La primera victoria de San Martín llegó lejos de La Ciudadela

1- ¡Al fin San Martín! Ese cabezazo de Rodrigo Moreira, a poco más de diez minutos del pitazo final valió mucho más que tres puntos. Le significó al “Santo” sacarse una mochila con peso de elefante. Ganó merecidamente el equipo de Diego Cagna, porque estuvo firme atrás, se asoció bien del medio hacia adelante, y esta vez, en lugar de sufrir de pelota parada, hizo la diferencia del juego con un córner.

2- San Martín solamente pasó 15 minutos de zozobra a orillas del Paraná. Fue el lapso que le llevó hasta que logró acomodarse en el campo. Atlético Paraná careció de precisión durante ese lapso: el equipo que dirige Darío Ortiz parece más cómodo jugando de contra, tal como sucedió en su victoria ante Chacarita, que cuando debe asumir el protagonismo, como debió hacerlo anoche.

3- Después del cuarto de hora inicial, Agustín Briones y Diego Bucci se afirmaron en el medio, y con un Acosta inquieto e intenso se adueñó de la pelota. Entonces, el primer tiempo cambió de dueño. El “Santo” tuvo cuatro aproximaciones claras, pero volvió a mostrarse errático en los últimos metros. Si los delanteros se encienden, otra será la historia.

4- Parecía que la pólvora del “Santo” seguiría mojada en la humedad de la noche paranaense, hasta que “Chiqui” Moreira se elevó más alto que todos en el punto penal para ponerla en el segundo palo y sacudir la “mufa” de su equipo. Atlético Paraná había estado muy cerca solo una vez, en el primer tiempo: gran reacción de César Taborda ante un remate rasante de Alexis Ekkert.

5- Con la salida por lesión de Esteban Goicoechea, San Martín perdió más que un marcador lateral: se quedó sin uno de sus hombres más punzantes. En el complemento, el “Santo” alternó la búsqueda por derecha o por izquierda, según se ubicaba Leonardo Acosta. Alejandro López desperdició su chance a los 69’, con mérito del arquero Yair Bonín, que achicó rápido.

6- San Martín tuvo paciencia. En la recta final, el duelo estaba para cualquiera. Los centrales aguantaron los desordenados embates del local. Y el equipo creyó que esta podía ser su noche. Por eso, las sensaciones eran favorables cuando “Leo” Acosta pateó ese córner que gracias a Moreira se transformó en un grito conmovedor y un desahogo sin precio.