Proyectos postergados del Bicentenario

Proyectos postergados del Bicentenario

Aunque los actos centrales ya transcurrieron, todavía estamos viviendo el año del Bicentenario de la Independencia Argentina. Ello significa que nunca es tarde para abordar proyectos que quedaron postergados por la urgencia e improvisación que suele caracterizarnos caracteriza.

Un hecho inusual en nuestra provincia ocurrió el octubre de 2005, la Legislatura sancionó la Ley N° 7.649, que dispuso la creación del Ente Provincial Bicentenario Tucumán 2016. A comienzos de abril de 2008, el Gobierno provincial anunció que convocaría a más de 150 instituciones para discutir y consensuar un documento final sobre los objetivos y metas en los aspectos sociales, económicos y productivos. El documento preliminar se asentaba sobre tres ejes: económico-productivo, social y ambiental. No resultó extraño que quedaran afuera la educación, la cultura y el turismo. Poco o nada se supo de la acción del Ente, hasta que en 2015, apurado por las circunstancias, cobró vida.

Algunas de las ideas que se propusieron en la oportunidad fueron acciones que apuntaran a embellecer Tucumán para recuperar el Jardín de la República; la erección de un grupo de edificios que concentraría la administración provincial, que se realizaría en los predios de Campo Norte, cuyo diseño sería encargado al arquitecto tucumano César Pelli. Se anunció que se construiría el Centro Bicentenario de la Independencia (al lado de la Casa Histórica), el Polo Científico y Tecnológico (en conjunto con la UNT); y se remodelarían las sedes de los ex bancos Nación y Provincia; se erigiría un miniestadio que sirviera para desarrollar distintos eventos deportivos.

“Debemos planificar para los próximos 30 años; que cada propuesta nos permita pensar una ciudad a futuro... el centro administrativo es un conjunto de edificios; difícil que esté terminado en menos de 10 o 12 años. Pero significará la oportunidad para que Pelli pueda construir algo en su provincia, que sigue nombrando con orgullo”, dijo uno de los integrantes del Ente en junio de 2015. No sólo no se concretó ninguna iniciativa, sino que tampoco hay indicios de intentar motorizarlas. Una de las tantas paradojas tucumanas es que no contemos con una obra diseñada por Pelli, uno de los arquitectos más famosos del mundo.

Propusimos en esta columna en 2014 que hubiera sido interesante si en Tucumán se implementara un galardón de envergadura, que distinguiera a nivel provincial o nacional a quienes hubiesen hecho una contribución importante para el mejoramiento de la sociedad en la cultura y la ciencia. El premio podía consistir en una retribución económica significativa, cuyo monto surgiera de un presupuesto específico para tal fin, que fuera intocable y se dedujera del erario provincial. Podría entregarse todos los 9 de julio; sin duda, le otorgaría un gran prestigio a Tucumán y una proyección turística nada desdeñable.

Mientras en otros lugares, todo es posible o, por lo menos, se hace el intento de que así sea, en nuestra provincia, se buscan explicaciones para justificar lo que no se hizo. Da la impresión de que nuestros gobernantes han perdido hace ya mucho tiempo la capacidad de encarar proyectos que vayan más allá de la coyuntura. Por mirar el árbol no logran ver el bosque. Si no nos animamos a soñar en grande y actuamos en consecuencia, difícilmente saldremos de la inercia y de la mediocridad.

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