Reniegan de la basura en la plaza del barrio Sarmiento

Reniegan de la basura en la plaza del barrio Sarmiento

Con casi 60 años de vida, los vecinos se acostumbraron a esperar por viejas soluciones .

IRRESPIRABLE. A veces cuesta acercarse a los juegos infantiles de la plaza Lola Mora por los olores nauseabundos que despiden los residuos.  la gaceta / foto de analía jaramillo IRRESPIRABLE. A veces cuesta acercarse a los juegos infantiles de la plaza Lola Mora por los olores nauseabundos que despiden los residuos. la gaceta / foto de analía jaramillo
25 Octubre 2016
Todo comenzó en 1958, con un puñado de familias. Los añejos documentos oficiales hablan de alrededor de 200 familias, que recibieron sus viviendas a estrenar en el flamante barrio Domingo Faustino Sarmiento, hacia el este de la capital. “Allá detrás del hipódromo” suelen decir los vecinos cada vez que deben identificar su zona de residencia. Sin embargo, desde su nacimiento, los pobladores tuvieron que remar cuesta arriba para conseguir respuestas oficiales a fin de conseguir mejores condiciones de vida. A modo de ejemplo, puede mencionarse el pavimento. Tuvieron que pasar 12 años, desde que se entregaron las viviendas, para que llegara el pavimento a las calles del barrio.

En agosto de 1970, después de años de gestiones vecinales, la Municipalidad de la capital comenzó las obras de nivelación para concretar el pavimento. Hoy en día, con casi 60 años de vida, el barrio Sarmiento sigue teniendo algunos problemas. Uno de los más notorios es el tema de la inseguridad en los alrededores de la plaza Lola Mora, delimitada por las calles Santa Cruz, Bermúdez, Charcas y avenida Silvano Bores.

La mayoría de los pobladores coincide en que tanto de día como de noche, en ese paseo público confluyen grupos de adolescentes y jóvenes que, muchas veces, terminan en peleas en la calle. Ramón Sueldo vive en el barrio desde hace 30 años. Dice que su esposa padeció la inseguridad en carne propia. Esperaba el colectivo -recordó- en la parada de la avenida Silvano Bores y dos tipos en motocicleta le arrancaron la cartera para robarle; con tanta mala suerte que ella cayó el piso y terminó con una pierna fracturada.

Ese tipo de relatos se repiten entre otros vecinos, aunque muchos de ellos prefieren no dar a conocer sus nombres para evitar mayores problemas. “Aquí nos conocemos todos -dice Sueldo-; yo sé muy bien quiénes eran los que le robaron a mi esposa, pero ya los voy a cruzar en algún momento -agrega-; tiempo al tiempo”.

La plaza tiene una arboleda frondosa que regala una generosa sombra, ideal para aplacar el calor de la temporada estival. Pero son muy pocos los momentos del día en que los vecinos deciden llegar a la plaza para pasear al perro o hacer jugar a los chicos. Antes del mediodía, un abuelo levanta en brazos a su pequeño nieto y lo deja correr en el césped, mientras una joven camina con el pretal de su mascota.

Plan habitacional


Al lado del CAPS está la escuela Bernabé Aráoz, de nivel secundario, donde antes funcionaba el Hogar Escuela Eva Perón. Los memoriosos vecinos recuerdan que el barrio Sarmiento se creó para beneficiar a los empleados del Hogar Escuela. “Mi madre trabajaba ahí y por eso recibió una casa, que es la misma en la que yo vivo”, explica Victoria Jiménez. La mujer se lamenta por la basura que día a día se acumula en un montículo que está al lado de la puerta de su casa. “A veces me canso y quisiera ir a vivir a otro lado, pero es mi casa, no puedo dejarla así nomás”, explica con resignación.

Doña Victoria tiene razón: la basura cae del enorme cesto y queda esparcida en la vereda; el aire es irrespirable al mediodía al pasar por su casa. Los residuos también se acumulan en un extremo de la plaza. Lo curioso es que se trata cientos de naranjas que cayeron de los árboles y que siguen ahí sobre el asfalto.

En una pared de la parada de colectivo en la esquina de Charcas y avenida Silvano Bores, puede leerse un cartel enorme que dice: “Señor Vecino cuide la higiene; no arroje basura”. Sin embargo, debajo del cartel hay más basura desperdigada.

Lucas Ponce y Olga Chocobar viven sobre la calle Tomás Guido, en el límite oeste del barrio Sarmiento, desde hace más de 40 años. La pareja resalta que, por lo menos, de noche tanto la plaza como las calles del barrio están bien iluminadas. En junio de 2011, esa plaza fue revalorizada. Aquella vez se instalaron 17 farolas antivandálicas, proyectores lumínicos para los carteles, se restauró el busto que representa a Lola Mora, se construyeron escalinatas, rampas y bancos. Los vecinos temen que dure muy poco y que la inseguridad se lleve a los pocos que se animan a pasar un rato en el verde y al aire libre.

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