Los peronistas buscan contención

Los peronistas buscan contención

Se pelean, se hacen los que se pelean, no saben que los quieren hacer pelear. O no dialogan, y si lo hacen, no se entienden. La relación institucional, y las consecuentes derivaciones políticas, entre Manzur y Jaldo permite preguntar si esa sociedad armada por Alperovich se está desgastando. Las diferencias hablan de distanciamientos. Los gestos institucionales entre ambos van por un lado y los discursos políticos por otro; y eso provoca especulaciones sobre cómo sobrellevan la relación en 11 meses de gestión.

Uno firma un DNU por la emergencia en seguridad, el otro impulsa la sanción de una ley por el mismo tema; uno mantiene oculto un decreto por casi un año en el PE, el otro promueve una reforma para transparentar y facilitar la consulta pública sobre iniciativas legislativas. Perlitas, gestos. Las palabras, en cambio, aproximan. El gobernador dijo que acompaña las propuestas superadoras de la Legislatura, pese a que se rechazó su DNU; el vicegobernador apuntó que trabajarán en conjunto con Manzur para evitar que Tucumán se convierta en Rosario. Dichos por un lado, hechos por el otro.

En el medio flota un peronismo confundido que pide pista; que lo escuchen y que lo contengan. El concepto “contención” tiene un sentido especial entre los “compañeros”, que abarca más allá de la identificación ideológica, y que engloba a los que manejan de las “cajas” de la política.

Mentiras, ríos y “afecctio”

Hay miradas distintas sobre este momento particular que atraviesan los integrantes de la dupla gubernamental. Un caudillo del sur sostiene que el “gober” y el vice salieron muy temprano a mostrar las cartas, a la vez que descartó que ese distanciamiento sea sólo para engañar. Arguye que en política no hay disputas ficticias porque en todo enfrentamiento siempre alguien que pierde. Y no de mentirita. Según esta observación particular, Manzur y Jaldo no están falseando la realidad, sino que se están alejando por razones desconocidas. Y que desconciertan.

Desde la Casa de Gobierno -otra mirada- le quitan dramatismo a la apariencia: allí afirman que la sangre está lejos de llegar al río. En cambio, desde la Legislatura, un parlamentario oficialista entiende exactamente lo contrario; que se está acabando la afecctio societatis (el deber de todos los socios y miembros de la sociedad de colaborar y tener un interés común mayor al propio). Lecturas por proximidad.

Unidad, pero tras de uno

Esta sociedad política es más amplia y contempla tres apellidos: Manzur, Jaldo y Alperovich. ¿Todos contra todos, ahora? A ninguno le conviene esta posibilidad, porque sólo una buena gestión -conjunta- le puede garantizar al oficialismo la continuidad en el poder en 2019, por lo que destruirse entre ellos no sería una buena apuesta a futuro, sino un mal negocio para todos; y para el peronismo, que en el poder concibe a la unidad como prioridad, detrás de uno.

¿Dos contra uno de ellos? Es una alternativa con cierto asidero con trasfondo conflictivo, que tiene el sesgo natural del pragmatismo peronista. Sin embargo, ¿quiénes ocupan el casillero que une a esos supuestos “dos” y quién es al que quieren dejar jugando en soledad, o al que están dejando solo en las movidas? Si se desconfían mutuamente -y esto consecuentemente deriva en jugadas políticas-, los tres pueden considerarse a sí mismos como el tercero en discordia; ese solitario y eventualmente futuro marginado.

Los gestos, más que las palabras, servirán para ir entreviendo quiénes son los dos que andan en yunta y quién el desdichado uno; si es que esto es lo que está ocurriendo. La desesperación, la incomodidad y el disgusto marcarán la conducta del que crea que lo están traicionando o dejando prematuramente afuera. Y si las tensiones del oficialismo se exteriorizan como hasta ahora, caben esperar reacciones políticas desde lo institucional en el Gobierno. Eso -reiterando- en el medio de un peronismo desorientado en cuanto a su ubicación frente a tres referentes.

Sirva para mostrar está desorientación cómo recordó “la militancia” la plaza Yrigoyen de septiembre de 2015, y lo que se dijo en cada lado. Una semana atrás, en el mismo lugar, un grupo de referentes -algunos del interior- expresaron su descontento contra Manzur y algunos de sus ministros, con lo cuales -avisaron- no se puede conversar. Queja. Alguien demandó -a manera de denuncia- que no se mire a los militantes sociales como “mangueros”, sino como articuladores de la sociedad y el Gobierno. Sutiles diferencias de interpretación sobre el rol de la dirigencia territorial.

Para algunos peronistas, el gobernador sigue siendo una incógnita en cuanto a lo que aspira; no da señales. Creyeron que cuando decía “yo no soy José” lo hacía para abrirle las puertas al peronismo. Contenerlo en el sentido de la militancia. Casualmente, el mandatario ni asistió al acto organizado por la JP en la sede partidaria donde también se evocó aquella plaza frente a los tribunales (él estuvo en el club Floresta, entregando certificados de estudio a adultos mayores).

Allí, el presidente de la Juventud Peronista, Facundo Cabral, en su discurso admitió que aquella inquietud interna esta presente: por ahí escucho que hay muchos compañeros de la JP y del PJ que (dicen que) hay muchos ministros que no le abren la puerta a la militancia, que se olvidan de la plaza Yrigoyen. Hay que ser pacientes y tener conciencia de que hay un Gobierno nacional distinto. Hay que tener cintura, trabajaremos en unidad; manifestó.

A su lado, en el escenario, escuchaban la presidenta del partido, Beatriz Rojkés, y Jaldo, curiosamente el más aplaudido en la noche y el que terminó abrazado a los compañeros juveniles. Dardos para Manzur, pero también para Alperovich; si es que es verdad lo que dicen algunos “popes” en los corrillos oficialistas sobre que el gabinete todavía se reporta a José. Otra vez, ¿quiénes son los dos y quién el uno?

El vicegobernador fue el que, esa noche de festejo de “la gloriosa JP”, le puso contenido político al discurso -en función de lo que se advierte en cuanto a las relaciones en el poder- al señalar que es el momento de unirse. Y deslizó una frase sugestiva: que nadie se confunda, la columna vertebral del Gobierno es el PJ. Y lo dice en medio del descontento de unos cuantos peronistas que se quejan porque hay funcionarios que no les abren la puerta. Que no los contienen.

Quién con quién

En este panorama, hubo decretos que sumaron a las diferencias. Cuando se conoció el decreto 41/1 -mantenido en secreto casi un año- que nombraba a Alperovich como asesor ad honorem del Ejecutivo con gastos pagos por parte de la secretaría general de la Gobernación, rápidamente el gobernador salió a justificar la designación y a elogiar a su antecesor. ¿Lo hizo para no resquebrajar la “afecctio” y para que su “bendecidor” no piense que lo estaba desprotegiendo? Las suspicacias están a la orden del día. Alguien que pasillea a diario el edificio de 25 de Mayo y San Martín apunta: no se equivoquen, Manzur sigue pegado a Alperovich. El mandatario se reconoce un hombre agradecido, por lo cual no es descabellada aquella apreciación. Si a eso le sumamos a quién supuestamente se reporta el gabinete, la conclusión es clara.

El dueño de la silla

A unos pocos, Manzur les dijo a esta silla la ocupo yo, como para establecer una distancia y una autonomía funcional como gobernador respecto de su antecesor. Cabe esperar si le despierta su ambición por la continuidad al frente del Ejecutivo. Por ahora, se muestra como un gran lobbista frente al Gobierno nacional, priorizando la gestión y las relaciones institucionales -un papel en el que se siente cómodo-, pero descuidando el frente interno en cuanto al rol del peronismo como sostén del Gobierno provincial. Y no da señales de lo que pretende en el plano político interno, si aspira o no a sucederse a sí mismo en 2019. Para eso necesita diferenciarse, marcar la cancha; no sólo decir no soy José, sino quién es Juan.

Ahora tiene una oportunidad chiquita para mostrar cuán lejos o cuán dependiente es de Alperovich, a partir de un suceso inesperado: la designación del representante de la Provincia en Canal 10. El 3 de septiembre venció el mandato de Alejandro Laurnagaray, un ex colaborador de la presidenta del PJ, Beatriz Rojkés, y el PE debe reemplazarlo o confirmarlo. En medio del clima de diferenciaciones, si lo cambia -y por quién- o lo ratifica tendrá significado bajo esa perspectiva. ¿Lectura fácil? Si sigue es porque Manzur responde Alperovich, si elige otro que tenga sesgo manzurista es porque se aleja de su antecesor. No es un detalle menor. Un auténtico dilema para el mandatario. Una espina que apareció del lugar de dónde menos se pensaba y en el momento menos pensado. Jaldo estará mirando qué hace su compañero de fórmula, porque la señal será para que la decodifiquen todos.

En ese marco, los peronistas buscan contención y tienen dos destinos oficialistas, el Ejecutivo y la Legislatura. Si en el primero los ministros no le abren las puertas y si en el segundo le bajan los gastos sociales, el malestar puede causar cimbronazos internos. Primero serán exigencias, después eventuales fracturas. Un combo peligroso si, a la vez, se está gobernando.

Pero, atención, también hay un puerto opositor para recalar: la municipalidad capitalina. El peronista Alfaro arma su partido y, seguramente, estará presto a abrir las puertas a los descontentos y a los no contenidos.

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