niños, jóvenes y adultos mayores, cada uno con una vela a la que fueron encendiendo a medida que caía el sol.

Delante de la multitud avanzaba una camioneta con parlantes. Allí se leían adhesiones, oraciones e invitaban a la gente a sumarse a los cánticos. María José, una joven de la Acción Católica de La Florida, se acercó al micrófono y compartió la carta que escribió con motivo del primer mes que transcurrió desde que hallaron al padre Juan ahorcado dentro de la parroquia. “Estamos dolidos, nos haces falta, pero estos sentimientos no nos van a detener en el camino que nos dejaste marcado”, dijo. En otro párrafo, remarcó: “con vos aprendimos a amar. Tu pueblo enamorado que hoy camina por vos es una comunidad bendecida por tu presencia. Vos sí que conocías muy bien a tu pueblo; vos sí que dabas la vida por nosotros. Nos dejaste muchas cosas lindas para decir de vos”.

Todos querían estar

Era tan grande la procesión, que las personas salían de sus casas para ver pasar a una movilización poco frecuente para el pueblo. Algunas personas mayores, que tenían dificultades físicas para sumarse a la marcha, participaban desde la vereda con imágenes religiosas o fotografías del sacerdote entre las manos.

Cuando finalmente llegaron a la capilla, un grupo de niños y jóvenes soltaron varios globos blancos, que se perdieron entre los últimos rayos de sol. “Estamos muy agradecidos con toda la gente que nos acompaña”, dijo entonces Juan, un sobrino del sacerdote que habló en representación de la familia y que reafirmó su convicción de que al cura lo asesinaron.

Estaba previsto que en cuanto llegara la procesión, a las 20, se diera inicio a la misa. Pero la espera se hizo larga. Una persona de la capilla explicó que el cura estaba demorado porque antes debió dar misa en otras parroquias. Un día antes ya había dicho el padre Edmundo Ortiz (“Mundi”) ante LA GACETA que no hay suficientes sacerdotes para cubrir todos los templos, por lo que deben turnarse entre ellos. Por esa razón, la misa por el mes de la muerte de Viroche comenzó recién pasadas las 20.30.

La convicción de que el padre Juan fue asesinado por el narcotráfico es tan fuerte en la comunidad católica que hasta las “Madres del Pañuelo Negro” se acercaron a la marcha para expresar su solidaridad. “Las madres pedimos justicia por el padre Juan y por todos los muertos por la droga a los que mata el Estado, que no se hace responsable. Cada vez hay más niños y jóvenes muertos, por eso necesitamos centros de rehabilitación y que el Estado se ponga de nuestro lado”, exigió una de ellas.

Más tarde, todos regresaron a sus casas tristes porque el padre ya no está, pero con la sensación de que habían hecho algo para continuar con la lucha que él había iniciado.

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