Choque de visiones con matices en la UCR

Choque de visiones con matices en la UCR

Lo peor que le puede pasar a la UCR dentro de dos semanas es mostrar la realidad del partido. Es la reflexión casi amarga de un correligionario que, junto con otros 57.000 afiliados más en condiciones de sufragar, va a participar de la elección interna de renovación de autoridades provinciales del radicalismo, el 2 de octubre. ¿Qué realidad es esa? La que resulta de un combo en el que hay que considerar la participación, el poder de movilización, la pelea de egos por el liderazgo interno y las visiones internas en pugna sobre el rol a futuro del radicalismo. Hay mucho de personalismo y poco de proyecto de conjunto, poco pensamiento estratégico; el radicalismo nacional y provincial debe recuperar identidad en representación del pensamiento nacional; desliza en una charla el ex diputado nacional por la UCR Alfredo Neme Scheij, que no permanecerá ajeno al proceso electoral, al margen de su opinión sobre la actualidad de su partido.

En esa “realidad” hay que analizar, además, si el partido es un furgón de cola -como sostienen algunos-, si el peronismo tiene capacidad para inmiscuirse en la interna de los primos -como afirman otros- y si al macrismo le mueve el amperímetro propio la interna de sus socios en Cambiemos. ¿Le puede interesar a Macri, a Frigerio o a Peña quién gane en la UCR tucumana? ¿Estarán preocupados los “amarillos” por la disputa de visiones respecto de cuál es el rol que los afiliados entienden que debe cumplir el centenario partido en la coalición de Gobierno?

Dos semanas después de los comicios locales, los radicales bonaerenses irán a las urnas y allí sí es fuerte la postura de algunos, como Ricardo Alfonsín, de ir con listas propias en la elección de 2017. Sucederá en medio de negociaciones entre el PRO y dirigentes de la UCR -Corral, Sanz, Rozas, Morales Negri y José Cano- para conformar una mesa política que discuta la estrategia electoral de conjunto. Es porque hay inquietud en un sector del radicalismo por el acercamiento del macrismo a los peronistas en Buenos Aires y en Córdoba.

En Tucumán no ocurre esto, todavía. Aquí, cuando se menciona al peronismo vinculado a la UCR se piensa en las posibles estructuras de soporte de los espacios en pugna. En esa lucha se mencionan -interesadamente- las de la Legislatura y la de la intendencia capitalina. Suena raro, no sólo porque no la conducen radicales, sino porque están en manos de referentes del peronismo tradicional: Jaldo y Alfaro.

El vice y el intendente, por más que renieguen, resultan involucrados indirectamente y enfrentados directamente, porque están en veredas políticas opuestas, por más que no deseen en lo más mínimo jugar en espacio ajeno. Están ligados por contacto. Porque los incorporan en la disputa en las mesas de café y en los cálculos previos los propios correligionarios cuando empiezan a hacer elucubraciones simplistas sobre quién supuestamente apoya a quién. Y en ese plano nebuloso todo vale, hasta lo más extraño.

Entre sumas y restas asocian por afinidades institucionales a Jaldo con Ariel García y a Alfaro con Cano por sociedades electorales. Sería significativo y un catastrófico síntoma de debilidad del centenario partido que el peronismo no sólo se inmiscuya en su vida interna porque maneja estructuras -“aparatos”, que le dicen-, sino que, además, llegue a aportar recursos para volcar los comicios radicales y definir quién gana y quién no.

Algunos memoriosos tal vez recuerden las picardías parlamentarias que se le atribuyen en sociedad al “chueco” Isauro Martínez y al “mula” Hugo Lazarte y sonrían, pero es muy difícil que hagan la misma mueca y acepten tibiamente que el peronismo les pueda llegar a digitar la vida partidaria. Hace tiempo que viene ocurriendo eso, deslizó amargamente un referente radical de los noventa.

No le conviene ni a los propios correligionarios, por historia; ni a los propios “compañeros” circunstanciales, porque están en otra, aunque los rumores subterráneos no van a poder evitarse. No van a faltar las interpretaciones capciosas y el domingo de los comicios -seguro- las miradas desconfiadas estarán atentas a cualquier pista que lleve a ligar al tranqueño o al hombre de Villa Alem, por mínima que sea.

Qué tengo que meterme, con los líos que tengo; dicen que dice el vicegobernador cuando se le mencionan los rumores que lo vinculan con la interna radical y con García. La proximidad de ambos se da desde lo institucional, desde la Legislatura, donde el radical ocupa un lugar en la mesa de conducción; y eso despierta dudas y hasta sospechas.

Alfaro sale al ruedo con partido propio

Ni me voy a meter. Dicen que dice el intendente capitalino respecto de la interna radical. Alfaro tiene su propio proyecto político a futuro como para arriesgarse a incursionar por la vereda de los primos radicales. No entra en su radar próximo; por más que integra un espacio común con dirigentes del radicalismo. El jefe municipal está armando su propio partido político para dar pelea en la elección nacional de 2017.

Ya esta imprimiendo las fichas necesarias -pretende que sean 10.000- y en unos cuantos días más dará la sorpresa presentando las afiliaciones necesarias y el nombre de la organización partidaria. Alfaro, por estas horas, esta más preocupado por conformar esta nueva estructura política.

Ambos dirigentes peronistas prefieren mantenerse al margen de la suerte de sus primos; hablan de fábulas, de inconveniencia y que las picardías y suspicacias les son ajenas.

Y los radicales, ¿qué dicen de ellos?

¿Qué dicen los radicales que van a la pelea interna? Primero, quiénes son: la junta electoral oficializó tres listas la semana pasada, la Roja y Blanca, la Roja A y la Roja y Blanca Morada, encabezadas por Julio César Herrera, Ariel García y Félix Mothe, respectivamente. El “canista” Herrera es acompañado en la boleta, entre otros, por Mariano Campero, Adela Estofán, Roberto Sánchez, Cano y Silvia Elías de Pérez; el legislador García es secundado por Fernando Valdéz, Raúl Albarracín, Rosa Larcher, Sebastián Salazar, Teresa Villavicencio y Brígido Ibarreche; mientras que el ex intendente de Simoca lleva en su lista a María Cristina Córdoba, Sergio Poliche, Carlos Manuel Paz, Roque Romano, Amado Apud y Bernardo Sassi. Si se miran los nombres y se piensa en las “estructuras” que los respaldan, se diría que la lucha se centrará entre las dos primeras listas.

Desde la Roja y Blanca se entiende que está en juego un modelo frentista del radicalismo y que el armado de esa oposición, por lo menos en la provincia, es lo que se define en esta interna.

Desde la Roja A se aspira a que la UCR sea la columna vertebral, el socio fuerte de Cambiemos sostenido en la estructura y su historia de más de cien años.

Ambos lados no pretenden abrirse de la sociedad electoral y política armada en 2015, pero difieren en cómo se para cada uno frente al macrismo; que entienden que no los observa como expresión partidaria, sino que los evalúa desde los nombres y su influencia mediática. Ya se mencionó que un sector radical quiere definir una estrategia electoral con el PRO a nivel nacional y que otros quieren ir con listas propias. Estas dos posiciones estarán presentes en los discursos y en la actividad proselitista y podrá, o no, resultar influyente en el voto final de los afiliados.

Unos pocos entienden que esto no será relevante a la hora de sufragar y que las cartas, en cuanto a cuántos sufragarán por cada sector, ya están echadas. Esto es a padrón cerrado, cada uno sabe lo que tiene; comentó un correligionario con varias internas en la espalda.

Desde el lado de Herrera sopesan que el discurso confrontativo y diferenciador de García, sosteniendo que la UCR no debe ser el furgón de cola del macrismo -igual que Alfonsín a nivel nacional-, puede resultar efectivo entre los afiliados. En Cambiemos no le reconocen al partido el lugar que merece, apunta García cuando puede, para atenuar su crítica diferenciadora.

Desde el lado de García no hay una “buena” para sus adversarios internos. Sólo el tema de que la UCR pertenece a una coalición gobernante a la que no quieren atacar, sino defender, desde una posición distinta. Claro que mencionan que no salen a tocar el timbre. Luego hablan de intenciones de otros de gerenciar el partido, de que se intenta taponar la aparición de nuevos liderazgos, que se pretende reducir el funcionamiento del partido. Son chicanas; apuntan desde el canismo.

¿Le inquieta al PRO qué visión respecto de la sociedad de la UCR con el macrismo se imponga el 2 de octubre? De ganar el canismo, no tendría que preocuparse, ya que se estaría ratificando el modelo societario suscripto el año pasado; pero en caso de imponerse el “arielismo” el mensaje del radicalismo iría por otros carriles. Tal vez al PRO no le importen nada estos comicios -se mencionó que sólo le interesan los nombres y sus proyecciones para fijar alianzas-; pero sí le puede interesar a un sector de la UCR nacional.

La pregunta a hacerse es si por lo menos para el radicalismo esta disputa de visiones con matices diferenciadoras es central para resolver los pasos futuros del centenario partido, o sólo es un suceso acotado a Tucumán y a una mera pelea interna por espacios de poder para ratificar la ascendencia de Cano o para determinar el surgimiento de otro liderazgo. Es decir, cabe determinar si la votación del radicalismo a nivel local es una muestra sobre lo que puede sobrevenir en la vida partidaria o si sólo es un suceso de fronteras adentro sin proyección eficaz en el plano nacional.

Más aún, en el fondo, puede estar en juego la vocación de generar, o no, una alternativa para disputar el poder al actual Gobierno provincial.

Hoy el radicalismo es furgón de cola de un Gobierno nacional, al que esperamos que le vaya bien; pero el radicalismo está llamado a construir el pensamiento nacional, donde haya modernización del Estado, inclusión social y reconstrucción del país, entiende Neme Scheij, en una buena síntesis sobre la actualidad partidaria.

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