Un cosechero de Lules ganó el auto de los Números de Oro

Un cosechero de Lules ganó el auto de los Números de Oro

Donato Natividad Gutiérrez es el nuevo ganador del 0 km del entretenimiento de LA GACETA. Trabaja en campos de frutillas.

EN FAMILIA. Donato Gutiérrez (con remera negra) abraza a su hijo Cristian; lo acompañan su mujer Elizabeth (con gorra roja) y su suegra, Bernardina. la gaceta / Fotos de José Nuno EN FAMILIA. Donato Gutiérrez (con remera negra) abraza a su hijo Cristian; lo acompañan su mujer Elizabeth (con gorra roja) y su suegra, Bernardina. la gaceta / Fotos de José Nuno
15 Octubre 2016
Llueva o truene, pedalea una vieja bicicleta durante unos 20 minutos para llegar al campo donde cosecha frutillas, en Lules. Tiene las manos gastadas de tanto trabajar, porque desde temprana edad comenzó a machetear caña junto con su papá en Iruya (Salta), donde nació hace 37 años. Donato Natividad Gutiérrez, ese trabajador golondrina que en diciembre parte al sur para seguir cosechando otros frutos, es el ganador del auto 0 km de los Números de Oro de LA GACETA.

El sorteo se realizó ayer en las instalaciones del diario, en Mendoza 654, ante la presencia del gerente del Banco Santiago del Estero, Gustavo Neme; el gerente de Tarjeta Sol, Juan Pablo del Pino; el jefe de Usuarios de Tarjeta Sol, Antonio Rubiol; el escribano público, Álvaro Sobrecasas; autoridades de LA GACETA; y diez testigos que fueron elegidos al azar en el microcentro. Y María Alaimo (testigo) fue quien sacó la tarjeta ganadora del auto Nissan March Active Pure Drive Sedan 5 puertas, color blanco. El ganador también se lleva un GPS otorgado por el Banco Santiago del Estero, patrocinador del entretenimiento. Con este sorteo se cierra un nuevo ciclo de los Números de Oro, de la ronda que concluyó el 5 de octubre.

“No lo puedo creer. Es que nunca había ganado nada. Nosotros somos gente trabajadora, humilde, que nos hace falta de todo. Ni he terminado la primaria, por lo que no he tenido muchas chances de trabajar en otras cosas”, confesó Donato al recibir la noticia.

Gutiérrez llegó a Tucumán en 1996, vivió unos dos años en Tafí Viejo y luego se instaló en Lules, donde conoció a su mujer, Elizabeth Ester González. Tuvieron un hijo, Gabriel Cristian Cristóbal, que actualmente tiene 10 años, y que cuando viajan o trabajan queda al cuidado de la abuela materna, Bernardina Mamaní.

Los cuatro miembros de la familia viven en una humilde casa ubicada en el barrio El Obrador, en Lules, que en realidad es un asentamiento de calles de tierra y barro, ubicado en el margen del río Lules. De hecho, el fondo de la vivienda está a 10 metros del agua y temen que con las próximas lluvias, como no hay defensas, el río comience a comer la ladera y se queden con menos terreno del que ya poseen. Eso mismo les sucedió en el año 2000, cuando la casilla de madera donde vivían se anegó por una crecida y tuvieron que mudarse a una prefabricada que les otorgó la Municipalidad, en el lugar donde hoy han construido su hogar, de paredes de cemento, techo de chapa y muchos malvones que decoran la entrada. Tienen como una especie de cochera, recubierta con malla de alambres y piso de tierra. Ahí descansará el flamante auto.

Golondrinas

De abril a diciembre, Donato, Elizabeth y Bernardina trabajan en la cosecha de frutillas en campos de Lules. Él se traslada en una bicicleta que le presta su mujer, porque hace unos años le robaron la suya. Mientras que Elizabeth y su madre se trasladan en moto a otros campos.

Cuando termina la temporada de cosecha de frutilla en diciembre, la pareja viaja al sur, a provincias como Chubut o Santa Cruz, para cosechar “frutos finos”: frambuesa, cereza y mora. Durante esas fechas, Bernardina se queda en casa con Gabriel, aunque una vez viajaron para conocer esos paisajes totalmente diferentes a los de Tucumán.

“Lo primero que quiero hacer con el auto es viajar para que mi hijo conozca a sus abuelos que viven en Iruya. Tiene 10 años, es tucumano, y todavía no hemos ido hasta allá, todos juntos, a que los conozca”, dijo visiblemente emocionado Donato. Su suegra, al escucharlo, no se contuvo y lloró de la emoción.

Aunque Donato no sabe manejar, Elizabeth asegura que ella sí, que ha hecho andar el auto de su padre alguna vez, por lo que cree que será la “conductora designada” hasta que su marido tenga el carnet de manejo y la seguridad para surcar las calles. También se imagina que el traslado a sus trabajos se hará más corto; que su hijo podrá llegar seco y sin barro en los pies a la escuela, porque cuando llueve nadie llega de blanco impoluto a las aulas en esas calles sin ripio, sin nombre y llenas de pozos de barro; y hasta sueña con algún viajecito a conocer parajes cercanos, para pasear y disfrutar.

“Esto es un milagro”, dice Bernardina. Y Donato no lo niega, pero añade que desde siempre ha participado del entretenimiento de LA GACETA, casi religiosamente. “Me levanto bien temprano, cuando todavía es de noche, para ir al quiosco para comprar el diario cuando salen las tarjetas de los Números de Oro. Controlo el cartón cuando vuelvo de trabajar todos los días, y mi mujer me ayuda si yo no puedo”, agrega el cosechero.

¿Cómo celebrarán la noticia? La familia confesó que mañana brindarán, en el Día de la Madre, y que agradecerán a Dios por este regalo que siempre han necesitado.

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