Por Carlos Páez de la Torre H
25 Octubre 2016
MIGUEL DE IRIGOYEN. Tendría la doble función de enviado ante la corte del Brasil y ante el general Lecor.
El 25 de octubre de 1816, el Soberano Congreso llevó a cabo una sesión secreta extraordinaria, a las seis de la tarde. En ella, se continuó tratando el problema de las relaciones exteriores. Fijada la moción sobre quién sería enviado ante el general Carlos Federico Lecor, jefe del ejército brasileño que invadía la Banda Oriental, no se logró el número de votos necesario para hacer sanción.
Entonces, se volvió a discutir el tema, procediéndose luego a una nueva votación. De esta, resultaron 23 sufragios, “incluidos los de los ausentes que fueron requeridos por escrito”, para designar a don Miguel de Irigoyen en ese cargo. El citado ya había sido nombrado representante ante la corte del Brasil.
En ese momento, el diputado José Antonio Cabrera (Córdoba), pidió que se dejara constancia de su postura -ya antes formulada- sobre que “se prohiba al enviado, por un artículo de las instrucciones que deben dársele, solicitar protección ni partido del gabinete lusitano”.
Los congresales se apercibieron, dice el acta, de que “la sesión se había prolongado demasiado y que era hora de que concluyese”. Entonces, Pedro Medrano (Buenos Aires) hizo moción de que se declarara al Congreso “en sesión permanente, en caso de que restase aun expedirse algo más acerca de la contestación al oficio del Supremo Director” sobre el tema.
Por su lado, Teodoro Sánchez de Bustamante (Jujuy) advirtió que estaba pendiente el asunto de la traslación de Congreso, “tema que debía discutirse públicamente”. Luego de estas expresiones, quedó clausurada la sesión secreta.
Entonces, se volvió a discutir el tema, procediéndose luego a una nueva votación. De esta, resultaron 23 sufragios, “incluidos los de los ausentes que fueron requeridos por escrito”, para designar a don Miguel de Irigoyen en ese cargo. El citado ya había sido nombrado representante ante la corte del Brasil.
En ese momento, el diputado José Antonio Cabrera (Córdoba), pidió que se dejara constancia de su postura -ya antes formulada- sobre que “se prohiba al enviado, por un artículo de las instrucciones que deben dársele, solicitar protección ni partido del gabinete lusitano”.
Los congresales se apercibieron, dice el acta, de que “la sesión se había prolongado demasiado y que era hora de que concluyese”. Entonces, Pedro Medrano (Buenos Aires) hizo moción de que se declarara al Congreso “en sesión permanente, en caso de que restase aun expedirse algo más acerca de la contestación al oficio del Supremo Director” sobre el tema.
Por su lado, Teodoro Sánchez de Bustamante (Jujuy) advirtió que estaba pendiente el asunto de la traslación de Congreso, “tema que debía discutirse públicamente”. Luego de estas expresiones, quedó clausurada la sesión secreta.
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