Poco y nada para festejar
Poco y nada para festejar
Los números que revele el último trimestre de 2016 servirán para valorar el primer año de la gestión nacional de Macri, para subir o bajar el pulgar. En Tucumán, en 13 días más, se cumplirá el año de la asunción de Manzur al frente del Poder Ejecutivo. Y también habrá que evaluar la administración post-tres mandatos alperovichistas, para determinar si hay márgenes para festejar. No vengo a decirles olvidemos nuestras ideas ni depongamos nuestras opiniones; apuntó el gobernador al asumir el 29 de octubre de 2015, quien desde antes de hacerse cargo debió lidiar con la necesidad de legitimar su victoria, empañada por una elección que terminó dirimiéndose en los tribunales.

Ese día precisó un objetivo: fortalecer la calidad de las instituciones e iniciar un diálogo político. Metas aún distantes si se piensa en los gastos sociales legislativos cuyos destinos aún se desconocen o bien en los decretos del Poder Ejecutivo que permanecieron ocultos por más de 300 días. La debilidad institucional es lo que se pone en evidencia. Y no por errores administrativos, sino por decisiones humanas interesadas en que aspectos cuestionables de la gestión viesen la luz. En ese plano hay deudas serias.

En cambio, el diálogo político se abrió en los primeros meses del nuevo Gobierno. Las propuestas se estamparon en un libro de 340 páginas que recaló en la Legislatura en marzo. Esta semana lo desempolvaron para avanzar en una reforma electoral que centralmente debería pasar por revisar el sistema de acoples, que tiene rango constitucional. Una comisión se pondrá en marcha para estudiar las posibles vías para modificarlo.

Curiosidad: esa no será una comisión que se integrará con cuatro, seis o 10 legisladores, números que serían más que suficientes y razonables para discutir y poder arribar a consensos políticos. Pero no. Por culpa del acople, dicho cuerpo interno deberá tener más de 20 integrantes. Una multitud que contemplará a Jaldo, a Silman, a Gassenbauer, a García y a 19 legisladores, uno por cada partido por el que resultó electo y que tiene representación parlamentaria; o sea: uno por cada acople.

Ironía: las siglas PJ y UCR no aparecerán en ese agrupamiento, porque esos partidos tradicionales no fueron a la elección como una individualidad política sino que se integraron en un frente electoral. El acople hizo todo: generó el problema e indirectamente será partícipe indirecto de la posible solución. Los dividió, y los juntará. Paradójico.

Retomando la línea de la evaluación de la gestión; Manzur, en su segundo discurso oficial -durante la inauguración del período ordinario de sesiones del Poder Legislativo, el 31 de marzo-, apuntó que la única manera de resolver los problemas más acuciantes es mediante la mirada conjunta e integrada de los dramas que nos aquejan: pobreza, adicción, inseguridad, desempleo.

En estos últimos 12 meses, la pobreza aumentó en el país, y por ende en la provincia -los pobres superan los 600.000 en Tucumán-, las adicciones crecen tanto como el narcotráfico sin que se hayan generado frenos ingeniosos desde el Estado. La inseguridad va por igual camino, el mapa del delito amplía a diario sus fronteras. La inflación anual sería del 40%. El desempleo creció del 5,8% al 7,4% según datos del Indec medidos en agosto, cifra que alcanzaba a casi 90.000 personas en el Gran San Miguel de Tucumán. El número total en el territorio seguramente es superior. Según una producción del suplemento Dinero, cayó un 5% el poder adquisitivo de los asalariados.

A partir de esta realidad, se puede concluir que la clase dirigente sigue en deuda en materia de respuestas eficaces a los dramas sociales, tanto la oficialista como la opositora, unos por no gobernar bien, otros por no acompañar mejor.

Ni un plan más

Tucumán no es una isla, es uno de los 24 distritos nacionales, y su situación no es distinta a las de ellos. Sufre los cimbronazos de los desaciertos locales y los coletazos de las decisiones ajenas. Por lo que, si es por cifras e índices, el panorama social es más que preocupante. Dato: no se decidió enfrentar el aumento de la pobreza con más planes sociales -o subsidios- en la provincia, ya que la Nación congeló la cantidad de las ayudas en la misma cifra del año pasado. Ni un solo plan más en el Argentina Trabaja o Ellas Hacen, que benefician a casi 25.000 tucumanos.

Ni siquiera habrá un relevamiento para otorgar más. Desde el Ministerio de Desarrollo Social se realizaron planteos al Gobierno nacional para que se destinen nuevos cupos para atender la demanda social, pero la respuesta fue negativa: por ahora no hay posibilidad. A través del Ministerio del Interior, la Provincia dispone del programa “Manos a la Obra” para beneficiar con un ingreso mínimo a desocupados del interior. Si bien el número de beneficiarios no se precisó, desde la cartera se informó que no aumentó desde que se creó en 2015.

¿Se han fortalecido las instituciones en estos últimos 12 meses? Parafraseando, como a Milonguita, los hombres le han hecho mal. Los integrantes de los poderes o de los organismos públicos son los que, con sus conductas, terminan afectando a las instituciones. Algunos las deshonran. Las convierten en poco creíbles, porque los buenos ejemplos no bajan de ellas.

Es fina la línea divisoria entre la desconfianza de la ciudadanía por los funcionarios sospechados de actuar indecorosamente y el descreimiento generalizado en los organismos del Estado. La fortaleza de las instituciones es directamente proporcional a la honestidad de los que la manejan. O inversamente proporcional a la deshonestidad de los que las gobiernan.

Este año, sucedieron conflictos internos en la Corte Suprema de Justicia -que tiene sólo cinco miembros- para elegir autoridades y entredichos entre funcionarios judiciales, que hasta llegaron a amenazar con recurrir a la Justicia para justificar posiciones. Increíble, jueces buscando Justicia. En la Legislatura, los gastos sociales, o ayudas sociales a personas, provocaron investigaciones judiciales para desentrañar si los subsidios no fueron a parar en manos extrañas en lugar de los supuestos firmantes de los recibos. Es más, no se sabe a ciencia cierta si estos existen, porque los papeles que los pueden blanquear no aparecen.

No hace falta sugerir qué piensa “la popular” sobre a qué bolsillos fueron a parar estos recursos. Un remanido chiste para redondear la idea: el político primero cambia el auto, después la casa y por último la mujer. La dirigencia, aún eliminando la ayuda social, está en deuda con el ciudadano. Los gestos no alcanzan.

En el Ejecutivo sucede otro tanto: algunos decretos se ocultaron porque avergonzaban, o bien por torpes e inexcusables olvidos administrativos. Después de los polémicos 41/1 -que designaba asesor ad honorem del Ejecutivo a Alperovich- y 2.941/3 -que disponía la remisión de $ 550 millones para sueldos en la Legislatura, parte de los cuales terminaron convirtiéndose en subsidios-; la ola de transparencia derivó en la publicación de otros que estaban lejos de las miradas. Aparte de aquellos dos decretos, en el Boletín Oficial se publicaron hasta el viernes pasado ocho decretos de la gestión de Alperovich que no habían visto la luz, algunos hasta con 600 días de “ocultamiento”.

¿Pueden generar polémica como el asesoramiento y los desvíos de los recursos? No; más bien deberían llamar la atención por la improlijidad administrativa, ya que están referidos a cuestiones ordinarias de la gestión. Y no se publicaron. En alguna parte alguien metió la pata.

¿Manda uno o mandan varios?

Políticamente estos primeros 12 meses también dejaron tela para cortar, especialmente por el lado de las relaciones públicas y de las sociedades políticas. El 29 de octubre de 2015, Manzur recordó la firma de un acta compromiso con “nuestro candidato presidencial, Scioli”; luego, en marzo, acomodó sus palabras a la realidad: el contexto político no es sencillo, convivimos con una gestión nacional de otro signo; no es un obstáculo, es un desafío a convivir con las diferencias de visión. Había que reacomodarse porque Macri fue el que llegó a la presidencia.

A la distancia se puede deslizar que significó un reto parecido al de Alperovich cuando asumió en 2003, ya que Kirchner le dio la espalda los primeros tiempos y el ahora senador no sabía qué hacer para congraciarse con el patagónico. Lo mismo que Manzur con Macri, con la diferencia del color político. En ese marco, la frase de cabecera del ex ministro de Salud -si a la Nación le va bien, a la Provincia también-, debe interpretarse como un guiño hacia el poder central. Cual esperanza de que si a Macri la fortuna le sonríe, las gracias lo rozarán. Hasta ahora, el gobernador actúa en la línea de los intereses del Gobierno nacional, no confronta políticamente. Le preocupa la relación institucional porque la dependencia es grande.

Cosa de trípodes

El 2004 mostraba un trípode de poder -Alperovich, Juri, Miranda senador- muy similar al actual: Manzur-Jaldo-Alperovich senador. El mismo día de la asunción, el mandatario de los 12 años rompió lazos con su antecesor, el ex sindicalista petrolero, al aludir a la desnutrición infantil de la época mirandista. Cuentan que el propio Duhalde, ese día, le dijo a Miranda este te va a meter preso. Años después, Alperovich quebró la alianza con Juri y quedó como el único conductor político del espacio. Los ecos de su liderazgo no desaparecieron del todo.

Manzur, por el contrario, no desacomodó el trípode, no se distanció del actual senador y sólo tuvo unos chisporroteos internos con su vicegobernador, a quien considera su mano derecha. En todas las fotos aparecen juntos, muestran que es la dupla que conduce. Sin embargo, el mandatario tucumano no desnuda una vocación de poder, no armó una estructura manzurista que lo sostenga desde el peronismo, no muestra afán de liderazgo; por lo menos hasta ahora. Le gusta ser socio, no ser conductor; definió un legislador del oficialismo para pintar el perfil actual del titular del Ejecutivo. Preferir ser socio hoy implica no apresurar enfrentamientos desgastantes. Apuntar a la jefatura es apostar a una fractura inconveniente de cara a 2017.

Esta sociedad tripartita parece mantenerse en un equilibrio inestable; que sólo puede trastabillar si uno de sus miembros decide erguirse en conductor del oficialismo. Las conductas de los tres dicen que no es tiempo para dar ese paso. Por ahora, disimulan sus disgustos, se soportan. Nadie grita por ellos Juntos son dinamita, o Volvé José, o La vida por Juan. Los compañeros, esos integrantes de “las bases”, guardan sus fanatismos para cuando el panorama aclare y observen para dónde se está inclinando la balanza del poder. Por ahora, como dijo un peronista de cepa, ninguna de las tres cajas puede contener a nadie.

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