La casa está en orden
Lo primero por advertir es que, si se trataba de una elección general, el número de votos apenas si les hubiese alcanzado para lograr una banca legislativa. Ayer, menos del 20% del padrón de los radicales de la provincia fue a votar para definir sus autoridades: apenas 12.000 militantes se involucraron en la interna. Dicho esto, vale la pena aclarar que esa bajísima participación contrasta con el mejor momento político, en más de una década, de la Unión Cívica Radical. La UCR, aunque se pueda discutir acerca del rol que ocupa, volvió hoy a ser Gobierno en el país después de la experiencia bochornosa de la Alianza en 2001. En la provincia, además, lidera un acuerdo opositor, administra tres intendencias y sentó ocho legisladores. Inentendible.

Lo segundo por señalar es que José Cano cumplió con las previsiones y, aún sin involucrarse, doblegó a quienes desafiaron su liderazgo. Si algo queda en claro después de esta compulsa es que cualquier opositor que pretenda disputar espacios reales de poder en 2017 y en 2019 deberá sentarse a negociar con el actual titular del Plan Belgrano. El ex candidato a gobernador optó a lo largo de este tiempo por ponerse por encima de las rencillas partidarias. En esa línea se inscribe su decisión de no buscar la reelección como presidente del distrito local. Con los resultados a la vista, hay que admitir que la estrategia le sirvió. Cano sólo puso su rostro -y el de la senadora Silvia Elías de Pérez- en la boleta y en los afiches. Aun así, la dirigencia lo acompañó.

En Capital, la oficialista lista Roja y Blanca duplicó a la opositora Roja A, para regocijo de Elías de Pérez, que se puso con sus legisladores al hombro la campaña y volvió a demostrar que es la radical mejor posicionada en San Miguel de Tucumán. En el Oeste se vivió una batalla aparte, tal como se vislumbraba ya en el armado de las boletas. Las ciudades pedemontanas son el fuerte de Ariel García y del concepcionense Raúl Albarracín. Por eso el canismo buscó sopesar allí la fortaleza de su rival y encabezó las postulaciones con Julio César Herrera, secretario de Gobierno de Concepción; y con el jefe municipal de Yerba Buena, Mariano Campero. En Tafí Viejo se impuso cómodamente García, pero en Yerba Buena –donde es concejal su hermano, Maxi García- perdió por más del doble. En “La Perla del Sur” sí tuvo lugar una disputa más propia de una elección general y la paridad de fuerzas mostró lo peor de la política. El domingo hubo denuncias cruzadas: García y Albarracín acusaron a Herrera y Sánchez de usufructuar la estructura municipal y de pagar por cada voto y estos últimos señalaron con el dedo a sus contrincantes por recurrir al aparato peronista. El corolario de esa jornada bochornosa, que nada tiene para envidiarle a la del 23 de agosto de 2015, fue una urna que salió de la escuela del barrio Municipal custodiada por la Policía. Vale aquí un paréntesis: el radicalismo que ayer intercambió acusaciones de fraude y de clientelismo es el que reclama en público, y parado desde un pedestal, una reforma política al oficialismo tucumano para acabar con el clientelismo. Una ironía oportunísima del destino.

Quizá ese contexto haya hecho dudar durante todo el día a Cano de mostrarse en los festejos del oficialismo radical. Anoche, finalmente, optó por acudir a la sede para capitalizar la victoria. El líder opositor insiste en que el radicalismo debe superar esta etapa rápidamente y potenciar un gran armado opositor. Por eso, a fines de esta semana habrá una señal en ese sentido. Mientras, podrá sentarse tranquilo hoy al lado del presidente Mauricio Macri para anunciar una devolución en las retenciones a productores del Plan Belgrano. Cano también festeja el traspié de su rival porque de paso le asestó un golpe al vicegobernador, Osvaldo Jaldo. El peronista se metió en una interna ajena para apoyar a su vicepresidente segundo y no le fue bien.

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