Vivir solos aumenta los riesgos emocionales

Vivir solos aumenta los riesgos emocionales

Una investigación de la UCA da datos para conocer qué piensan nuestros mayores.

RIESGOS. Las personas que viven solas son más propensas a sentir que su familia no las tienen en cuenta. la gaceta / foto de diego aráoz RIESGOS. Las personas que viven solas son más propensas a sentir que su familia no las tienen en cuenta. la gaceta / foto de diego aráoz
25 Octubre 2016
“¿Es o no un factor de riesgo vivir solo para las personas adultas mayores en Argentina?” Ese fue el interrogante que orientó una minuciosa investigación realizada por la Universidad Católica Argentina (UCA), con el apoyo de la Fundación Navarro Viola, y que fue publicado recientemente en el Boletín N° 3 del Barómetro de la Deuda Social con las personas mayores.

Naturalmente, las respuestas a esa pregunta rectora son múltiples, en algunas dimensiones, tranquilizadoras y en otras, preocupantes. Según el estudio, el hecho de vivir solos no sería un factor de riesgo en cuanto a cuestiones económicas y de subsistencia, ya que las necesidades materiales aparecen como las más satisfechas a pesar de la menor tasa de empleo de este fragmento de la población. Lo mismo sucede con las dimensiones que tienen que ver con la vivienda, el hábitat y el acceso a la salud. En esos factores no se vieron grandes diferencias respecto de las personas que viven acompañadas.

Sin embargo, sí se manifiestan factores de riesgo en las dimensiones psicológicas, de relación con los otros y con la sociabilidad, donde el análisis de datos arrojan resultados preocupantes, según las conclusiones del trabajo.

Los adultos mayores que viven solos muestran un mayor déficit en sus capacidades sociales, acusan la insatisfacción de las necesidades de afecto y cariño, son personas más propensas a sentir que su entorno familiar no las tienen en cuenta en los procesos de toma de decisiones familiares –lo cual incluye el respeto por sus gustos y deseos–, así como también se sienten más desvalorizadas en cuanto a su capacidad de cuidar a otros. Además, perciben que su entorno familiar está más ausente y que hasta se despreocupa por su salud.

El estudio

Para el informe se trabajó con bases apiladas 2010-2015, con un total de 7.511 encuestados de 60 años en adelante, y un universo de 16.963 personas mayores relevadas. Además de los datos censales disponibles, se analizaron sus estrategias de subsistencia, condiciones habitacionales y de salud, algunos de sus atributos psicológicos, sus relaciones sociales en general, la relación con su entorno familiar y también su sociabilidad.

Con sus 30 páginas de análisis de datos cuantitativos y cualitativos, el trabajo pretende abrir el debate acerca de si son necesarias políticas sociales puntuales para “quienes por opción o circunstancias de la vida, voluntaria o involuntariamente, para bien o para mal, viven en soledad”, pero advierte con firmeza que es necesario tener en cuenta que una misma política apuntada a los adultos mayores llega de manera distinta a quienes viven solos que a quienes viven acompañados. “La mayoría de las personas mayores no vivieron solas toda su vida, sino que están solas ahora, en la vejez. Tienen más experiencia en vivir acompañadas que solas, y esto debería ser tenido en cuenta”, concluye.

El contexto

Las personas mayores que viven solas representan un quinto (1/5) del total.

Según el Censo 2010 la proporción de mayores de 60 años que viven solos alcanza al 18,8%, un incremento respecto de la década anterior (17,4%). Se trata de poco más de 1 millón de personas, una población equivalente a la de Chaco o de Misiones (dos de las 10 provincias de mayor peso demográfico del país). Según el trabajo, todo indica que estos hogares unipersonales crecerán en el futuro. La variación regional de las personas que viven solas es notable. Los extremos son CABA, con un 25,9% y el NOA (13%).

Por otra parte, la incidencia de los hogares unipersonales es mayor entre las mujeres (22,5%) que entre los varones (13,8%) y es considerablemente más elevada en el grupo de personas con edades más avanzadas: 15,7% de quienes tienen entre 60 y 74 años contra el 25,7% de quienes tienen 75 años o más.

Mejor, acompañados
Sensación de felicidad.-
El 17,9% de las personas mayores que viven solas se siente poco o nada feliz, cifra que alcanza al 13% entre quienes conviven. El déficit en el sentimiento de felicidad mide la percepción negativa del estado de ánimo que produce una sensación de insatisfacción y tristeza en su vida.

Proyectos personales.- El déficit de proyectos personales es del 27% entre quienes viven solos y del 22,9% entre quienes viven acompañados. Esta variable se refiere a la percepción subjetiva de incompetencia para proponerse metas y objetivos en procura de su bienestar personal.

Percepción de soledad.- El sentirse solo hace referencia a la percepción de soledad, o sea, de sentir que no se tiene a nadie a quien acudir. Este indicador alcanza al 21,8% de las personas mayores que viven solas y al 13,4% de las que conviven. En estudios anteriores del Observatorio de la Deuda Social Argentina se ha llamado la atención sobre que sentirse solo –el sentimiento de soledad– no es lo mismo que estar solo. Solange Rodríguez Espínola, investigadora especialista en Bienestar Psicológico y Salud, lo explica cuando dice que la persona puede sentir soledad aunque esté rodeada de semejantes que le brindan afecto. No se trata de soledad social, sino de soledad emocional, de una experiencia subjetiva mucho más compleja, que tiene su origen en el modo en que el individuo percibe la calidad de sus relaciones.

Amistades.- El 20,7% de las personas mayores que viven solas declara no tener amigos, una proporción menor que en el caso de quienes viven acompañados: 27,3 %.

Ingresos y vivienda.- El 35,6% de las personas mayores que viven solas experimenta insuficiencia de ingresos. Sin embargo, el 12,9% define que sus necesidades de vivienda están poco o nada satisfechas. Resultan relevantes los déficits de acceso a las redes domiciliarias de cloacas y de gas natural.

Afecto.- El afecto y el cariño están satisfechos. Para el total de personas mayores las necesidades de afecto y cariño están en el sexto lugar en su orden de prioridades. En el caso específico de los mayores que viven solos, la primera necesidad insatisfecha es de orden económico, la segunda de recreación y recién la tercera de afecto y cariño.

Indicadores.- El vivir solo en la vejez no necesariamente va acompañado de una mayor aparición de síntomas de ansiedad y depresión. Desde lo psicológico, son tres los indicadores que se destacan en el trabajo: 1) una de cada cinco personas mayores que viven solas se siente poco o nada feliz. Solos –sin convivencia– e infelices. 2) Una de cada cuatro se encuentra sin proyectos personales, sin poder trascender el día a día. 3) Una de cada cuatro personas mayores está sintiéndose con frecuencia sola, sin tener a quien acudir. Con soledad social –sin convivencia– y con soledad emocional.

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