Libro póstumo del Nobel Günter Grass

Libro póstumo del Nobel Günter Grass

30 Octubre 2016

AFORISMOS

DE LA FINITUD

GÜNTER GRASS

(Alfaguara - Buenos Aires) 

El autor (1927-2015) ha recibido en 1999 el premio Nobel de Literatura. Su obra más conocida es El tambor de hojalata (1959) Otras novelas, ensayos y poemas suyos han cimentado su prestigio en Europa.

De la finitud es su última obra. Se trata de escritos breves (96 en total) ilustrados por su autor, aforismos en muchos casos, que arrojan una mirada poética, escéptica, irónica a veces, sobre la caducidad de la vida. Su editor sostiene que “Günter Gras nos ha dejado un conmovedor regalo de despedida”.

Transcribo este ejemplo del estrago de los años (diría Borges) que revela al autor como testigo por momentos lúcido de la erosión del tiempo sobre los días:

“Ya no sé qué Yo/llenaba de palabras una hoja tras otra/y apenas sospecho de dónde venía la fuerza/que era objeto y manejable/para ser breve o prolijo en mis frases/….Esa es la suma. ¿Falta algo todavía/que pudiera importar tras el punto final?” (página 169).

No es un libro alentador para los años jóvenes, desde donde veíamos al tiempo como nuestro gran cómplice de los emprendimientos que asumíamos. Más bien es el examen del ánimo desde su ocaso y ante la amenaza severa del sinsentido.

© LA GACETA

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Jorge Estrella

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Fragmento de De la finitud *
Por Günter Grass 
Cuando el corazón, los pulmones y los riñones obligaron una y otra vez al fumador de pipa a ir al taller de reparaciones, donde él, como lamentable Yo, con un goteo puesto, tenía que tragar un montoncito creciente de pastillas que, de colores, oblongas y redondas, susurraban las leyendas de sus efectos secundarios; cuando la edad, penetrantemente malhumorada, formulaba las preguntas «¿cuánto tiempo aún?» y «¿pero por qué?», y no le resultaba fácil esbozar imágenes ni ensartar palabras; cuando el mundo se le escapaba con sus guerras y daños colaterales, y solo buscaba aún el sueño, troceado en bocaditos -ajeno a sí mismo, comenzó a lamerse lastimosamente las heridas-; cuando se había secado también la última fuente, me refrescó, como si siguiera existiendo esa respiración boca a boca, el beso de una musa no profesional; y enseguida acudieron imágenes acosadas por palabras, se me brindaron papel, lápiz y pincel, hizo su débil oferta una naturaleza otoñal, hice correr la acuarela, garrapateé por gusto y, temiendo la recaída, comencé a vivir de nuevo con ansia.
* Alfaguara.

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Fragmento de De la finitud *
Por Günter Grass 

Cuando el corazón, los pulmones y los riñones obligaron una y otra vez al fumador de pipa a ir al taller de reparaciones, donde él, como lamentable Yo, con un goteo puesto, tenía que tragar un montoncito creciente de pastillas que, de colores, oblongas y redondas, susurraban las leyendas de sus efectos secundarios; cuando la edad, penetrantemente malhumorada, formulaba las preguntas «¿cuánto tiempo aún?» y «¿pero por qué?», y no le resultaba fácil esbozar imágenes ni ensartar palabras; cuando el mundo se le escapaba con sus guerras y daños colaterales, y solo buscaba aún el sueño, troceado en bocaditos -ajeno a sí mismo, comenzó a lamerse lastimosamente las heridas-; cuando se había secado también la última fuente, me refrescó, como si siguiera existiendo esa respiración boca a boca, el beso de una musa no profesional; y enseguida acudieron imágenes acosadas por palabras, se me brindaron papel, lápiz y pincel, hizo su débil oferta una naturaleza otoñal, hice correr la acuarela, garrapateé por gusto y, temiendo la recaída, comencé a vivir de nuevo con ansia.
* Alfaguara.

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