El "Jardín de la República" alberga el mayor vivero del NOA

Dentro de la Reserva La Florida, el invernadero resguarda lapachos, pinos y eucaliptos.

AROMA DE HIERBAS. Los caminos internos de la reserva llevan a otros senderos más cerrados por la selva. AROMA DE HIERBAS. Los caminos internos de la reserva llevan a otros senderos más cerrados por la selva.
24 Septiembre 2016

Caminar sobre una alfombra de hojas verdes, amarillas, algunas secas; otras, húmedas. Sentir que crujen debajo de la suela de los zapatos y percibir cómo se mezclan los diferentes aromas de las plantas, tocar los troncos de los árboles cubiertos de musgos, y descubrir la lozanía de las plantas alrededor es posible en un recorrido por la reserva de La Florida, donde funciona el vivero público más grande del NOA.

Dentro del invernadero hay más de 200.000 plantas que se renuevan cada tres meses. Es decir que, al año, el vivero del Estado provincial produce más de un millón de árboles entre los que figuran eucaliptos, pinos, lapachos, álamos, y algarrobos.

El invernadero es un recinto cerrado del tamaño de un campo de fútbol, que está cubierto y acondicionado para que ingrese iluminación y ventilación natural. Así pueden mantener una temperatura regular que proteja las plantas de las inclemencias extremas propias del tiempo invernal, como frío intenso, heladas, viento, entre otros factores.

Hoy en día el sistema de riego está computarizado. Se le indican dos horarios (por la mañana y por la tarde) para que se activen las tuberías que dejan caer gotas de lluvia controlada por sensores. En 1936, cuando se creó la reserva se regaba a mano por canales que todavía quedaron, pero ya no se usan. La tecnología reemplazó la mano del hombre.



Hay eucaliptos de más de 50 metros de alto y más de 100 años de vida. Como gigantes pesados apenas mueven las hojas en las alturas. “Con el eucalipto, por ejemplo -dijo Carlos Parajón, jefe técnico del vivero, se hacen las tarimas de madera que usan las citrícolas para cargar la producción, pero hay una multiplicidad de usos, mientras que el pino va directo a la construcción; en cambio como árbol fino se está produciendo cedro, porque Tucumán apunta a ser un productor de madera fina”, precisó.

En los últimos años, la madera adquirió mayor relevancia en diferentes industrias. “Por la crisis del gas empezaron a quemar chips de madera para las calderas de los ingenios, la papelera, las citrícolas”, detalló Parajón.

Los climas variables permiten tener distintas especies en toda la provincia para uso forestal. A la zona este va el algarrobo, los álamos y para la zona oeste, el cedro y algunos álamos. Sin embargo, la principal demanda hoy por hoy es el eucalipto.

Naturaleza salvaje

Emidio Olea trabaja en el vivero desde hace siete años. Conoce todos los senderos. “Los helechos salen solos -aseguró Olea-, son naturales de la zona. Aquí todo el año es verde; la naturaleza es feroz y cuando empieza la época de lluvias se cierran todos los caminos”, remarcó. Este espacio protegido es una franja de entre dos y cinco kilómetros de ancho y se extiende de este a oeste por toda la falda oriental del Aconquija, hasta el límite con Catamarca. De esta manera, se protege la flora y la fauna que se desarrolla entre los 500 metros sobre el nivel del mar hasta pasados los 5.000 de altura. En total son más de 9.000 hectáreas protegidas.



Eduardo Dietrich
, Director de Flora y Fauna de la provincia, explicó que la tecnología modificó el sistema de siembra. “Ya no se hacen los almácigos en el suelo, sino en tubetas; disponemos de una sembradora neumática para eficientizar la siembra. Esto disminuye la mano de obra; es un problema conseguir mano de obra especializada. Dentro de las bandejas -detalló Dietrich- se arma un sustrato que tiene abono de liberación lenta y aquí es donde se produce el nacimiento de las plantitas hasta que tienen determinada envergadura”.


cómo llegar 
para caminar y descubrir
 
-El ingreso principal está a la vera de la ruta 324 (interpueblos). Se accede a este camino desde Monteros, pasando por Capitán Cáceres.
-La reserva está ubicada a unos 60 kilómetros de San Miguel de Tucumán.
-Dentro del predio de 9.000 hectáreas funciona el vivero de la provincia.
-Hay senderos para caminatas de una hora y media aproximadamente. Sólo los días hábiles.
-Es conveniente llevar agua potable y repelente de mosquitos.
 
vestigios del pasado 
un mortero de piedra se oculta en la selva
El parque provincial La Florida, ubicado en Monteros, al pie del cerro, es la primera área protegida provincial del país. Se creó el 20 de noviembre de 1936. Por los senderos internos puede descubrirse a los verdaderos testigos de la historia de esas tierras. Entre ellos, un mortero de piedra que fue construido a mano por miembros de uno de los pueblos originarios, mucho antes de la llegada de los españoles. Los aborígenes usaban los morteros para moler alimentos (principalmente maíz y carne) y hierbas que utilizaban como medicinas.
 
caminos 
una vieja vía de comunicación
La zona, cercana al sitio de la primera fundación de Tucumán, era una importante vía de comunicación entre los pueblos del llano y los de los valles. El camino de conexión era el que hoy se conoce como “Quebrada del Portugués”. Después del traslado de Tucumán a su actual emplazamiento se perdió esa comunicación.

Cómo llegar 
Para caminar y descubrir -

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El ingreso principal está a la vera de la ruta 324 (interpueblos). Se accede a este camino desde Monteros, pasando por Capitán Cáceres.

-La reserva está ubicada a unos 60 kilómetros de San Miguel de Tucumán.

-Dentro del predio de 9.000 hectáreas funciona el vivero de la provincia.

-Hay senderos para caminatas de una hora y media aproximadamente. Sólo los días hábiles.

-Es conveniente llevar agua potable y repelente de mosquitos. 

Vestigios del pasado 
Un mortero de piedra se oculta en la selva

El parque provincial La Florida, ubicado en Monteros, al pie del cerro, es la primera área protegida provincial del país. Se creó el 20 de noviembre de 1936. Por los senderos internos puede descubrirse a los verdaderos testigos de la historia de esas tierras. Entre ellos, un mortero de piedra que fue construido a mano por miembros de uno de los pueblos originarios, mucho antes de la llegada de los españoles. Los aborígenes usaban los morteros para moler alimentos (principalmente maíz y carne) y hierbas que utilizaban como medicinas.

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Caminos 
Una vieja vía de comunicación

La zona, cercana al sitio de la primera fundación de Tucumán, era una importante vía de comunicación entre los pueblos del llano y los de los valles. El camino de conexión era el que hoy se conoce como “Quebrada del Portugués”. Después del traslado de Tucumán a su actual emplazamiento se perdió esa comunicación.

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