La lealtad al equipo jamás se negocia

La lealtad al equipo jamás se negocia

Manino Leal alienta junto a su familia.

NO FALTA. Cristhian va a la cancha acompañado de su hermano Franco y de su primo Lautaro. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ.- NO FALTA. Cristhian va a la cancha acompañado de su hermano Franco y de su primo Lautaro. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ.-
22 Septiembre 2016
Después de haber pasado por todas las tribunas, Cristhian Manino Leal optó, finalmente, por quedarse en la platea. A los 34 años ya se considera un “veterano”. “Aquí me siento muy cómodo, tranquilo; ya estoy un poco grande, y quiero disfrutar del partido, y verlo con mucha más calma”, señala desde la “techada”.

Junto a él están su hermano, Franco, y su sobrino Lautaro. “Siempre venimos los tres juntos acá, compartiendo en familia, como debe ser. Desde hace varios años, y en las mismas butacas”, cuenta.

De sus palabras también se desgrana que él es uno de esos hinchas de paladar fino; de esos que observan con atención hasta en el mínimo detalle del partido. “Acá (en la platea) lo podés analizar, ver como está jugando realmente cada jugador, cómo se plantean los partidos. En cambio, desde las populares estás más atento a la gente, más distraído con otra cosa”, explica. Y agrega, para evitar cualquier tipo de confusión: “pero la pasión es la misma, ¿eh?”.

En efecto, Cristhian vivió el partido del domingo pasado contra Estudiantes sin perderse un detalle. Atlético no pudo retener el invicto de 32 partidos que llevaba en casa (0-2), pero a él no le importó. “En algún momento iba a quebrarse el invicto; además, para que llegues a 32 partidos sin perder algo bien debés haber hecho”.

Cristhian lleva una vieja camiseta de Atlético atada a la cintura. No hace falta que lo diga para que quien lo vea entienda que tiene algo -o mucho- de especial. “Me la regaló mi vieja, en mi cumpleaños del 94. Es la suplente, la vieja Puma azul... La lucieron Guido Aballay y compañía”, precisa, en homenaje a unos de los tantos jugadores que quedaron en el recuerdo. A su vez, Manino Leal reconoce que llevar esa camiseta es una cábala personal, aunque también subraya que tiene un valor especial. “La llevo siempre. Vaya donde vaya, me acompaña. Principalmente por el sentimiento y porque me la regaló mi vieja”, insiste.

Con esa misma camiseta secó todas las lágrimas que lloró por su querido “Decano”; aquellas que fueron producto de las tristezas y las de los últimos años, fruto de las alegrías que el club le hizo vivir.

“Creo que ahora es el tiempo de disfrutar porque durante los últimos tres o cuatro años se nos fueron dando aquellas cosas que todo hincha de Atlético iba soñando”, señala.

Y trascartón, enumera: “el primer ascenso -más allá de que luego descendimos-, el segundo ascenso, la permanencia en la categoría y, muy especialmente, la temporada pasada, que fue muy buena”.

Cristhian reflexiona un momento, como repasando mentalmente lo que acaba de decir. Luego, asiente conforme e insiste: “a los hinchas se nos fueron cumpliendo los sueños, por eso es un placer venir a la cancha”.

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