En el PJ hasta los silencios tienen sentido

En el PJ hasta los silencios tienen sentido

Del partido para adentro: Macri, basura, vos sos la dictadura. Del partido para afuera: si al Gobierno nacional le va bien, a nosotros nos irá bien. En el PJ parecen transitar dos discursos y dos modelos de peronismo; el partidario que no se calla nada frente a los adversarios políticos, y el institucional, que debe guardar las formas porque tiene que apostar a la gobernabilidad.

Al fin, dos caras de una misma moneda. Las que se reflejaron claramente en el acto del Día de la Lealtad en la sede del PJ y también se manifiestan tibiamente en la Casa de Gobierno, pero sólo puertas adentro de las oficinas porque hay una tácita bajada de línea. A lo sumo alguno que otro funcionario se permite escapar un tuit con alguna crítica puntual. Pero nada que lime la buena relación que se afana por conseguir y mantener el gobernador con el Presidente.

El 17 de octubre hubo tres oradores centrales en el anfiteatro del PJ: Beatriz Rojkés, Manzur y Jaldo, presidenta y vicepresidentes del partido. La primera cargó contra el Presidente y su política -“no saben cómo hacer para gobernar”-; los otros dos no pronunciaron ni una palabra contra el jefe de Estado. La ex senadora no tiene responsabilidad de gestión, los otros sí. Lo político y no institucional hoy van por sendas separadas en el justicialismo.

En cambio, el gobernador y el vice no se cansaron de hablar de la unidad, de la necesidad de unirse y de trabajar unidos en 2017. Miradas hacia afuera, miradas hacia adentro. Necesidades distintas de las cúpulas, que también las tienen las bases del peronismo, que deambulan buscando un guía, un conductor, tanto a nivel nacional como provincial. Hace poco, una solicitada de militantes peronistas trató de mostrar el camino doctrinario a la conducción del PJ, defendiendo la gestión del peronismo de 2003 a 2015. Una manera de decir, no nos dejen afuera. Hasta los “K” más duros tratan de rearmarse en Tucumán bajo el paraguas de Cristina y buscando la cara que los lidere localmente. Están haciendo sondeos.

La ausencia de referencias al poder central de parte de Manzur tienen explicación. El mandatario reduce al mínimo posible los cuestionamientos públicos a la gestión de Macri, evita las críticas directas y, si puede, envía señales de acompañamiento por parte de los congresistas tucumanos, especialmente de los senadores -Alperovich y Mirkin-, no tanto así de los díscolos diputados kirchneristas, que casi juegan su propio partido. De hecho, Marcelo Santillán (La Cámpora) suena como uno de los posibles referentes de un eventual enclave cristinista en Tucumán. De Manzur ni siquiera hubo un señalamiento sobre la administración macrista, pese a que el clima partidario daba un marco para alzarse verbalmente en contra el Presidente. Sólo hubiera recibido vítores y aplausos.

Silencio político para no agrietar, pero con acciones contra el Gobierno nacional. Sin hacer mucho ruido. Es que la Provincia, por decisión de Manzur sigue adelante con el juicio en contra de la Nación por la restitución total y de una vez del 15% que le retiene a Tucumán desde hace más de 10 años. Eso es innegociable; dijo una voz en la Casa de Gobierno, negando que se vaya a desistir de la acción por más buena voluntad que exista para no disgustar al macrismo y pese a que el Gobierno nacional resolvió una entrega escalonada en cuotas del 3% hasta 2019. Las instrucciones del gobernador son claras, dijo el mismo interlocutor. El expediente está en la Corte Suprema de Justicia, con notificación al Tesoro de la Nación y a la espera de una resolución. Cuando Cristina restituyó a las provincias ese 15% -a días de dejar la presidencia, y que luego anulara Macri- se habló de que Tucumán podría recibir $ 10.000 millones.

En el PE hay funcionarios que se muerden la lengua antes de referirse a la pobreza, la inflación, a la crisis social; siguiendo la conducta pública de Manzur. Pero advierten con cierta preocupación que a raíz de silenciar los cuestionamientos a los déficits de gestión del Gobierno nacional se está perdiendo una inmejorable oportunidad política de mostrar cómo el Gobierno local está superando la crisis, encima ayudando a no exponer esas deficiencias nacionales. Por no mostrar lo malo de allí, no se puede mostrar lo bueno de aquí; síntetizan. A un año de los comicios, el detalle no les parece menor. Y lo respaldan con encuestas que revelarían que Manzur es el político que mejor imagen tiene en la actualidad.

En ese marco podrían entenderse las constantes apelaciones a la unidad de Manzur y de Jaldo en el PJ. ¿Para qué pelearse, arriba y abajo, si les estaría yendo bien? Manzur hizo apelaciones a dejar atrás las diferencias. ¿Diferencias entre quiénes?: ¿con sus socios Jaldo y Alperovich? o ¿las de los legisladores del PJ con funcionarios del Ejecutivo? Se puede “rumbear” por ambos lados.

El mandatario expresamente habló del vicegobernador: mi compañero, mi amigo; dijo, dejando en claro que es la dupla que conduce y tratando de atenuar las versiones de tensión entre ellos y que circulan en las mismas filas del peronismo. Jaldo hizo lo propio. Mostrarse desfasados y distanciados no le hace bien a la gestión camino a 2017. Si el peronismo necesita conducción, según se puede inducir de lo dicho por Manzur, los compañeros deben entender que hay una jefatura bicéfala.

¿Y Alperovich? Está abajo, o arriba del binomio; pero integrando la sociedad. De hecho los ministros siguen yendo a comer a su casa. Debilita a Manzur, pero al gobernador no le importa, asegura un observador, sobre estos encuentros gastronómicos. ¿Por qué?, cabe preguntar. Por lo mismo por lo que se cuestiona en cuanto a que no recibe a dirigentes peronistas: porque teme que le pidan definiciones sobre su antecesor y lo que diga o calle pueda generar terremotos que afecten su gestión. Es lo que se dice; lo único cierto es que le preocupa más la gestión.

Igualmente se está afirmando, y cada vez más cerca del radio del palacio gubernamental, que hay falta de política por parte de Manzur, lo que tiene que ver con esas puertas que no abre, o que cierran sus funcionarios a los legisladores peronistas; según se comenta entre los seguidores de Perón en la calle, en el PJ y en la Cámara. Circunstancia que se visibilizó en el partido con la ausencia masiva de parlamentarios oficialistas; justo el día de la lealtad.

Como apuntó un veterano dirigente del PJ en un café para explicar estos cortocircuitos: antes había abundancia, de recursos, de obras, de planes sociales, de cargos; ahora no. Una síntesis muy peronista.

Lo cierto es que algunos de los ausentes sostienen que fue coincidencia que -casi una treintena- no acudieran a la tradicional cita. Sin embargo, no desconocen cierto malestar con colaboradores del mandatario, “con los Yedlin”, como dicen unos cuantos por lo bajo. Afirmaciones minimizadas desde el PE, deslizando que se trata de cuestiones personales más que de aspectos vinculados a la política. Allí hay un problema a resolver por parte de Manzur; y carece de un operador que tienda puentes en su nombre con la Legislatura, que arrime posiciones y que destrabe los conflictos, ya sean tildados de personales o bien de políticos. Gabriel Yedlin, el ministro de Desarrollo Social, mantiene encuentros con parlamentarios del palo, pero el disgusto no decrece.

De todas formas, por el lado institucional, como bloque, el oficialismo legislativo le está respondiendo a Manzur gracias a Jaldo. No se observa que se canalicen hacia el PE, a través de las decisiones parlamentarias, esas quejas subterráneas. Consciente de su rol en el binomio y en el trípode de poder que conforma con el gobernador y el senador nacional, el vice sabe que gestionando la Cámara tiene garantizada su cuota de poder interno en la conducción del peronismo. En el recinto no estallan las diferencias.

Todo sea porque la imagen de unidad derive en un trabajo electoral que no provoque quiebres, para que nadie saque los pies del plato, tal como señaló Manzur. ¿Es una invitación a que Alperovich lidere la lista de diputados del FpV el año próximo? En varios ronda la idea, para una posible disputa cabeza a cabeza con el radical Cano. Si se da, el que pierda puede ir diciéndole adiós a 2019. Sería una forma de que Alperovich le haga un favor al oficialismo; se deslizó en los pasillos gubernamentales. ¿Se animará? De todas formas ya empezaron a sonar otros nombres: Pablo Yedlin y Sara Alperovich.

Otra manera de ver la frase de Manzur -no sacar los pies del plato- puede leerse como un llamado a no mirar hacia el partido de Germán Alfaro, que se inscribió abriendo la puerta a los descontentos del PJ. Primer detalle: entre los promotores de la nueva estructura hay peronistas y radicales que difícilmente vayan a desafiliarse de su partido de origen. Segundo detalle: fue inscripto en la Junta Electoral Nacional, como partido de distrito, a los fines de participar de la elección de diputados y senadores, lo que implica un mensaje hacia Cambiemos; ahora se negocia conmigo. Tercer detalle: una vez que presente las afiliaciones, realice la interna y constituya sus autoridades, el PJS podrá inscribirse en la Junta Electoral Provincial. Al ir por la JEN, Alfaro evitó posibles trabas políticas en la JEP y sorprendió a propios y extraños. En fin, los peronistas no se quedan quietos.

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