Sabsay: “la Justicia es una asignatura pendiente en la Argentina”

Sabsay: “la Justicia es una asignatura pendiente en la Argentina”

El jurista clamó por independencia judicial.

CONSTITUCIONALISTA Y CRÍTICO. Sabsay durante la entrevista en el diario. la gaceta / foto de DIEGO ARAOZ CONSTITUCIONALISTA Y CRÍTICO. Sabsay durante la entrevista en el diario. la gaceta / foto de DIEGO ARAOZ
25 Septiembre 2016
El abogado constitucionalista Daniel Sabsay (1951) se hizo célebre por cuestionar “sin filtro” al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Se trata de un jurista que se atrevió a verbalizar sus dudas sobre si la ex Presidenta era abogada y que llegó a denunciar que se sentía perseguido por la gestión nacional que concluyó el 10 de diciembre de 2015. Quizá esta experiencia visceral del pensamiento crítico explique por qué en el presente Sabsay ve una oportunidad para edificar ese Poder Judicial independiente que parece tan esquivo. “La independencia judicial es condición de desarrollo del pluralismo y de la igualdad de oportunidades. Si falta, aparece la corrupción desmedida premiada con impunidad”, dice el viernes en un diálogo sostenido antes de disertar sobre “La Justicia en el Bicentenario” junto al fiscal general federal Gustavo Gómez (la actividad fue organizada por la Fundación Federalismo y Libertad).

-¿Cómo podría definir al Poder Judicial del Bicentenario?

-El gran problema de la Justicia es que es una asignatura pendiente en la Argentina. Se trata de una institución vulnerable y endeble, y por lo general poco independiente. La situación es muy seria. Nos debemos la construcción de una Justicia imparcial con niveles altos de independencia, que disponga de una estructura poderosa y que pueda accederse a ella. El otro problema delicado es que los sectores débiles están totalmente al margen de los Tribunales por dificultades económicas, geográficas y físicas.

-La gran mayoría de los formadores de opinión destaca el déficit de independencia como un problema esencial de la Justicia. ¿Por qué la letra no entra?

-Uno de los grandes obstáculos es de índole cultural. Si nos retrotraemos a la época colonial vemos que no existía la concepción de la independencia judicial. Uno los primeros órganos tribunalicios, la Audiencia, estaba integrada por miembros del Ejecutivo. O sea que la confusión de los poderes era la regla. A este antecedente hay que añadir el autoritarismo ínsito en nuestras instituciones. En un esquema hiperpresidencialista, con raíces de tipo feudal, donde la concentración del poder es una constante, evidentemente es muy difícil que pueda prosperar una Justicia independiente.

-¿Los jueces que no investigaron al kirchnerismo pueden sanearse mediante la actuación tardía?

-Cuesta pensar que magistrados sobre los que pesan, además, serias sospechas de enriquecimiento ilícito, es decir, de corrupción, recuperen la credibilidad. Hay una gran incertidumbre y escepticismo, aunque advierto una luz de esperanza a partir de dos razones. Por un lado está la expectativa enorme de la sociedad o de gran parte de ella, que ha tomado conciencia sobre el impacto de la impunidad en el desarrollo: hay una presión por ese lado para cumplir la tarea de juzgar. Por el otro lado está la necesidad de sobrevivir frente a la exigencia social acuciante y la presencia de una administración nacional distinta, que hasta el presente ha mostrado su voluntad de no interferir en la Justicia. Estas circunstancias llevan a pensar que es probable que las causas avancen: de hecho yo no recuerdo otra época con tanta cantidad de ex funcionarios en prisión preventiva o procesados.

-¿Cómo cree que será recordada la relación de Cristina Kirchner con el Poder Judicial?

-Como titular de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado y como presidenta de la Nación tuvo el objetivo muy claro debilitar la Justicia. Algunos ejemplos son la reforma de la composición del Consejo de la Magistratura de la Nación de 2006, que permitió al oficialismo controlar la válvula que decide quién entra en la Justicia Federal y Nacional, y quién se va. Otro tanto pasó con el paquete de leyes denominado de “Democratización de la Justicia”: sólo el rechazo de la oposición impidió que esa iniciativa se consolidara. No caben dudas de que la ex presidenta tuvo que ver con la formación de Justicia Legítima: la llamada Justicia militante, que es una contradicción en sí misma porque la Justicia debe ser imparcial, más allá de la ideología de los jueces.

-¿Los cambios son posibles mientras Alejandra Gils Carbó siga en la Procuración de la Nación?

-Sin lugar a dudas Gils Carbó ha demostrado una actitud proclive a la protección del proyecto kirchnerista. Lo hizo por medio de decisiones institucionales muy graves, como el traslado, la premiación y el castigo de fiscales; la integración del tribunal de enjuiciamiento de José María Campagnoli... Gils Carbó permanece leal al sector que promovió su nombramiento y es un gran obstáculo en el camino hacia la independencia judicial.

-¿Qué valor asigna a la causa “Nisman” en el análisis de la Justicia del Bicentenario?

-Tiene un valor clave porque muestra la incapacidad de la Justicia argentina para investigar un magnicidio. Muestra, además, cómo una enorme cantidad de complicidades casi perversas en un concurso de circunstancias para nada espontáneo llevó tanto a la muerte al fiscal (Alberto Nisman) como a lo que pasó en lo sucesivo. Si dimensionamos que a un año y nueve meses de producido el hecho recién se dilucida el fuero competente, ¿qué podemos pensar hacia adelante cuando se destruyeron pruebas y cuando ni siquiera aún pudo determinarse la hora del fallecimiento?

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