No tienen asma ni fuman, pero están enfermos de tanto respirar el humo de la quema de caña

En las ciudades y pueblos cercanos a cañaverales e ingenios aumentan las consultas médicas. El 22% tiene obstrucción pulmonar.

NO SE PUEDE RESPIRAR. Los vecinos de Aguilares marcharon por segunda vez para exigir que no haya quemas. NO SE PUEDE RESPIRAR. Los vecinos de Aguilares marcharon por segunda vez para exigir que no haya quemas.
01 Octubre 2016
De repente el cielo se llena de cenizas que parecen frágiles pájaros negros. Señal de que están quemando caña en un algún campo. Ha vuelto la pesadilla. Daniel Paz Rojas deja a su hijo Exequiel en el jardín de una escuela de Aguilares y queda atónito: en pocos minutos todo, absolutamente todo el piso del patio de juegos es un colchón negro. El papá muerde los labios y se toma la cabeza con las dos manos. Lo invade la bronca. La impotencia. El dolor. El miedo. Y la sensación de que es algo que nunca se va acabar.

Paz Rojas es médico del hospital de Aguilares. Allí, los pasillos están atestados de pacientes con tos. Ya es la melodía oficial de muchos consultorios. La pediatra Mariela Robles cuenta que por estos días se ha incrementado de forma alarmante la cantidad de consultas por problemas respiratorios y alergias. “Aquí es típico: si hay humo y el aire está irrespirable, al día siguiente te llueven los pacientes con cuadros bronquiales”, sintetiza la doctora. Ella, junto con sus vecinos de la ciudad, invadieron el martes y ayer la plaza principal para protestar contra la quema de caña. Fueron con barbijos y carteles en los que pedían que se apliquen sanciones severas a los cañeros para que paren de contaminar el ambiente y de dañar la salud de la gente.

Los vecinos de Aguilares aseguran que este año la quema de caña aumentó muchísimo. Desde hace un mes, en la ciudad el humo es tan fuerte que ya hay quienes salen a hacer las compras cubriéndose la boca y la nariz. La gente se encierra en las casas, o sale sólo si tiene que ir al hospital a curarse de la tos, detallan. Transitar por la ruta 38 es otro peligro porque los incendios reducen la visibilidad a cero y las chances de chocar se multiplican.

A Aguilares le pasa lo mismo que a la mayoría de las localidades que se ubican cerca de ingenios y rodeadas por cañaverales. Por estos días, las obstrucciones bronquiales se disparan. Así lo probó un estudio realizado por la neumonóloga Nora Vázquez de Argiró.

Donde hay quema de caña, como en La Trinidad por ejemplo, el 22% de la población tiene problemas para respirar. Específicamente, dos de cada 10 personas que no son asmáticas ni fumadoras ya tienen sus pulmones afectados por el solo hecho de vivir cerca de campos en los que se incendian cañaverales.

Controles

¿Es solo una percepción de los vecinos o en 2016 hay más quema de caña? El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) es el organismo que monitorea los focos de calor en la provincia. Aún no tienen listos los informes, pero todo indica que sí hubo muchas quemas, en un año más seco que otros, lo que agrava la situación, sostuvo el ingeniero Enrique Fernández Ullivarri.

“Hace 15 o 20 días empezaron a subir mucho las denuncias. Tenemos cerca de 10 llamadas por día en las que nos piden intervención por incendios. En el 70% de los casos son por quema de caña en pie o de rastrojos. La situación de Tucumán es preocupante”, admitió el director de Defensa Civil, Fernando Torres.

Los testimonios de los bomberos de distintos cuarteles de la provincia son contundentes. Por estos días no dan abasto. En agosto y septiembre cada cuartel tuvo entre tres y cinco salidas por día para apagar incendios en campos sembrados de caña, asegura Lourdes Fernández, presidenta da la Federación Tucumana de Bomberos Voluntarios que nuclea a 17 grupos. Es decir, alrededor de 60 incidentes diarios.

“Notamos una quema descontrolada. Nos ha pasado volver hasta tres veces al mismo lugar. Apagamos el fuego y los cañeros vuelven a encenderlo. Acá en Tucumán hay una ley que prohíbe estas prácticas y no se está cumpliendo. ¿Qué pasa? ¿Por qué el Estado no controla?”, cuestionó.

La respuesta del secretario de Medio Ambiente, Alfredo Montalván, es que este año se han incrementado los controles y las sanciones. Desde agosto a la fecha, se hicieron más de 100 actuaciones en las que lograron identificar a los dueños de ingenios o de campos donde estaban quemando caña y los multaron. Hay un 20% más de infracciones que el año pasado, dijo el funcionario. Además de esa sanción (la multa arranca en los $ 60.000), la Policía investiga quién es el autor de los incendios y, si se reúnen las pruebas necesarias, se los puede procesar penalmente. Algo que rara vez ocurre.

“La cultura del fuego es muy difícil de erradicar. Castigar, como manda la ley, reglamentada hace 10 años, hasta ahora no dio resultado. Desde el INTA estamos trabajando para darle valor agregado a los residuos de la cosecha, que pueden tener muchas utilidades sobre todo energéticas. Creemos que es la única salida”, opina Fernández Ullivarri.

Para los vecinos de Aguilares, igual que para los Bomberos, la solución tiene que ser por el lado de la ley. “No podemos seguir así; están embargando el futuro de nuestros hijos”, apuntó Paz Rojas.

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