Cartas de lectores
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Hombre honesto

En estos tiempos en que casi a diario tomamos conocimiento de funcionarios públicos involucrados en actos de corrupción o sospechados de enriquecimiento ilícito, resulta oportuno recordar al ex vicepresidente de la Nación durante la gestión de Marcelo T. de Alvear (1922-1928). Elpidio González se llamaba. Hizo de su vida un acto de honestidad permanente. Había nacido en Rosario el 1/8/1875; falleció en Buenos Aires el 18/10/1951. Al terminar su mandato hacía corretaje de venta de anilinas “Colibrí”. Habiendo renunciado a la pensión vitalicia para los ex presidentes y vicepresidentes, fundamentaba que “hay que servir a la Nación con desinterés personal y después de disfrutar del honor de haber sido presidente o vice, no se le puede exigir al Estado que nos mantenga con altos sueldos vitalicios. Al adoptar esta actitud cumplo con íntimas convicciones de mi espíritu”. “El compromiso más trascendente en nuestro corto paso por la vida es proceder con honestidad, en aras de la dignidad del hombre” (René Favaloro). A pesar de los ejemplos de Belgrano, Lisandro de la Torre, Arturo Illía, Favaloro, “los inmorales nos han igualao” (“Cambalache”).

Rodolfo E. Mastrolorenzo

Santa Fe 71

San Miguel de Tucumán


La vieja Terminal

La carta de un ciudadano como yo sobre cómo disfrutar nuevamente la Terminal que se fue y su publicación en este espacio, me preocuparon, y sobre el tema recuerdo que desde los años 40 la Terminal funcionó con la llegada o salida de los colectivos rurales que recorrían el este y sur de la provincia. Se estacionaban en un ángulo de 45° sobre el cordón oeste de la plaza La Madrid, o sea el actual pasaje Sargento Gómez, en cuya vereda este se situaban como en cadena, los característicos bares y fondas, hoteles y pensiones por hora. Recién en el año 1963 -gobierno de Gelsi-, adquirió el rango de Terminal de Ómnibus concentrando ordenadamente la salida o llegada de esos servicios por la avenida Sáenz Peña, ocupando todo el predio de la plaza que finalmente se convirtió en el corazón de toda una zona comercial, “El Bajo”. Para el habitante rural esta resultaba ser su meta, su referencia para encuentros, su paseo, su esparcimiento mensual, cuando el bolsillo lo permitía. Había muchas opciones: conocer a otras personas, lucir los mejores o nuevos atuendos, asistir a un espectáculo folclórico o de otros ritmos. Se degustaban comidas, se podía adquirir productos regionales, artesanías y hasta por algún dinero, un amor pasajero. Se bailaba y se bebía en abundancia. En suma, la Terminal, a pesar de contar con tan pocas cuadras poseía una cultura totalmente opuesta a la que caracterizaba “el otro lado”, que podía conectarse con el estilo de corredor por calle 24 de Septiembre hasta la iglesia La Merced. El ruido de los vehículos, el humo de sus motores, la música inquietante, el olor a frituras, el voceo de los vendedores ambulantes no se detenía sino hasta algunas horas de la medianoche, y retomaba antes del alba, con el primer anuncio de salida a alguna localidad del interior. El Bajo aparecía como un paisaje latinoamericano, en donde se hacían reales, mitos y leyendas que daban la vuelta por allí mezclados con imágenes católicas como la de San Cayetano o la Virgen del Rosario. Todos conocían los bares “El Chavo”, “El Ombú” o los negocios que exhibían bombachas de campo y las clásicas alpargatas o las centenarias barberías que aún hoy siguen funcionando, y en una de ellas con sorpresas, al encontrarnos con Don Eduardo González, cantor de tango, que en sus tiempos de esplendor deleitaba nuestros oídos durante las mañanas radiales. O la presencia, en los años cuarenta, de la voz fresca en La Querencia de la aún llamada Gladys Osorio, que luego el mundo conocería como “La Negra Sosa”. Nadie que vivió en esa época pudo olvidar al ciego Pancho; tampoco las fondas donde actuaba. Y llegó el último día de la vieja Terminal: 15 de diciembre de 1994. La tarde llegó pesada, húmeda y calurosa. A las 6 de la mañana del día siguiente escucharíamos el primer toque de algún servicio interprovincial. En alguna de las tantas plataformas del moderno y monstruoso edificio de la nueva Estación Central de Ómnibus, moriría El Bajo, arrasado por el efecto modernizador. En esa tarde, a pesar del movimiento que no se detenía, cosa rara, no se escuchaba música, o al menos la estridencia habitual. Tampoco nos pareció oír el voceo de los ambulantes. En su interior se podía contemplar el rosario triste de los quiosqueros que ya no tenían a quiénes vender sus caramelos, cigarrillos y gaseosas. Se veían rostros adustos, dolidos, y una que otra lágrima. Pero la naturaleza supo, una vez más, mitigar su pesar y puso un manto misericordioso sobre Tucumán, cubriéndolo de nubes tormentosas. Oscureció la tarde y hasta casi hasta la medianoche, llovió intensamente. Yo había preparado una veintena de bombas de estruendo que también comercializaba, y había invitado a los amigos comerciantes para juntarnos allí y encender los morteros. Así al menos despediríamos a la vieja Terminal que moría y que tanto nos dio. No fue posible, pues la lluvia fue implacable. Eran las seis de la mañana del otro día, y mi angustia por ver, me obligó a descubrir desde la avenida y Charcas, las primeras sombras de quienes inauguraban la nueva Terminal. Cruzaban la diagonal por la abandonada senda hasta la calle 24 de Septiembre. Eso fue para mí como un epitafio para la vieja Terminal que quedó vacía, abandonada, sólo con la compañía del santuario de la Virgen que no dejó de tener velas ni flores de los devotos. Cuando camino por la avenida y observo su viejo tinglado, sus añosos y coloridos lapachos, sus ya desocupados restos de ventas, difícil se hace olvidar todo aquello que fue parte de nuestra vida. La vieja Terminal continúa su actividad, pero en forma marginal, con taxis y combis truchos. La vieja Terminal de los pobres sigue hablándonos.

Marcos Antonio Navarro

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Avenida Sáez Peña 141

San Miguel de Tucumán


Accesos a la ciudad

Deseo referirme a mi Tucumán amado, el cual tuve que dejar por cuestiones laborales hace ya muchos año lleve pronto a disfrutar mis días en mi amada provincia, y me gustaría verla radiante y limpia.

Angela A. López

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"Efectividades conducentes"

Leí atentamente la información de LA GACETA (16 y 17 de octubre), referida a la decisión de los bloques opositores de la Legislatura de revisar la Cuenta de Inversión del 2015. Dejando de lado diferencias partidarias, presentaron un proyecto de resolución proponiendo la creación de la comisión especial que debe examinarla y emitir despacho, prevista en el artículo 119 de la Ley de Administración Financiera. El legislador Eduardo Bourlé se sumó a esta petición, remarcando algo fundamental: se trata de analizar y debatir, por parte del Poder Legislativo, como parte de su obligación constitucional, el manejo de los fondos públicos que ejecutó el gobernador en cada año de su gestión. Es una de las cláusulas constitucionales que prevén el control del Ejecutivo por parte del Legislativo, esencial en nuestro régimen republicano con su división de poderes. Sin embargo, Alperovich, en sus tres períodos de gobierno, manejó más de 140.000 millones de pesos, y nunca pudimos saber si dio cumplimiento con lo dispuesto en las leyes anuales de presupuesto, que lo obligaban a aplicar esos fondos a determinados temas, en determinados montos o porcentajes de la recaudación anual prevista. La Legislatura nunca trató esa cuenta. Los vicegobernadores de Alperovich, primero Juri y luego Manzur, nunca convocaron al pleno del cuerpo legislativo para tratar esa cuenta. Los legisladores opositores fueron, por decisión de estos vicegobernadores, privados de ejercer ese elemental control de la aplicación dada a los dinero recaudados del pueblo. Cabe, entonces, formularse una pregunta básica: ¿puede admitirse que la Constitución sea desobedecida por aplicación de una normativa del Reglamento legislativo (art. 20), que le otorga al vicegobernador facultad decisiva para convocar o no al pleno de la Legislatura para tratar esa cuenta? ¿Puede la ley de Administración Financiera en su artículo 119 disponer, con legitimidad constitucional, que pueda no cumplirse con esa obligación constitucional por parte de la Legislatura, y establecer que dicha cuenta “queda aprobada tácitamente” si transcurren dos años sin tratarla? Ambas normas no pueden desobedecer el mandato constitucional, porque están situadas por debajo de la Constitución y son contrarias a la norma superior. Este es el tema básico que deben encarar los opositores, planteando judicialmente su inconstitucionalidad. Es la única “efectividad conducente” en esta materia. No puede condicionarse el cumplimiento de este deber constitucional a la voluntad ocasionalmente benevolente, que pueda evidenciar el actual vicegobernador Jaldo.

Luis Iriarte

luisiriarte17@ gmail.com


Programa aprender

La ejecución a nivel nacional del denominado Programa Aprender generó polémica. Evaluar la calidad de los aprendizajes de nuestros alumnos, aunque de forma estandarizada, no está mal, pero sí es dable manifestar que es de público y notorio la baja calidad educativa en los niveles primario y secundario de nuestro país; sabido es que muchos niños que transitaron su escolaridad primaria egresaron sin saber leer de corrido, y en el peor de algunos casos sin saber escribir. También es conocido que un joven que finalizó su trayecto escolar por el nivel secundario, egresa sin poder aplicar la regla de tres simple en su vida cotidiana, sin saber comprender ni producir un texto, conjugar todos los tiempos verbales, comprender los hechos históricos como procesos y no como dados a memorizar, etcétera. Pero es importante también evaluar los procesos de enseñanza, y aquí la polémica tendría ribetes más complejos; ya que a muchos docentes no les gusta ser evaluados. No sólo el proceso de aprendizaje está en crisis, sino también el proceso de enseñanza, ya que existen docentes, no todos por supuesto, que egresan de los institutos de formación docente –terciarios- con muchas herramientas didácticas (saber enseñar), pero con poco bagaje de conocimientos. Más aún, la cuestión se hace más compleja si tomamos la realidad tucumana, donde conviven en desventaja profesores universitarios que estudiaron cinco años y atravesaron la exigencia que implican los claustros de la UNT, respecto de profesores egresados de institutos de formación docente que en su momento, ya no, llegaban a expedir títulos de profesor de hasta dos disciplinas a la vez en un cursado de cuatro años en el cómodo turno noche. Y aquí me tomo la licencia de explicar que no estoy en contra de los IES (Institutos de Enseña Superior No Universitaria), sino que resulta menester dotar a estos de mayor nivel académico. También se conoce que los institutos y colegios privados de la provincia conocidos por la seriedad y trayectoria en educación, en su gran mayoría seleccionan al personal docente y directivo por medio de consultoras o concursos de oposición y antecedentes; a contrapunto de la escuela pública: hoy los docentes públicos ingresan sólo por puntaje, sin pasar por ningún test psicológico cognitivo, de personalidad o aptitud. También existen establecimientos privados que, en un afán mercantilista, contratan de manera precaria a jóvenes entre 22 y 25 años, recién egresados de los institutos de profesorados, que ávidos por enseñar y obtener experiencia áulica reciben irrisorios salarios, o sea mano de obra barata. Espero que este programa no quede en meros papeles sino que sirva para apuntalar el sistema educativo.

Mario Villafañe

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A confesión de parte...

Con gran satisfacción leí la carta de Alberto Forgas (“A confesión de parte”, 18/10), en la que con gran claridad analiza las actuaciones que desarrollaron los economistas y funcionarios actuales en épocas pasadas, y que no asumen como propias o sufren de amnesia. Deberíamos agregar que en mayor o menor medida, incluyendo al ministro Prat Gay, todos trabajaron para el FMI, Banco Mundial, fondos buitres y demás. Ayer, cuando me dirigía al centro escuchaba en una emisora de radio las declaraciones del presidente de la Cámara Textil Argentina por la futura radicación de firmas textiles como HyM y otras en la Argentina; todas ellas confeccionan en Bangladesh donde los salarios son realmente a niveles de explotación (U$S 30 mensuales por 16 horas de trabajo diario). Esto traería aparejada la pérdida de 400.000 puestos de trabajo, ya que la industria textil argentina no podría competir. Esto me recuerda lo que pasó en los años noventa.

Fernando Carlos Brunet

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Auxiliares docentes

Los auxiliares docentes son los docentes que trabajan en las escuelas como preceptores, ayudantes de laboratorio y bibliotecarios, concursan por sus cargos como cualquier otro docente. Hay que aclarar que la unidad de trabajo docente es la hora cátedra. Los preceptores y bibliotecarios trabajan un turno completo, quedando la cantidad de horas del turno completo en completa discrecionalidad de los directores, ya que muchos trabajan 6, 7, 8 y hasta 9 horas cátedra por día, situación que planteamos varias veces, y sin que nos den una respuesta. Sólo “un turno completo”, cobrando un sueldo inferior al cargo testigo de maestro que trabaja 6 horas cátedra, y también igual al del personal de maestranza que ingresa por designación política. Algo realmente injusto para alguien que concluyó estudios terciarios o universitarios, pagó cursos, concursó y no percibe un sueldo digno.

Diego Ale

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Vendedores ambulantes en Tafí

Ante la problemática de los vendedores ambulantes, los comerciantes de Tafi del valle presentamos quejas por escrito al municipio. Podemos asegurar que no todos somos afectados de igual forma, siendo más afectados los del rubro de ropa, bisutería y complementos. Pero que somos más de 30 los que hemos presentado una queja en común al municipio; y que éste está de brazos cruzados sin hacer nada al respecto. La unión de comerciantes aseguramos que llegaremos hasta la justicia y pedir resarcimiento económico si éste no hace cumplir las ordenanzas y resuelve el problema de permitir una competencia desleal. Los vendedores ambulantes no pagan impuestos comerciales, servicios, ni alquileres; por lo que pueden competir fácilmente con los precios de los comerciantes legales, exhibir la mercancía a la gente que transita, y ubicarse en el lugar que más les interese, anulando las ventas a los comerciantes que cumplen mes a mes con todos sus impuestos. Tener un negocio en Tafi del valle, implica abrir las puertas mínimo 16 horas al día todos los días del año, no solo tenemos que lidiar con ellos todo el año, sino que cuando llega la temporada acuden de todos los lugares ocupando todas las veredas hasta el punto de que no se puede transitar. Ellos una vez aprovechada la temporada y hecha la plata desaparecen para ir a otro lugar que les interese más. A muchos comerciantes tafinistos les pasa como el oso que no pudo comer lo suficiente para invernar. El que el municipio permita esto no sólo afecta a los comerciantes para su estabilidad y desarrollo, sino también al del municipio y al del país.

Karina Gabriela Romano

Avenida Gobernador Critto 211

Tafí del Valle


“Uno”

Una noche de 1940 Carlos Di Sarli convocó a sus amigos al lujoso cabaret Tibidabo para presentar a su joven cantor Roberto Rufino. Entre los asistentes estaban Enrique Santos Discépolo y su mujer Tania quien también cantó algunos tangos, acompañada por el pianista de la orquesta, Mariano Mores. Discépolo quedó deslumbrado ya que las referencias que tenía de este muchacho de 18 años se habían quedado cortas ante la realidad y corrió a felicitarlo. Mores no desperdició la ocasión y le dijo que quería mostrarle algunas obras que había compuesto para que les pusiera letra. Discépolo aceptó pidiéndole que fuera al día siguiente a su casa, en La Lucila. Allí uno de los temas que Mariano interpretó en el piano blanco de Enrique llevaba un nombre provisorio, “Cigarrillos en la oscuridad”. A Discépolo le gustó mucho y pidió que lo tocara varias veces más para memorizar la melodía. Desde entonces Enrique y Mariano se vieron muy seguido pero el joven pianista nunca volvió a preguntar por la suerte de aquella partitura y pensó que a Discépolo no lo habría conformado plenamente. Pero el poeta mantenía vivo el interés por la obra y durante casi tres años fue puliendo una letra larga y compleja, una historia tortuosa que requería de una forma más extensa que la habitual. Después de un largo silencio que Mores había interpretado de manera negativa, “Cigarrillos en la oscuridad” volvió a la vida en abril de 1943 con el título “Si yo tuviera el corazón”. Poco tiempo después, cuando los autores vieron que el público levantaba el dedo índice para pedir su interpretación, se percataron de la creciente popularidad de aquel gesto y el tango terminó llamándose “Uno” (Fuente: Sergio Pujol, “Discépolo).

Luis Gallucci

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